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Exposición

El Museo Naval conmemora los 240 años de la vigencia de la rojigualda

«La bandera que nació en el mar. Los colores que nos identifican» es un recorrido histórico por «lo que nos une»

La Armada inaugura en el Museo Naval una exposición sobre la bandera de España: "Tiene vida y nos representa a todos"
La Armada inaugura en el Museo Naval una exposición sobre la bandera de España: "Tiene vida y nos representa a todos"Europa Press

Su omnipresencia, añadido a su conversión en un emblema altamente asimilado, quizá haga que muchos españoles ni se planteen desde cuándo la bandera nacional es el símbolo por antonomasia de España. Para poder acercar el conocimiento sobre su historia a los interesados, el Museo Naval de Madrid ha preparado una exposición sobre ella: «La bandera que vino del mar. Los colores que nos identifican».

La muestra festeja los 240 años de la enseña. Salvo durante la Segunda República, sus colores han permanecido inamovibles. Como acertadamente plantea el título, su nacimiento no procede de un ámbito institucional, sino marino. El Real Decreto de 1785, firmado por Carlos III, estipuló su uso en altamar. Esta decisión tenía razones prácticas, pues el monarca quería delimitar un rasgo para que los barcos de la Real Armada fueran distinguibles de los de otros países.

¿Y por qué los dos colores que se vislumbran desde hace más de dos siglos fueron los escogidos? Por un lado, el rojo llevaba siendo un distintivo ibérico desde mucho antes de la Ilustración: ya estaba presente en la Reconquista, el Medievo o durante las Cruzadas para representar a las tropas españolas. También fue utilizado para dibujar la Cruz de Borgoña. El amarillo empezó a engalanar los uniformes de la Guardia Real en el siglo XVI. En 1748 se impuso que cubriera los buques en detrimento del blanco borbónico previo. Esta medida se prolongó hasta 1781, pero su vinculación a la Marina fue el factor que motivó al monarca a elegirlo.

Para el traspaso al ámbito gubernamental de sendas gamas cromáticas habría que esperar 40 años. Ya la Constitución de Cádiz de 1812 las reforzó como signo popular, apoyado por un orgullo patrio creciente durante la Guerra de Independencia. Su oficialización llegó en el reinado de Isabel II. Un Real Decreto de 1843 estableció que la rojigualda también sería la bandera utilizada por el Ejército y la Milicia Nacional, y se concibió como un símbolo de la Monarquía y de España en su conjunto. Este triunfo es tan palpable que incluso en el primer régimen republicano que vivió el país se mantuvieron ambos colores, únicamente eliminando la corona del escudo.

Dos banderas restauradas

El Museo Naval recoge un total de 57 piezas, muchas de ellas inéditas. Estas incluyen maquetas de barcos, cuadros o monedas que ya plasman la heráldica. Probablemente, la «joya de la corona», nunca mejor dicho, son las tres banderas restauradas por la Real Fábrica de Tapices, de las cuales dos forman parte de la muestra, quedando relegada una por falta de espacio. Una de las predilectas es la que portaba el navío Reina Mercedes, cuyas grandes dimensiones dejan la franja roja inferior escondida. Rosa Alvarado, la coordinadora de la exhibición, reseña que es de seda. La otra escogida es la última izada en Cuba antes de la pérdida de las colonias en 1898.

Uno de los cuadros que para Escrigas simboliza que "España nunca se rinde"
Uno de los cuadros que para Escrigas simboliza que "España nunca se rinde"Alejandro Martínez VélezEuropa Press

Aparte de ellas, el recorrido también muestra otro estandarte datado de 1805 que, a pesar de estar deteriorado, constituye el más antiguo de los recogidos y refuerza la estela de unos colores que llevan generaciones decorando toda clase de actos sociales. Precisamente, aunque la exposición da gran relevancia a la cuestión marítima, su comisario, José Luis Álvarez, recalca cómo la bandera también inundó eventos civiles como corridas de toros o verbenas, transformándose en un «emblema social». Por ello, se presentan cuadros de la época anunciando fiestas que la contienen.

Para matizar este tono unificador, casi de sorpresa la última vitrina del recorrido se sitúa en el siglo XXI. En ella, hay recortes de fotografías de deportistas y equipos de fútbol paisanos obteniendo triunfos, y portando de alguna manera la rojigualda. La organización recuerda que no es únicamente una tela, pues es la máxima expresión del orgullo de ser de una tierra, y tiene la capacidad de unir a sus oriundos. «No es un objeto, nos representa a todos», comenta Juan Escrigas, director del museo, visiblemente emocionado.

Él recalca el alto valor emotivo: «Es un recordatorio a todos los que lucharon por nuestra patria». Un cuadro expuesto recuerda a aquellos que murieron en mitad de aguas extranjeras defendiendo España. Lo último que vieron muchos familiares antes de zarpar sus seres queridos a tierras lejanas fueron las franjas rojas y amarillas que ondeaban los barcos. Por ello, se incide en que la exhibición va más allá de las piezas, pues trata de «sentimientos».