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6 de abril de 1520

Cinco siglos y cinco años de la muerte de Rafael, el gran pintor renacentista

El éxito que el pintor alcanzó en Roma fue tal que pronto se vio desbordado por encargos de pintura, diseño y arquitectura, y su taller creció hasta convertirse en el motor del renacimiento romano

Una rosa roja en la tumba del pintor Rafael Sanzio durante cada día de 2020 para conmemorar su muerte
Una rosa roja en la tumba del pintor Rafael Sanzio durante cada día de 2020 para conmemorar su muerteEFE

El día de su cumpleaños, con sólo 37 murió Rafael, a causa de una insuficiencia cardíaca, el 6 de abril de 1520 -hace hoy justo cinco siglos y cinco años-.

Rafael ha sido siempre reconocido como uno de los más grandes artistas del alto renacimiento en Italia. En su corta vida se vio aclamado como pintor, diseñador y arquitecto, y trabajó para dos de los mayores mecenas de su tiempo, los papas Julio II y León X. En los orígenes de su enorme éxito estaban su herencia artística y el estudio constante. Rafael fue también poe­ta estimable, y la sensibilidad con que abordó los temas de sus pinturas hace suponer una deuda intelectual hacia su padre y la cultura de la corte de Urbino.

A ello hay que añadir que sus dotes técnicas e intelectuales pudieron florecer gracias a la soltura con que aparentemente se movió en los círculos del poder de Urbino, Florencia y Roma, y también porque en su don de gentes debió de parecerse a Giovanni Santi. Su maestro más importante no fue su padre sino Pietro Perugino. Tanto la naturaleza de su aprendizaje con Perugino como su fecha y duración han sido muy discutidas, pero sobre su realidad hay testimonios contemporáneos fehacientes, y su influjo sobre el estilo de Rafael fue duradero.

A finales de 1508 o comienzos de 1509 fue llamado a Roma por Julio II (papa de 1503 a 1513), para trabajar, junto con Perugino, Lotto, Sodoma y otros, en la redecoración de las salas del palacio del Vaticano que ahora se conocen como stanze. Integrado inicialmente en un equipo, Rafael no tardó en asumir la responsabilidad de todo el conjunto, y el proyecto le tuvo ocupado hasta su temprana muerte.

'La escuela de Atenas', en los Museos Vaticanos, es la obra más reconocida de Rafael
'La escuela de Atenas', en los Museos Vaticanos, es la obra más reconocida de RafaelMuseos Vaticanos

El éxito que el pintor alcanzó en Roma fue tal que pronto se vio desbordado por encargos de pintura, diseño y arquitectura, y su taller creció hasta convertirse en el motor del renacimiento romano. Tras la elevación al solio de León X (papa de 1513 a 1521), Rafael hizo cuadros de altar para otros lugares, entre ellos la Virgen del pez (h. 1513, Prado), pintada para una capilla de Santo Domingo de Nápoles, y la Caída en el camino del Calvario (1515-1516, Prado), pintada para el convento de Santa María de las Angustias de Palermo.

Al mismo tiempo Rafael trabajaba en diversos proyectos para León X, entre ellos la continuación de los frescos de las stanze (finaliza la Stanza di Heliodoro, 1511-1514, y la Stanza dell'Incendio di Borgo, 1514-1517) y la preparación de los «Cartones de Rafael» (1515-1516, Royal Collection, en depósito en el Victoria and Albert Museum, Londres) para un juego de tapices destinado a la Capilla Sixtina (ahora en los Musei Vaticani).

Al morir Bramante en 1514 fue también nombrado arquitecto del nuevo San Pedro de Roma, y la arquitectura (y la arqueología) llenó progresivamente su tiempo, por lo que tuvo que apoyarse cada vez más en su taller para atender los encargos de su numerosa clientela. Giulio Romano, el principal de sus ayudantes y futuro heredero artístico, colaboró con él en la ejecución de la Sagrada Familia del roble (Prado) y la Sagrada Familia del cordero (Prado), obras que reflejan la evolución de su estilo hacia un mayor acabado y el claroscuro intenso que es característico de sus últimos años (h. 1518-1520).

Fue honrado a su muerte como lo había sido en vida, y celebrado en incontables panegíricos poéticos. En los siglos siguientes su fama alcanzó dimensiones hagiográficas, que culminarían en el siglo XIX con el culto de los nazarenos y la devoción de artistas como Ingres. Su lugar en el panteón de los grandes artistas declinó a comienzos del siglo XX, cuando la figura del genio frustrado cobró mayor relieve que la del estudioso consumado, aunque últimamente el desarrollo de su estilo personal ha sido objeto de intensa atención, y la opinión general vuelve a admirar en él al más grande estudioso-asimilador de su tiempo.