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Cézanne, el erotismo de una pera

Figuras sin sexo

Detalle de «Cántaro y plato de peras»
Detalle de «Cántaro y plato de peras»larazon

Cuando nos adentramos en la sala que reúne los bodegones (Con obras como «Cántaro de gres», 1893-1894, «Cántaro y fruta sobre una mesa», 1893-1894, «Naturaleza muerta con cántaro de agua», 1892-1893 y «Cántaro y plato de peras», 1890-1893), las pinturas de su atelier, apreciamos, así lo cuenta Guillermo Solana, un rasgo que resulta característico también en la obra del artista, su erotismo: «Cézanne juega con frutas y vasijas, acierta a reunirlos en composiciones en las que peras, manzanas y melocotones sugieren una enorme carnalidad, rezuman los aspectos eróticos de su obra», comenta. Botellas y frutas, jarras y frutas se alternan en una suerte de juego sexual en el que se convierten en objetos con una carga sexual innegable. Es un objeto como la manzana el que obsesiona a Cézanne, la de la primera caída, la del primer pecado del hombre, la fruta de Eva. Es también la manzana del Juicio de París, dos temas que poseen para el pintor trasfondo sexual. ¿Qué sugieren las peras, con una forma oronda, tan alejada de la tradicional? «¿Qué se ve en ellas?», pregunta el comisario, adivinando nuestra respuesta. «Un trasero. Está absolutamente claro», responde. Sugiere carnalidad y nos acerca a una sensualidad violenta y enérgica. «Sublimaba su erotismo en ellas. Rubens era su pintor favorito y parte de esa huella queda impresa en las piezas». ¿Qué sugieren los cántaros? «El vientre materno, a través de ellos expresa la fertilidad, mira las formas, la sinuosidad». ¿Ylas manzanas? En 1968 el historiador del arte Meyer Schapiro escribió el ensayo «Las manzanas de Cézanne» (un estudio de la representación de las manzanas como símbolo del deseo reprimido) en el que la mencionada fruta y el amor se relaciona con la fantasía sexual y el deseo en la tradición artística occidental. Para él tendrían un contenido erótico latente. Sea como fuere, el propio Cézanne proclamó con orgullo quería asombrar a París con una manzana». Ylo consiguió. A él también se debe un género, el de los bañistas. ¿Dónde está el sexo de las figuras? Para Solana, «los hombres tienen poco marcada su condición sexual. Unas veces lucen atributos femeninos, pechos grandes que hacen imposible que los etiquetemos como hombres. Por otra parte, las mujeres son bastante andróginas, no hay una anatomía bien marcada, ni redondeces ni senos. Tienen una actitud, algunas, un tanto púdica, se tapan y esconden el rostro», explica. En estas escenas, bañistas, árboles y desnudos se combinan, incluso se mimetizan, se ocultan tras la vegetación.