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¿Por qué Napoleón aparece en sus retratos con la mano dentro de la chaqueta?

El militar y estadista aparece en la mayoría de sus cuadros con un gesto que no apela al poder ni a la grandilocuencia
"Retrato de Napoleón en su gabinete de trabajo", de Jacques-Louis David
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En la pintura siempre predominan los guiños, los secretos a base de trazos y las curiosidades de los detalles que ocupan un cuadro. En una obra de arte puede haber una explicación en el bordado de un cuello o en las plantas dibujadas en el suelo, de tal manera que el pintor expresaba así bien una inquietud o un aspecto de su entorno. Ejemplo de ello son los retratos de Napoleón Bonaparte, aunque en este caso el guiño no era por parte del artista, sino más bien del modelo. De manera general, el emperador francés aparece en la mayoría de las pinturas con una mano dentro de su chaqueta, y no por azar, sino que ese gesto tiene una explicación en particular.
Aunque el objetivo de cualquier emperador fuera el de presentar su imagen de manera engrandecida, grandilocuente, poderosa y firme, este no es el motivo de la mano en la chaqueta. Ni tampoco lo es que el artista tomara esta vía como solución ante la dificultad de pintar una mano. Si bien la razón apela a algo que, actualmente, podría resultarnos insignificante, en el momento en que se pintaron aquellas obras y que Napoleón intentaba conquistar el mundo sí tenía su importancia. Pero, antes, hay que rebobinar en el tiempo.
En la Antigua Grecia, según explica el historiador Arline Meyer en su obra “Re-Dressing Classical Saturday”, la posición de la mano metida en la túnica se consideraba un símbolo de buenos modales, así como era la recomendada para los oradores. De hecho, fue el orador Esquines quien declarara en aquella época que hablar con un brazo dentro era signo de modestia. Con el tiempo, la postura comenzó a convertirse en un símbolo de la nobleza y de la buena presencia de un estadista, hasta que en 1738 François Nivelon afirmó que significaba tanto la buena educación, sino también “una audacia viril templada por la modestia”.
Hoy no es una postura que se acoja ni sea frecuente en nuestra sociedad, pero sí se suele asociar a Napoleón, principalmente por el cuadro “Retrato de Napoleón en su gabinete de trabajo” (1812), de Jacques-Louis David. Así, Napoleón, gran admirador de la Antigua Grecia, quería que se le recordara no solo como un emperador y militar, sino también como un caballero educado, noble y modesto. Y esto, más allá de la repercusión que tuviera ante los espectadores, inspiró a otras figuras de la historia, pues George Washington o Karl Marx también posaron de la misma manera.

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