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Ewan McGregor, mejor actor que director

El Festival de San sebastián entrega hoy sus premios

La actriz estadounidense Jennifer Connelly y el actor y realizador británico, Ewan McGregor, a su llegada esta noche a la presentación de su película, "American Pastoral"
La actriz estadounidense Jennifer Connelly y el actor y realizador británico, Ewan McGregor, a su llegada esta noche a la presentación de su película, "American Pastoral"larazon

Se acaba el festival, que hoy entrega sus premios, con más pena que gloria.

Se acaba el festival, que hoy entrega sus premios, con más pena que gloria. Seguidas, prácticamente, pudismos ver ayer tres películas orientales, cajón de sastre donde se mete China, Japón, Corea, Taiwan, etc. De Japón, un dibujo animado fuera de competición, “Your name”, de Makoto Shinkai, una película que no se parece ni a las de Disney ni a las manga. Navega en tierra de nadie. Podían haberla resuelto con actores de carne y hueso, porque con dibujos es sencillamente prescindible.

También de Japón, con una duración desmesurada, nos llegó “Rage”, de Lee Sang-il, que tiene un comienzo brillante que suena a thriller, pero que después de embarulla y pierde el hilo narrativo, el ritmo y la cabeza. Nos cuesta creer que sea un filme a competición, pero así es.

La norteamericana “American Pastoral”, opera prima de Ewan McGregor, que también al protagoniza, está inspirada en una novela de Philip Roth. Se trata de una película que se deja ver, aunque está repleta de defectos.

Una historia matrimonial con los padres de una niña tartamuda que crece y se convierte en terrorista. Ambientada en los años sesenta, cuando el presidente de EE. UU. era Lyndon B. Johnson y la guerra de Vietnam estaba en su apogeo, al tiempo que los disturbios raciales sacudían Norteamérica, la cinta encuentra ahí su posible base. Se ve con agrado, pues está bien realizada y la relación paterno-filial, sobradamente articulada. Sin embargo, las justificaciones de determinadas actitudes, como los cambios sufridos por la hija, se reducen a simples razonamientos de trauma infantil y resulta absurdo el detalle de que el narrador, hermano del protagonista, conoce todo, aunque apenas se ven o se hablan. Lo que cae en lo delirante es el cambio de comportamiento que experimenta la madre, que acusa al marido de algo que no acabamos de entender y que además, le es infiel. La trama nos viene dada por la solución de colocar la cámara fija, sin movimiento, y que los personajes hablen sin parar.