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Aranceles

El «efecto Trump»y el mercado del arte

La política arancelaria ha puesto en jaque el arte internacional y puede provocar una recesión en este mercado

Fiebre en el mercado del arte
Fiebre en el mercado del artelarazon

La política ultranacionalista arancelaria de Trump ha puesto en jaque el orden del comercio internacional. En el actual contexto de «tira y afloja» que mantiene el presidente norteamericano con el resto de economías mundiales, resulta imposible prever los efectos que su guerra arancelaria puede tener sobre la salud de los diferentes campos de producción. Y, en este abismo que se abre bajo nuestros pies, el sector del arte se perfila como una de las víctimas más probables. En rigor, la sombra de la crisis acecha al mercado del arte desde los años de la pandemia. La sensación de vivir en la víspera de la catástrofe ha acompañado a la estructura comercial del arte durante los últimos años. Y no es difícil de inferir que la irrupción de Trump, con su ira arancelaria, pueda actuar como acelerador de una recesión que ya comenzó a dibujarse meses antes de que este iniciara su segundo ciclo presidencial.

Cuando Trump aterrizó el 20 de enero en la Casa Blanca, el mundo del arte había cerrado el año 2024 con cifras menguantes. Al cierre de este ejercicio, las ventas globales totales del mercado del arte alcanzaron los 57.500 millones de dólares –lo que suponía una disminución del 12 % con respecto a 2023–. Dentro de esta sensible caída, los segmentos de las ventas de lujo –por encima de los diez millones– y el de los precios medios y bajos se comportaron de diferente manera. De hecho, y a diferencia de la crisis de 2008 –en la que las cifras se mantuvieron por el empuje de las grandes ventas–, durante la pasada anualidad, el sector del ultra-lujo ha sido el que más se ha resentido, con un descenso de su volumen de ingresos que se situó en un vertiginoso 45 %.

Por el contrario, en el segmento de precios medios y bajos, se produjo un repunte hasta el 3 % de las transacciones, sumando un total de 40,5 millones de operaciones. Partiendo de este panorama de decrecimiento, ¿qué ha sucedido durante los últimos siete meses en los que el «diablo naranja» habita el Despacho Oval? Aunque todavía es pronto para saberlo con certeza, en mayo saltaron las alarmas cuando las casas subastadoras –las únicas, dentro del mercado del arte, que publicitan sus resultados– reconocieron pérdidas de un 8 % desde el inicio del año. ¿Podemos achacar este nuevo descenso de ventas a la irrupción –cual meteorito de gran tamaño– de la política arancelaria de Trump en la frágil atmósfera del comercio artístico? Como afirma Christine Bourron, directora ejecutiva de Pi-eX, «el esperado ‘empujón Trump’ ha terminado por convertirse, en realidad, en un ‘bajón Trump’ (…) El anuncio del ‘Día de la Liberación’ de Trump introdujo una importante incertidumbre geopolítica, proyectando una sombra sobre la economía global y minando la confianza de los compradores en el mercado del arte».

Efectos directos y colatorales

Para ser precisos, la legislación estadounidense –está bajo la Ley IEEPA de 1977 y la enmienda Berman de 1988– excluye explícitamente de los efectos arancelarios a las obras de arte, a las que etiqueta como «informational materials». No obstante, existe una gran confusión y debate legal sobre si esa exención permanece vigente en el nuevo programa de aranceles, basado en poderes de emergencia. Algunos abogados sostienen que sí, mientras que otros alertan de que las interpretaciones pueden cambiar en cualquier momento o aplicarse arbitrariamente.

Pese a que esta afectación directa de los aranceles sobre las obras de arte no está del todo clara, lo que sí es cierto es que el «efecto Trump» ha instaurado una elevada incertidumbre en el mercado del arte, que ha tenido algunas y nada desdeñables consecuencias inmediatas: muchas transacciones –especialmente compras internacionales– se han pausado o cancelado debido al miedo y a la falta de claridad legal; algunos consultores están informando de ventas que se han deshecho «en tiempo real» tras conocerse las medidas, lo cual genera pánico entre coleccionistas y galeristas; la participación en ferias internacionales se está reconsiderando y numerosas galerías europeas y canadienses han pasado a evaluar su asistencia a eventos celebrados en Estados Unidos ante la posible subida de costes.

A todos estos «principios de incertidumbre», hay que sumar el hecho de que materiales y objetos asociados a las obras de arte –marcos, envases, suministros artísticos como aluminio, tela o madera– no están exentos de los aranceles, por cuanto se enfrentan a un coste de al menos un 10 % superior para todos aquellos bienes que proceden de la UE o de China. No olvidemos, igualmente, que la política arancelaria de Trump traerá consigo retrasos en la aduanas y mayores costes de transportes; circunstancia esta que, con toda seguridad, supondrá que coleccionistas y también instituciones pospongan compras o, simplemente, prefieran centrarse en mercados locales.

La atomización del mercado del arte global en territorios locales es una amenaza más que plausible que, en el caso de cumplirse, castigaría a mercados frágiles y exiguos como el español. Dejemos que los meses pasen para valorar las consecuencias funestas del «efecto Trump» en el mundo del arte. Pero ya avisamos: la cosa pinta mal.