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Estreno

Crítica de "En lo alto": filosofía de lo vertical ★★★★½

Dirección y guion: Hong Sang-soo. Intérpretes: Kwon Hae-Hyo, Lee Hye-yeong, Song Seon-mi, Cho Yun-hee. Corea del Sur, 2022, 97 min. Género: Drama.

Crítica de "En lo alto": filosofía de lo vertical ★★★★½
Crítica de "En lo alto": filosofía de lo vertical ★★★★½ATALANTE

Hay cineastas con espíritu de escalador, y Hong Sang-soo es uno de ellos. Cuando sus películas son horizontales (pienso en “En la playa, sola de noche”), yuxtapuestas (“Noche y día”) o (a)simétricas (“Ahora sí, antes no”), sugiriendo una práctica de lectura que tiene que ver con el deslizamiento de izquierda a derecha, o viceversa, con sus interrupciones y sus retrocesos, hay una cierta impresión de que el tiempo se acuesta, de que hay que despertarle y enderezarle para enfrentarlo a su propia ambigüedad. En pocos meses de diferencia el cineasta coreano, siempre dispuesto a renovar sus estructuras narrativas y formales sin que apenas se note, ha apostado por trabajar la orientación de sus películas en el espacio de una forma distinta: en “In Water” desenfocándolo, sumergiéndolo en una imagen difusa, y en “En lo alto”, aplicando una filosofía de lo vertical en la que subir un edificio de tres pisos supone cambiar de universo como si permaneciéramos en el mismo. El espacio determina el tiempo, pero de un modo dudoso: cada piso enseña una nueva faceta de ese director de cine en busca de financiación para su próxima película, quizás una nueva vida, o una versión distinta de lo que podría haber sido, del mismo modo que su casera, que parecía solícita, se transforma en una cotilla de manual, una manipuladora, la auténtica villana del filme. Escalar el espacio es escalar el tiempo, y mudar la moral del mundo.

Así las cosas, la linealidad de lo vertical es engañosa. Durante “En lo alto”, subimos unas escaleras, desde la planta baja hasta la azotea, con la esperanza de una progresión, aunque las elipsis son tan radicales que dudamos de si estamos en la misma película. Una conversación parece predecir un detalle de lo que ocurrirá después, como si “En lo alto” se estuviera imaginando a sí misma, o soñando con sus desvíos. En un momento clave, Byung-soo (Kwon Hae-Hyo, habitual alter ego de Hong) se echa una siesta y escucha lo que dirá su pareja en un futuro. Entre diálogos en plano secuencia regados con vino o soju que debaten ambiciones o frustraciones artísticas y conflictos anecdóticos pero irresistibles -una gotera, un baño maloliente-, el ascenso a los cielos del edificio es un descenso al fracaso de las ilusiones. Nos queda el consuelo de que, en el multiverso de Hong Sang-soo, nunca estamos seguros de qué es verdad y qué mentira: es admirable que, en un cine tan apegado a las emociones cotidianas, a lo importante de lo que se dice y lo que se calla, a un sentido de realidad tan palpable, estemos tan cerca de lo fantástico.

El epílogo de “En lo alto”, otra vez a pie de calle, así lo atestigua. Nos damos cuenta de que, junto a “Introduction”, tal vez sea la película más literaria de su autor: en cierto modo, cada uno de sus segmentos (cada piso), podría empezar una historia que no se desarrolla pero que se relaciona con sus hermanas de sangre desde una continuidad aparente. Todo en Hong Sang-soo es un “tal vez”.

Lo mejor: Su sofisticada estructura narrativa, siempre escondida bajo el disfraz de lo sencillo y cotidiano.

Lo peor: Que en la prolífica repetición del cine de Hong Sang-soo no sepan percibirse sus sutiles variaciones.