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Historia

250 años del poblamiento español de California

El legado español en la actual California es evidente en ciudades con San Diego, Los Ángeles o San Francisco, que formaban parte de una red fundacional de misiones, presidios y pueblos que conformaron el poblamiento español

La expedición de Anza sale de Tubac. Oleo sobre lienzo de Cal Peters (1903-1984), National Park Service.
La expedición de Anza sale de Tubac. Oleo sobre lienzo de Cal Peters (1903-1984), National Park Service.Desperta Ferro

Este octubre se cumplen doscientos cincuenta años de una expedición que marcó un hito en la historia de Norteamérica: el poblamiento español de California y la fundación de San Francisco. El 23 de octubre de 1775, la expedición, dirigida por el teniente coronel Juan Bautista de Anza, curtido en la frontera del Septentrión de Nueva España en la lucha contra los apaches, dejó el presidio de San Ignacio de Tubac camino de la Alta California. Consigo marchaban doscientas cincuenta personas entre soldados de cuerda, colonos, frailes y auxiliares indígenas, con cientos de animales, sobre todo caballos, mulas y reses, una auténtica ciudad en movimiento entre los saguaros del desierto de Sonora. En palabras del padre Pedro Font, capellán de la expedición: «Cuando parábamos parecía el real una población, con las barracas que formaban los soldados con sus capotes, mantas y ramas, y más con las tiendas de campaña, que eran trece, nueve de los soldados, una del teniente, una de los padres Garcés y Eixarch, una para mí, y una más grande y redonda para el Sr. comandante».

Al término del viaje, más allá del caudaloso río Colorado, el agreste desierto de Yuma y los montes de San Bernardino y San Gabriel, aguardaba un paraíso: la bahía de San Francisco. Anza, el padre Font y los soldados que los acompañaban fueron las primeras personas de origen europeo en contemplar la boca de la vasta bahía, donde esta se abre, en el golfo de Farallones, al océano Pacífico. Llegaron allí el 28 de marzo de 1776 y se toparon con un paisaje de clima bonancible, vegetación feraz, aguas tranquilas y abundante fauna. «Vimos bufidos de ballenatos, un atajo de delfines o toñinas, nutrias y lobos», escribió el padre Font. La bahía, en opinión del franciscano, era «una maravilla de la naturaleza, y se puede llamar puerto de puertos por su mucha capacidad y varios recodos que encierra en sus márgenes o playa, y en las islas».

Font no dudaba que «si se pudiese poblar bien como en Europa, no había de haber cosa más bella en el mundo, pues tiene las mejores proporciones para fundarse en él una hermosísima ciudad, con la conveniencia deseable así por tierra como por mar con aquel puerto tan singular y capaz, en el cual se pueden formar astilleros, diques y cuanto se quisiere». En efecto, a lo largo de los meses siguientes, soldados, pobladores y frailes, con la ayuda de los indígenas ohlone, o costeños, levantarían el presidio de San Francisco y la misión de San Francisco de Asís. En la actualidad, el área de la bahía, con más de nueve millones de habitantes, es una de las regiones urbanas más pobladas de Estados Unidos.

¿Por qué?

Cabe preguntarse por qué, si la costa californiana había sido explorada en los siglos XVI y XVII en busca del mítico estrecho de Anián, un paso que supuestamente conectaba el Pacífico con el Atlántico, no fue hasta 1768 cuando la Corona determinó su colonización. La repuesta la encontramos en los temores desencadenados por los informes del marqués de Almodóvar, embajador de Carlos III en la corte de los zares, que advertían de que la llegada de los rusos a las costas californianas podía ser inminente. De ahí que el rey ordenase el apresto y el envío de la llamada Santa Expedición, que, dirigida por Gaspar de Portolá, con el concurso espiritual de fray Junípero Serra, inauguró la presencia española en la región con la fundación de las primeras misiones, consolidada en 1775 merced a la expedición de Anza.

El gobierno de la Alta California se reveló complejo, no solo por la distancia respecto de Ciudad de México y porque la rebelión de los indios yumas en 1781 cerró la ruta terrestre, sino también, sobre todo, por el escaso número de pobladores y la gran diversidad de los habitantes nativos, pueblos de cazadores-recolectores seminómadas que hablaban multitud de lenguas. La colonización fue ardua y se estructuró, a lo largo del Camino Real de California, en torno a una red de misiones, presidios y pueblos, nombres como San Diego, Monterrey, Los Ángeles, Santa Bárbara o San Luis Obispo, la mayoría de los cuales siguen existiendo hoy día y constituyen el innegable legado español, cuestionado a la par que reivindicado desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, sobre el que se asienta el boyante estado de California.

PARA SABER MÁS:

La fundación española de California

Desperta Ferro Historia Moderna n.º 78

68 páginas, 7,50 euros

Portada de la revista dedicada a este tema
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