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Cézanne, el erotismo de una pera

Padre de la vanguardia; por Paco de la Torre

La Razón
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Cuando empecé a pintar mi modelo era él. Arranqué con su plan pragmático, sus claves, porque buscaba pervertir el repertorio, los sistemas, lo que es el espacio pcitórico o la realidad pictórica. Llegué a Cézanne por Picasso y supe entonces que había bebido del cubismo. Las series de bañistas, que yo he tratado en unas cuantas obras, me inspiraron muchísimo (en el sentido del ser humano que conecta con la naturaleza), sus perspectivas, intentar convertir en plano lo voluminoso, comprimir la plenitud del espacio. Reinventa, a mi modo de ver, el espacio pictórico. Es el padre de la vanguardia. Carlos Alcolea trabajaba, por ejemplo, en esa idea de descomponer el espacio, de doblarlo y dar forma a uno nuevo para narrar el siglo XX. Es el padre del concepto de modernidad. ¿Lo que más interesa de su obra? Su concepción del espacio, la capacidad que demuestra para geometrizar las perspectivas. A la hora de trabajar no me interesa si un artista me gusta o no, ni me marca ni lo necesito, sino que voy buscando las claves que me ayudan a seguir avanzando y es ahí donde todos los caminos me llevan o bien a Giotto o a Cézanne, que es la fuente de la pintura de los siglo XX y XXI.