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Cine a la sombra, cine a la contra: una radiografía del otro Hollywood

Filmin tiene ya disponibles “The Beta Test” y “La aspirante”, dos portentosos ejemplos de un nuevo tipo de cine americano e independiente, que tiene que buscarse la vida pese a rodarse codo con codo con los “blockbusters”
FILMIN
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Parece difícil que, pese a la recuperación tras la pandemia, el paradigma de distribución y exhibición vaya a cambiar demasiado en el futuro más inmediato. El cine ha cambiado para siempre, a nivel industrial al menos, y cada vez más se tiende a la gran producción que supera los 50 millones de dólares de presupuesto o la que apenas llega a los 50.000 “machacantes”. Los datos de taquilla, de hecho, parecen incluso reafirmar esa tendencia, favoreciendo estrenos masivos, esa “experiencia” que lleva años vendiendo Hollywood, por encima de un cine de autor cada vez más relegado al nicho. Los anuncios de la Sección Oficial del Festival de Cannes, esta misma semana, no han hecho más que ahondar en esa brecha: la clase media del cine está muerta y solo hay sitio para grandes súper-producciones o películas más cercanas a la expresividad artística más autoral. ¿Ha ganado la partida el algoritmo? Es complicado obtener una respuesta objetiva, dado que dentro de la propia editorialización de contenidos, las mismas plataformas que llegaron para cambiarlo todo siguen apostando por un cine más pequeño, más contenido y más “respetable”: a pesar de no obtener su ansiado Oscar, Netflix ya lleva un lustro rondándolo y su obtención es más una cuestión de tiempo que de espacio industrial.
Por ello, con una taquilla de capa caída entre los estrenos que buscan arroparse entre coronas de victoria festivalera y las películas que ven la luz antes de ese camino por el desierto en el que se ha convertido el verano como fecha clave en lo comercial, cabe preguntarse por la estrategia de plataformas como Filmin. Siempre desde lo autoral, pero entendiendo el global del cine y el mercado en el que quieren ser un modelo beneficioso, la plataforma española ha estrenado recientemente dos títulos, “The Beta Test” y “La aspirante”, que parecen fallos en la matriz de la otrora meca del cine. La primera, un trabajo más cercano a las sesiones de medianoche de los festivales más gamberros, pero con el cuidado estético de esas películas que pueblan nuestro televisor como un rectángulo más a obviar, es el último trabajo de Jim Cummings y PJ McCabe, sobre, precisamente, la deriva de la industria de los agentes cinematográficos: “No puedo dar nombres, pero por supuesto que es un mundo lleno de gilipollas y vendehumos”, dice explícito Cummings por videoconferencia, sobre un filme que también protagoniza. Y sigue: “Hacer cine independiente en Estados Unidos es tremendamente complicado. A pesar de lo que se pueda creer, apenas tenemos ayudas o subsidios como en Europa, y todo queda reservado para los grandes jugadores de siempre. Por eso, cuando un autor, uno de los nuestros, por así decirlo, firma con un estudio, no es tanto una renuncia como la respuesta a una necesidad artística”, añade.
En la misma plataforma, y con apenas unos días de diferencia, también se estrenó “La aspirante” de Lauren Hadaway y protagonizada por Isabelle Fuhrman (”La huérfana”). Basada en su propia experiencia como remadora, la directora responde desde París al complicado proceso de producción de un filme que ha suscitado comparaciones honrosas con “Whiplash”: “Llevo años jugando en las grandes ligas, trabajando en el departamento de sonido de directores como Zack Snyder, pero sacar adelante la película ha sido horroroso. Escribí este guion hace muchísimos años, pero no había manera de financiarlo. De hecho, llegó a estar en la lista de grandes proyectos sin ‘’dueño’' que se publica cada año, pero aun así era imposible sacarlo adelante. Hay algo que a veces no se entiende y es que en Estados Unidos es imposible trabajar sin el apoyo de un gran estudio, ni siquiera teniendo firmada a una gran estrella. No hay apenas sitio para un cine que no sea el del gran estreno con salas a un lado y al otro del país”, explica desde la indignación.
Si hay algo que une a ambas películas, más allá de ser hijas de ese nuevo Hollywood a la contra, pero también a la sombra, es la espiral autodestructiva: en “The Beta Test”, y al más puro estilo “Eyes Wide Shut”, Cummings se sumerge en una especie de sociedad secreta con la que se obsesiona, llegándose a ver envuelto en un escándalo de índole sexual que sirve, claro está, para que el realizador vuelque su frustración con las consecuencias del #MeToo: “Todo el mundo quería ser Harvey Weinstein, y por eso uno de los personajes lo dice. Lo hace explícito. No sé si el cambio en la industria ha sido tan profundo como se puede pensar desde fuera, porque creo que los abusos son sistemáticos y nuestro sistema sigue siendo el mismo. Es una puta locura”, sonríe irónico. En “La aspirante” (”The Novice”), y gracias al montaje de la propia Hadaway y Nathan Nugent, el descenso a los infiernos pasa por la obsesión clínica de una joven por ser la mejor a lomos de una canoa de competición: “No diría que es exactamente mi vida, pero sí que hay muchos elementos en común. La presión a la que se somete a los estudiantes, sobre todo a los que se juegan esos estudios a través de un deporte, es extrema en mi país. No hay casi ningún sistema de apoyo, de sostén a esas mentes tan frágiles”, remata la realizadora.
Así la taquilla, los grandes estudios y la pelea de las plataformas por su ansiado trozo particular de la tarta, propuestas como “La aspirante” o “The Beta Test” se convierten, además de en buenas opciones para desintoxicarse de lo aspiracional del nuevo cine americano, en pequeños experimentos industriales sobre cómo la confianza en los nuevos autores y en esas voces alternativas, aunque no sean siempre disidentes, sí aportan al panorama global. “Quiero seguir haciendo películas. Joder, voy a seguir haciendo películas”, se despide beligerante, simpático y esperanzado Cummings, que ya trabaja en su nueva “The Yeti” con vistas a los festivales de otoño.