Literatura

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Alicia Giménez Bartlett: «Poder meterme en la piel de un ‘‘stripper’’ es un subidón»

Alicia Giménez Bartlett / Escritora. Con el Premio Planeta recién sacado del horno, la escritora ha aparcado a la inspectora Petra Delicado para dar voz a un arrastrado tipo de la calle

Alicia Giménez Bartlett
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Con el Premio Planeta recién sacado del horno, la escritora ha aparcado a la inspectora Petra Delicado para dar voz a un arrastrado tipo de la calle

Asegura Alicia Giménez Bartlett que es mucho más observadora que imaginativa. Y tal vez sea ésta la causa de su mirada escrutadora. La misma que inquieta, a pesar de su semblante de buena persona, y con el que es capaz de descubrir cualquier aspecto de la vida cotidiana, digno de figurar en una novela. Para qué inventar del todo si, como decía Wilde: «La realidad siempre supera a la ficción». Ella, como el autor británico, no deja indiferente a quien la escucha ni a quien la lee. Y por si alguien aún no se ha animado a hacerlo, ahí está ese premio Planeta 2015 «Hombres desnudos», con el que pretende cautivar a nuevos lectores.

«Encontrar nuevos lectores no es fácil. Cuando te encasillan, encuentras a los que encuentras y es muy difícil abrirse nuevos espacios. Entonces, con el Premio Planeta, gente que nunca hubiera cogido un libro tuyo porque no le interesa el género negro de repente puede sentir curiosidad y ahí puedes tener un nuevo lector». Además, todo el mundo quiere ser profeta en su tierra. Y Alicia, celebradísima fuera de España, aquí tenía un público selecto pero más restringido «y era una espinita clavada en el corazón». Lo cierto es que, para cautivar a ese nuevo público, Alicia Giménez Bartlett se ha alejado de su deliciosa detective Petra Delicado y del estricto género negro y se ha lanzado a un «thriller» de trasfondo políticamente incorrecto, con un tema de esos que no se tocan, tal vez para «evangelizar» al lector o puede que para zarandearlo.

«Quería devolver al lector a la actualidad, al análisis y a lo que puede ser incómodo. Y también al testimonio. La novela ha dejado de ser testimonial. Y siempre había sido así. Entendemos la Revolución industrial cuando leemos ‘‘Germinal’’ de Zola y no cuando lo estudiamos. Y eso se ha ido perdiendo poco a poco. Y este libro es testimonial de una época». Desde luego que lo es. Un testimonio a varias voces: las de cada uno de los personajes de «Hombres desnudos», que van contando, en primera persona, a través de sus propios monólogos, lo que sienten y lo que sucede. Sus voces son tan claras y tan distintas, dependiendo de sus procedencias y de sus estratos sociales, que parece que la autora haya hecho un ejercicio de desdoblamiento: «No ha sido fácil. Ni mucho menos. Estuve tres años luchando con todas las personalidades. Pero debo decir que también es la escapada ideal para un escritor, para poder vivir otras vidas que no vives. Para mí, que sé que tengo cara de profe y de niña buena, pues, poder meterme en la piel de un ‘‘stripper’’, un tipo de la calle que habla fatal y que es un arrastrado, es un subidón».

Le digo que parece que se ha divertido más en la piel de los hombres de la novela que en la de las mujeres. «Es que yo creo que en este libro, desde mi modesta opinión, son superiores los personajes masculinos a los femeninos». Es posible. A lo mejor porque es a ellos, en este caso, a quienes les ha correspondido ese apartado de prostitución y humillación habitualmente reservado sólo para las mujeres. Un lugar al que han llegado, como en tantas ocasiones, las féminas empujadas por la crisis. Pero en esta ocasión, la crisis, de un mundo nuevo y distinto, donde ellas también mandan e incluso pueden ser más exitosas y poderosas que los hombres».

Es que, además de la crisis hay un cambio social que ha hecho que se transformen los roles respectivos de hombres y mujeres, «Hay una clase emergente de mujeres que ha superado por fin un montón de prejuicios». El tema no puede ser más de actualidad y reflejar más, desde un lado ciertamente oscuro, algo que está sucediendo y que forma parte de nuestras vidas. «Estoy muy contenta de haber elegido un tema tan actual. Y además me siento muy metida en el mundo. Ha sido como una recuperación no preocuparse por temas precitados o poéticos que no estamos pisando ni tocando con las manos. Me alegro un montón de haberlo hecho».

Lo cierto es que la crisis parece que va para rato, por mucho que digan los políticos, e igual a más de un hombre le va a tocar seguir quitándose la ropa. «Sí. Yo creo que las mujeres lo tenemos bien. Vamos a tener hombres desnudos a punta pala, para poder escoger»... – dice Alicia con irónico humor. Y añade luego más seria– No, no lo sé. Yo qué se. Nadie sabe cuándo acabará la crisis. Ahora parece que la gente mira con un poco más de optimismo el futuro, pero hay quien aún lo pasa mal. Y, sobre todo, los jóvenes, a los que no les hemos dejado espacio para moverse. Eso sigue».

- Novela rompedora

Le digo que algunos de ellos se han metido a la política y hasta se han desnudado en ella. Como Albert Rivera: «Cierto, cierto, me acuerdo perfectamente. Hubiera tenido que ponerlo en la portada» – dice riendo... «No, fuera de bromas, fue sorprendente que hiciera eso, no sé, no le pegaba nada». Será que los hombres han dejado de ser tan previsibles como decía que eran Santa Teresa de Jesús. «Hombre ,ella veía poco, tenía pocas oportunidades, pero yo creo que debe cundir el ejemplo de Albert Rivera. Yo estoy loca por ver a Sánchez en pelotas, eso sí que debe ser...Y hasta a Rajoy, pobrecito, también. En pelotas y con el puro. Pablo Iglesias es un poco delgaducho, pero voy a fijarme más a ver si lo incluimos en el lote».

Risas aparte, lo cierto es que Alicia se ha atrevido con una novela a cuatro voces, con «striptease» y prostitución masculina y un final – «no me hagas ‘‘spoiler’’», no sólo inesperado, sino aún más políticamente incorrecto que el propio tema de la novela, que escandaliza bastante. «Pero lo hace porque son chicos, si es una mujer no...». Está claro que el mundo ha cambiado y las mujeres también. O si no que alguien se plantee si alguna vez hubiera imaginado que la ganadora de un Premio Planeta lo recogería jugando a la reivindicación con una camiseta en la que se leía «Merde»... Alicia Giménez Batrlett lo hizo. Enhorabuena.

Personal e intransferible

Alicia Giménez Bartlett nació en Almansa en el año 51. Está casada, tiene dos hijos, se siente orgullosa de tener muchos amigos y se arrepiente «yo que sé. De nada y de todo. Mejoraría mil cosas» Perdona y olvida, le hacen reír muchas cosas y llorar la violencia y la indefensión, a una isla desierta se llevaría libros y le gusta comer cosas tradicionales: «Tortilla de patatas y cerveza. No soy nada sofisticada». No recuerda manías «será que no las tengo muy asumidas» aunque cada vez le molesta más el ruido y oír hablara a personas cuando no lo espera. Fuma moderadamente y de los otros vicios tiene «un poquito todos, claro». Su sueño personal es alcanzar una paz interna total. De mayor le gustaría ser escritora y si volviera a nacer sería escritora.