“Autodefensa”: la Generación Z como after anárquico
Filmin estrena los primeros cinco capítulos de su nueva y arriesgada serie original, un experimento “punk” de Belén Barenys, Berta Prieto y Miguel Ángel Blanca
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En una de las primeras, violentas y literales sacudidas de “Autodefensa”, la nueva serie original que estrena Filmin, una de sus protagonistas acaba masturbando a su ligue de la noche anterior, todavía con lágrimas de culpa patética recorriéndole el rostro, por no saber -o no querer recordar saber- si cayó en algún comportamiento censurable desde lo sexual y lo machista. «¿Qué crees que es más importante ahora mismo, el feminismo o el ecologismo?», le espeta cínica la debutante Berta Prieto a su ridícula contraparte masculina en la ficción. De espíritu contracultural y estilo vanguardista, los cinco primeros capítulos de la serie llegan por fin a la plataforma de “streaming” española tras una semana de revuelo en redes.
La polémica, si es que importa, viene por lo deslenguado del tráiler de presentación, la efervescencia “punk” de la serie y, claro está, el reflejo que hace de la juventud española contemporánea como un after anárquico. Prieto, creadora junto a Belén Barenys -su rostro les será familiar si han visto cualquier actuación de Rigoberta Bandini, su prima- se sienta para responder a LA RAZÓN entre esta y Miguel Ángel Blanca («Magaluf Ghost Town»), director del invento y tercer hombre. Sobre la mesa, la inevitable comparación con series como “Cardo”, los límites estéticos, morales y formales de la serie y, quizá, la respuesta a todos los tuits citados que se preguntaban si de verdad es necesaria otra ficción que aborde las vidas de los jóvenes que performean la precariedad en el eje Gracia-Lavapiés. También, lo que lo machista o paternalista de los análisis proyecta sobre la ficción escrita y protagonizada por mujeres jóvenes e irreverentes y cuánto hay, realmente, de privilegio en la imprudencia.
“Autodefensa”, que comenzó a trabajarse bajo el título provisional de “Mamarrachas”, bien podría llamarse “Mujer, Blanca bajo la influencia”. Eso es lo que arroja con vehemencia al espectador la nueva serie de Filmin, a la que no le interesa medirse en términos de cuna -porque está políticamente desclasada hacia lo inconscientemente pijo-, tampoco en los de igualdad de género -en ejercicio perenne de costumbrismo normativo- y ni siquiera se cuelga la chapita de la diversidad -con un objetivo que no se separa casi nunca de sus intrínsecamente barcelonesas protagonistas. ¿Se puede hacer una serie que enarbole el «underground» como vocativo sin ceñirse a los parámetros de la corrección de nuestra era? Se puede, siempre que el maximalismo aspiracional que inteligentemente “Autodefensa” desprecia sea defenestrado. Todo lo demás es el relato oral de una serie libre, loca y febril, fast-food de autor que se mira orgullosa el ombligo y nos invita a recrearnos en él, a lamer la pelusilla, sin exigir empatía ni simpatía, solo unos minutos de atención para entender que cualquier trauma generacional, por doloso que sea, se puede olvidar durante al menos quince minutos.
-¿Cómo nace todo esto? ¿Cómo sale adelante?
-Berta Prieto: Miguel Ángel vio un video nuestro, de nuestras vacaciones y, evidentemente, se quedó flipado porque somos las putas amas. Y nos dijo de rodar algo. Así fue como nos conocimos y nos dimos cuenta de que éramos un súper-match currando juntos. Nos tomamos unas cervezas, una cosa llevó a la otra y ahora estamos aquí.
-¿Fue fácil la parte de presentarlo a la plataforma? El primer contacto, al menos.
-Miguel Ángel Blanca: Hace tiempo que quería trabajar con Filmin. Conocí a Jaume Ripoll hace algún tiempo y quedó ahí la idea de hacer algo juntos. A él le gustó mucho “Magaluf Ghost Town”. Yo vi a estas chicas y monté un dossier. Me gustaría, de hecho, que el lector de LA RAZÓN me viera como un acosador medio pervertido de los Instagrams de Berta y Belén.
