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Crítica de "Monster": después del fuego ★★★ 1/2

Dirección: Hirokazu Kore-eda. Guion: Yûji Sakamoto. Intérpretes: Sakura Ando, Eita Nagayama, Soya Surokawa. Japón, 2023. Duración: 126 minutos. Drama.
Un fotograma de "Monstruo"
Un fotograma de "Monstruo"Imdb
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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No se trata de que todos los personajes tengan sus razones, sino de que la propia historia, como un cuerpo vivo, las exponga. Es la historia la que tiene tres pares de ojos, como un monstruo, y se mira a sí misma como un cristal roto, que necesita recomponerse para tener sentido. Si “Monster” empieza con un incendio y acaba con una tormenta es porque la vida necesita desplegarse bajo el signo de la catástrofe para encontrarse con la luz. Así las cosas, Hirokazu Kore-eda articula su relato como un rompecabezas que, en cada decisión, da protagonismo a una pieza distinta de la ecuación, y en los encajes lo que parecía la crónica de un caso de acoso escolar, bloqueado por los protocolos de la institución educativa, que parece ningunear a las víctimas, se convertirá en una historia de amor secreto que solo puede expresarse en los márgenes de la sociedad.
No es la primera vez que Kore-eda utiliza la estructura narrativa de “Rashomon” para trabajar una visión relativista de la realidad. Lo hizo en una de sus películas más atípicas e interesantes, “El tercer asesinato”, aunque aquí, al desplazar ese andamio dramático a sus obsesiones más habituales -a los temas del duelo, las familias disfuncionales y, sobre todo, la infancia como refugio insular-, parece que el filme esté excesivamente supeditado a lo que se espera de sus películas.
O lo que es lo mismo, “Monster” es lo que se denomina un “mindgame film” demasiado pendiente de que las incógnitas se desvelen, de que haya un solo resultado en la ecuación. Nos interesa más la ambigüedad de su arranque que su, por otro lado, muy conmovedora conclusión, porque, a pesar de que el trayecto de la oscuridad a la luz es impecable, desarrollándose a través de huecos visuales que luego se rellenan, da la impresión de que Kore-eda hace trampas para que salgan las cuentas.
Lo mejor:
Las siniestras ambigüedades morales del arranque, y su sorprendente y luminoso tramo final.
Lo peor:
Pesa la complejidad de su estructura narrativa, que resta naturalidad a la transformación dramática del relato.