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Pardo Bazán a Pérez Galdós: «Cariño: ya estoy rabiando porque vengas»

Adelina Batlles publica documentación inédita del autor de “Fortunata y Jacinta, incluidas las cartas que prueban la relación con la escritora gallega

Benito Pérez Galdós por Sorolla
Benito Pérez Galdós por SorollaLa RazónLa Razón

Tras los fastos celebrados con motivo del centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós, en 2020, donde mucho, muchísimo se dijo sobre el gran novelista, parecía difícil poder aportar materiales nuevos para el mejor conocimiento del autor de «Fortunata y Jacinta». El próximo día 16 llega a las librerías, de la mano de Renacimiento, una obra de la investigadora y filóloga Adelina Batlles Garrido con materiales desconocidos del escritor. En «Cartas inéditas sobre el teatro, junto con otras cartas de Emilia Pardo Bazán» se ahonda en algunos episodios de la vida de Galdós a partir de un epistolario hasta ahora desconocido y formado por cincuenta y una cartas, un fondo desconocido y que nos ayuda a saber más sobre un nombre imprescindible de nuestra narrativa.

Hablamos de correspondencia dirigida por Galdós a su hija María, fruto de su relación con Lorena Cobián, así como con Teodosia Gandarias, la que fuera su último gran amor. Igualmente se incluye una carta del diputado por Valencia Rodrigo Soriano al escritor y que son representativas de su relación con las artes escénicas. El volumen se completa con cartas de Emilia Pardo Bazán redactadas en los primeros momentos de su relación el autor de «Misericordia».

Todo este indudablemente importantísimo material literario fue entregado a Adelina Batlles en 1985 por Antonio Moreno Martín, quien era propietario de la librería Garnata de Almería. Los textos se encontraban guardados en una carpeta que llevaba por título «Manuscritos originales de Don Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán». «Sigue tu instinto y publícalos, tienen gran valor», le dijo Moreno Martín. Desde entonces la responsable de esta edición ha intentado recomponer un rompecabezas.

Las cartas dirigidas a Teodosia resultan fundamentales para saber algo más del Galdós político, un hombre que en ocasiones parecía contradictorio. Podía tener sentimientos republicanos, pero podía estar expectante y feliz ante la visita que tenía prevista Alfonso XIII a Santander, ciudad en la que se encontraba el escritor. Así se lo dice a Teodosia a quien explica que «hoy llega aquí su majestad Alfonso XIII, está el pueblo en fiestas, se le esperaba en el tren correo, que llega a las ocho de la mañana, pero luego se ha sabido que el rey salía de Madrid a las dos de la madrugada en automóvil, y que llegará aquí a las diez o más bien a las once. Estamos en el momento crítico. Estallan cohetes, suenan los trompetazos de los autos, que van a encontrarle, se oyen los clarines de la guardia civil, en fin, esto es un barullo espantoso».

No fue la única vez que apareció el monarca en la vida del escritor. En 1913, acompañado de la reina Victoria, lo encontramos entre el público que asiste al estreno de «Celia en los infiernos» en el Teatro Español de Madrid. A instancias de Romanones, Galdós se acercó al palco para saludar a los reyes, momento en el que el escritor se compromete a devolverle algún día la visita a Alfonso XIII, algo que tendrá lugar en 1915 en el Palacio de la Magdalena. De nuevo es Teodosia la receptora de esas confidencias por parte de quien se definía como republicano y socialista: «Anoche, a las once y media de la noche, cuando todos dormían en casa, llegó una carta urgente de palacio, señalándome las doce de hoy para ser recibido por D. Alfonso. Son las diez y media y estoy disfrazándome para esta ceremonia, y quizá han de ir conmigo, pues no puedo ir solo. Espero que Navarro Reverter, exministro de Hacienda y Estado, amigo mío, que ayer estuvo aquí, querrá acompañarme. Esperándole estoy…».

En las cartas con su hija María nos encontramos la vida cotidiana de Benito Pérez Galdós, además de sus sentimientos hacia su familia y su preocupación por la ceguera que poco a poco se iba apoderando de él. Pese a ello, Galdós trataba de hacer su vida y seguir al pie del cañón literario, por ejemplo, a través de la revista «La Esfera». Así se lo cuenta a María cuando le explica que «anoche asistí al banquete en el Palace Hotel, sacrificando mi salud y mi vista. Procuré salir de allí, y era más de las una, cuando los mismos que me llevaron me trajeron a mi casa. Anoche no pude dormir y hoy no me he levantado hasta el mediodía… En el banquete repartieron unos ejemplares de una “Esfera” en miniatura, que es una cosa muy linda. Cuando vaya a verte te llevaré uno de estos manuscritos que es cosa muy linda».

Pero si el libro de Adelina Batlles es especialmente destacable es por reunir nuevos aspectos sobre la relación entre Galdós y Emilia Pardo Bazán, sobre la que mucho se ha escrito y tergiversado. Entre los papeles guardados en la carpeta entregada a la filóloga hay una carta inédita hasta ahora y que debería situarse en los inicios de la amistad entre los dos literatos. Hacía poco que Galdós había aplaudido la publicación de «Los pazos de Ulloa», de la autora gallega, novela que calificaba como obra maestra. La escritora se dirige al «ilustre maestro y amigo» desde París expresándole sus impresiones sobre la capital francesa: «De la vida literaria por acá poco puedo decir aún pues es el segundo año que vengo, y como no tengo gran empeño en trabar relaciones con la mayor parte de estas celebridades de palco, solo tengo conocimiento con las que buenamente me vienen a las manos. En cambio tengo horas libres para trabajar mucho y la tarde y noche entera para distraerme. Considero esta vida más sana para el cerebro que la de Madrid, donde se tropieza siempre a la misma gente y se renueva poco la atmósfera intelectual. Desde que he llegado, sentí que recobraba el perdido aliento y me puse a corregir, limar y rehacer mi casi abandonada novela. Ya está muy cerca de salir para Barcelona, donde la editará la casa Cortezo. No tengo resolución para lanzarme a editar yo misma».

«Chiquito mío»

En las cartas de Emilia, Benito Pérez Galdós es «chiquito mío». La escritora quiere estar con él, como se deduce de esta otra carta que encontramos en el libro: «Cariño: ya estoy rabiando porque vengas, y los actores lo mismo. Les parece mentira que les hagas tan pronto el drama, y sobre todo que se lo hagas. Quería decírtelo de palabra y no me atrevía a escribirte, temerosa de que no te cogiera la carta ahí; pero ayer me dijo Meri Galiano que ella pensaba escribirte hoy y que sabía que te cogería ahí la carta, por consiguiente me aprovecho de la noticia».

Con la aportación de Adelina Batlles Garrido no se cierra una búsqueda que viene obsesionando a muchos investigadores como es la localización de las cartas que Galdós escribió a su querida Pardo Bazán. Se conservan, afortunadamente, las misivas de ellas, hoy depositadas en los fondos documentales de la Real Academia de la Lengua Española, pero sigue el misterio sobre las otras.

Se ha especulado que esa correspondencia podía haber sido destruida por Carmen Polo una vez ocupó el Pazo de Meirás, residencia de Emilia Pardo Bazán. Sin embargo, hace tres años, el librero Guillermo Blázquez admitía haber tenido en sus manos unas ochenta cartas galdosianas a la gallega, y que habían sido propiedad del académico Agustín González de Amezúa y Mayo.