-B.P.: Es que montó todo con pantallazos de nuestro Insta. Y, después, cuando nos dijo que Filmin había comprado la idea, nos lo enseñó. Y eran tres páginas cutres de nosotras, de nuestro Instagram. ¿Te acuerdas? Cosas que colgábamos en el apartado de Mejores Amigos, por ejemplo. Yo me imagino a Miguel Ángel ahí en su casa, en su ordenador, haciendo capturas del Instagram de dos chicas de veinte años… ¿Bastante raro, no?
-M.A.B.: Es raro. Pero me va bien la rareza esta. Así construimos el dossier porque así creía que debía ser la serie. Y ello pasaba por una idea que siempre defendí, la de contar una serie con dos amigas pasándoselo bien como punto de partida. No eran dos amigas constantemente rayadas, si no que tenían sus problemas, tenían sus reflexiones y contradicciones. Pero lo transversal es que estuvieran contentas de estar vivas. El dossier gustó y nos dieron la confianza total para hacerla. Recuerdo esa llamada, la de decirles que nos iban a dar la pasta y que una de las dos respondiera: “Es increíble que hayas convencido a alguien con ese dossier”. Coincidió todo, pero es algo que ya había hecho en anteriores trabajos, lo de acercarme a esta generación. Es uno de mis síntomas, de mis inquietudes. Quizá porque tengo cierto miedo a constatar que hay una generación que no voy a entender. Por eso busco siempre a esa generación centennial o como se llame.
-Si le pregunto a los jefes de Filmin me van a decir una cosa, si le pregunto a su prensa, otra y si le pregunto a la crítica, otra. ¿Para quién es “Autodefensa”?
-B.P.: Para todo el mundo. Creo que los temas que tratamos son bastante universales. Como los tratamos desde nuestro punto de vista, tienen la óptica de la gente de nuestra edad, pero creo que con esta serie puede empatizar muchísima gente. Hablamos de miedos, de inseguridades universales.
-Belén Barenys: No la hemos escrito pensando en para quién es. No la hemos hecho pensando en un target concreto. La hemos hecho para nosotros y no sabemos, realmente, cómo entrará. O si es que lo hará. No es nuestro trabajo, yo creo.
-B.P.: Hemos hecho la serie que queríamos hacer, pero también la que querríamos ver. Eso es una gran virtud de Miguel Ángel. Cuando se hacen series o películas para jóvenes, las suelen hacer señores mayores en su despacho, y entonces lo que sale ya está muerto. Lo mataste. Y eso Miguel Ángel no lo hace desde una distancia, desde arriba, sino que llega y se hace amigo de ese universo, se sumerge. Sin condicionarlo, simplemente enseña lo que hay. Ser joven no es solo la edad.
-M.A.B.: Y también saber apartarme. Ha habido muchos momentos en los que yo me he tenido que apartar. Primero porque no lo entendía, claro. A mí el episodio de la ansiedad me abrumó muchísimo. Primero porque, ostras, no sabía si estaba de acuerdo con lo que estábamos mostrando. Quizá, yo tuve ansiedad de joven y no tenía los espacios adecuados para saber qué me estaba pasando. Para hablarlo como lo hacen ellos, hablando de medicamentos, incluso. Mi intuición me decía que había que apartarme y dejar que hablaran ellos. Ya vería en montaje como articular un discurso y tener una empatía con el público. Y ese era mi trabajo, yo creo, el hacer que los discursos de Berta y Belén pudieran llegar de una forma adecuada a la gente.
-¿Cómo os habéis llevado con las renuncias? ¿Habéis tenido que renunciar a muchas cosas?
-B.P.: Creo que ha sido súper guay. Hemos tenido que renunciar a cosas en términos de tiempo, solamente, porque salió mucho material. Y hemos tenido que renunciar a muchas cosas porque salió demasiado material, pero creo que la unión de nuestros dos universos hizo que la serie tuviera un carácter más universal, ¿sabes? Creo que también, al final, si solo nos hubiéramos quedado con la perspectiva de Belén y mía a la hora de hacer esto, hubiera sido muchísimo más pobre. Y que Miguel Ángel participe aporta otro punto de vista. Hay muchas más capas, porque no es endogámico. No queríamos eso de “vamos a hacer esta serie solo tías jóvenes”. Los referentes de todas serían los mismos y la serie sería muy predecible.
-¿Os daba miedo caer en el maximalismo generacional? Yo tengo la sensación de que es todo lo contrario, que solo queréis contar vuestra realidad. De hecho, que no es universal en absoluto. Y perdón por llevar la contraria, claro.
-B.B.: Puede ser. Y lo que preguntabas antes de la renuncia a los temas, de qué va, no nos ha pasado porque no hemos partido de lo universal. Todo parte de nuestras experiencias particulares y luego ya te das cuenta de lo que hay detrás, o de la reflexión que puedes sacar. Eso hace que la serie no tenga ese tono de sermón, de dar una lección. Simplemente, estamos reflejando una realidad y ahí cualquier espectador mínimamente hábil es capaz de sacar una filosofía.
-B.P.: Eso es muy guay, porque nuestra vida y nuestras experiencias no son muy diferentes de las de cualquiera. Si esas experiencias particulares nuestras apelan a una generación, a mujeres jóvenes o a equis, está genial, pero no es una aspiración. Nosotros queríamos ir a lo particular sin la intención o la necesidad de sermonear a nadie. Si tienes un compromiso con lo que estás contando, con exponer lo que eres, seguro que empatizas con más gente que si vas a lo macro.
-¿Cómo es un guion de “Autodefensa”? ¿Son 15 páginas para 15 minutos u obedece a algo más intuitivo?
-B.B.: Depende de cada capítulo, porque son muy diferentes entre sí. Hay un capítulo, de reflexiones de after, en el que no hay guion, por ejemplo. Quizá es el más documental de todos. En el proceso de guion lo que hacíamos era pensar mucho en qué idea había detrás de cada capítulo. A partir de ahí, redactábamos las escenas, pero luego a la hora de rodarlos nos olvidábamos de ese frase a frase. Había mucha improvisación, al tener claras las ideas. Jugábamos mucho a eso. Quizá las frases más icónicas son las que hayan salido rodando. Es imposible que hubieran salido pensándolas.
-M.A.B.: Hubiésemos llegado a ellas y no las hubiéramos dado por buenas, porque nos habrían sonado raras. Teníamos claro, sobre todo, en que no queríamos caer. En los temas más peliagudos, los que nos presentaban un conflicto más claro. Cuando hablamos de feminismo, por ejemplo, ¿de qué hablamos? A partir de ahí, ellas sí tenían claro que eran en realidad ellas mismas haciéndose esa pregunta, planteándose esa reflexión. Son dos tías muy jugonas y, al trabajar improvisaciones, fueron tirando. Hay escenas, diálogos enteros, que jamás se nos hubieran ocurrido sin su intuición. Hay un material buenísimo ahí para mí, como director, para mi forma de trabajar. Es muy bonito ver los brutos de material y ver cómo ellas se lanzan. Ahí les digo que tiren para atrás, que le den una vuelta a eso último y que sigan por ahí. A los dos segundos están haciéndome alucinar.
-B.P.: Eso se da por la confianza. Por la confianza de Miguel Ángel en nosotras y también la que tenemos en nosotras mismas.
-Al tratarse de autoficción, ¿os habéis sorprendido verbalizando algo, frente a la cámara, que jamáis hubierais dicho en otro contexto?
-B.P.: Sí, sí, yo me he sorprendido porque he visto que soy una tía súper inteligente y súper ingeniosa. O sea, real. O sea, ya lo sabía, ya tenía la intuición de que eso podía ser así, pero este ha sido el escenario perfecto para llevarme al mil. Y esas cosas de diálogos, improvisaciones y tal, no creo que cualquiera lo pueda hacer. Belén y yo somos muy audaces.
-M.A.B.: Han entendido el juego este de ser rápida y de no tener miedo. Para mí, la imprudencia es un arma brutal, porque te quita el miedo a equivocarte. Ser imprudente te ayuda a no creer en el error, que te hace disparar hacia mil lugares. No tienes líneas rojas. Pasa en muchos episodios, lo de rodar y ver que surge algo muy bonito. En el primer episodio, el tipo está muy avergonzado y no para de llorar porque no sabe lo que ha hecho y, de repente, empieza a hablar de feminismo como empezando a deconstruirse. Ese momento, Berta lo cogió el vuelo y dijo, “¿Ah, sí? ¿Qué es más importante, el feminismo o el ecologismo?”. Eso fue una improvisación, pero puso encima de la mesa temas que preocupan ahora mismo a la sociedad. Por ejemplo, que no puedan volver solas a casa. Pero claro, ella lo está diciendo desde una extraña frivolidad que incomoda, pero que desde que verbalizas crea un espacio seguro para hablar de ello. Fue increíble.
B.P.: Me he dado cuenta de que lo de ser imprudente era algo que hacía todo el mundo un poco. Pero haciendo la serie me he dado cuenta de que no todo el mundo es así. Y eso tiene mucho que ver con el punto de vista de la serie, el de querer contarnos a nosotras, lo que para nosotras era importante. Nunca definimos, realmente, cómo eran los personajes, porque éramos nosotras. Y así es como me di cuenta de que somos unas persons. Pensábamos que escribíamos desde una neutralidad que, en realidad, no existe.
B.B.: Sigo en shock, aún. Nunca me había auto-percibido de esta manera. Me veo en los capítulos y no tiene nada que ver la imagen que yo tengo de mí con la que proyecto. Yo pensaba que era una tía más dura, más descarada. De repente, me veo en la cámara como un pastelito frágil. Proyecto una simpatía de la que no era consciente y me preocupa un poco ahora.
-Ahí quería justo ir, a la auto-percepción. ¿Eso a lo que llamáis imprudencia no creéis que puede ser también privilegio? De hecho, en un capítulo se verbaliza. Cuando llamáis a un amigo negro del pasado y le decís que simplemente queríais ser sus amigas por su color de piel. Y él os responde que a él también le venía bien teneros en el grupo, para que no les molestara demasiado la policía. ¿Os habéis revisado también haciendo la serie?
-B.P.: No. Creo que somos tías con mucha conciencia y bastante politizadas sobre muchos temas. Confío mucho en nuestra forma de pensar. Con ese ejemplo, el de la llamada, lo que hemos hecho es exponernos. Exponernos como personas racistas o machistas. Porque lo somos. Eso no implica que no queramos luchar contra ello, claro. Pero como tía blanca soy racista. Tengo la sensación de que se hacen series, cástings y demás en los que todos somos demasiado buenas personas, políticamente correctos y de izquierdas. Nos esforzamos muchos en que uno tenga que ser negro, en rellenar cuotas… Eso es súper racista. Porque lo estás haciendo para ti mismo, para limpiar tu imagen, no para tomar partido en una lucha real. Lo importante es exponerse y no dar lecciones de lo racista que es el mundo, porque el mundo también eres tú.
-M.A.B.: El ejemplo del chiste es bueno, porque hubo mucho debate. Porque es un chiste abiertamente racista.
-B.P.: No lo es. Va contra nosotras.
-M.A.B.: Sí, es racista. Pero entiendo lo que dices, que lo que estás exponiendo en realidad es que somos racistas. Hay un momento en el que pensamos en cambiar el punto de vista, que viéramos a este tipo. Nos interesaba la contradicción. Es racista y es consciente. ¿O es solo racista? ¿O en realidad pone sobre la mesa una serie de comportamientos que tenemos o hemos tenido todos? Así es como enfocamos todo, con muchas dudas.
-B.P.: Sí, sin querer santificar a nadie. Se suele caer en lo de pensar: “Ah, como son dos tías, y son mujeres, todo lo que digan y lo que piensen va a ser bueno y va a ser de izquierdas y buenista”. Y tío, claramente no. No somos así. Y eso también es feminista. Que yo pueda hablar así, de una forma más agresiva o más directa. Igual que Belén dice que ella ha visto que es pura bondad, yo he visto que soy una bitch. Tengo corazón y tal, pero hay mucha agresividad. Exponerme así también me parece feminista. ¿Por qué la mujer siempre tiene que ser buena? ¿Por qué la mujer siempre tiene que ser tonta? ¿Por qué lo que digo como mujer no tiene que ofender a nadie y tengo que ser buena todo el rato? Pues no soy una cuidadora. O cuido desde otro sitio. Hay un momento en la serie, cuando nos estamos riendo de la fantasía de un tipo, en el que le dije a Belén: “Tía, parecemos dos señores heterosexuales”. Pero es que es verdad. Y entonces pensé: ¿Por qué? ¿Dos tías jóvenes no pueden hacer bromas sobre pollas, pedos o culos? ¿Sabes? ¿Por qué lo grosero debe estar reservado a los hombres? ¿Por qué solo se puede cuidar desde el susurro o desde el cariño? Pues yo creo que soy una amiga increíble y que se ve en toda la serie. Y no lo soy desde cantar una nana, es estar ahí, cuidar de otra manera. Perdón por hacer el speech defendiéndome a mí misma. ¡Dame la razón en LA RAZÓN! (ríe).
-En lo que hemos podido ver, no hay grietas en vuestra amistad. ¿Eso luego se desarrolla o no queríais tocarlo porque es vuestra Biblia, vuestro universo?
-B.B.: No, no. No hay ningún capítulo realmente en el que algo se rompa. Pero es también porque entre nosotras también ha sido así. No hemos tenido grandes peleas ni grandes conflictos. Nuestra amistad es algo que se mantiene a lo largo de los capítulos y lo que cambia son las circunstancias.
-M.A.B.: Ha habido también una aceptación entre vosotras que creo que es muy bonita. No os exigís qué tipo de amigas tenéis que ser. Ha habido momentos de sorprenderos, la una a la otra, yo creo.
-B.P.: Creo que uno de los grandes valores de la serie es que habla de la amistad sin tener que hacer un discurso melancólico o romanticón. Sin ese “qué buenas amigas somos y cómo nos queremos”. Para mí, la amistad es un pilar súper importante en mi vida. Y ser un buen amigo es serlo a pesar de las diferencias.
-Hablabais antes de lo formal, de lo que habíais propuesto. De hecho, habéis dicho en la rueda de prensa de presentación que homenajeáis a una película de Pasolini que vosotras no habéis visto. ¿Qué es lo más loco que habéis hecho y ha quedado? ¿Qué es lo mejor que os han dejado hacer?
-M.A.B.: Yo aún estoy sorprendido por el episodio del abuso de poder. Es una cosa que se sabe, que se ha constatado, en el cine, por parte de productores o directores. Y es algo que todavía te sorprende, sin embargo, cuando haces las entrevistas y hablas con los equipos. Gente joven, joder. Todo el mundo lo sabe, ¿y nadie dice nada? ¿Por qué? Le enviamos el guion a Filmin y nos dijeron que era bueno. Adelante. No les echó atrás la polémica y, de hecho, creo que es interesante que salte. Estoy orgulloso, pero me da un poco de pena que tengamos que ser nosotros, ellas en realidad, a decir qué coño está pasando. Que se tenga que oír una frase como la que dice una chica que dice que no sabe qué quiere ser, pero sí sabe que no quiere comerse una polla para saberlo. Es muy fuerte y quedó un gran episodio.