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Estreno

Crítica de "Notas sobre un verano": dudo, luego existo ★★★½

Dirección y guion: Diego Llorente. Intérpretes: Katia Borlado, Antonio Araque, Álvaro Quintana, Diego Rosillo. España, 2023, 83 min. Género: Drama.

Crítica de "Notas sobre un verano": dudo, luego existo ★★★½
Crítica de "Notas sobre un verano": dudo, luego existo ★★★½SURTSEY

“Quien tiene dos mujeres pierde el alma. Quien tiene dos casas pierde la razón”. Cambiemos “mujeres” por “hombres”, y el proverbio que servía como ‘leitmotiv’ para “Las noches de luna llena” de Rohmer parece iluminar “Notas sobre un verano”, primer largo de Diego Llorente. El verano como periodo de transformación, como paréntesis de tiempo que fomenta la ambigüedad de las emociones, es, también, pura materia prima rohmeriana. Marta duda entre un presente que se anuncia convencional, estable, seguro -una pareja con un buen empleo, en Madrid, que la quiere y la aburre- y un pasado que reactiva la pasión perdida, pero es solo promesa de incertidumbre -de una vida pequeña, en provincias, sin proyecto de futuro-. Es la vieja historia de la razón contra el ‘amour fou’, que se despliega ante nuestros ojos como fragmentos de una realidad que van tomando forma como toma forma para Marta la posibilidad de un escape.

“Notas sobre un verano” tal vez sea la crónica de una generación con una identidad precaria, tambaleante, siempre buscando el equilibrio entre dos maneras de ver el mundo, aunque sospechamos que a Llorente lo que le importa es el amor, cómo el amor nos define. En el transparente naturalismo de la película, matizado por la notable capacidad sintética de su montaje, el director asturiano prefiere, al contrario que Rohmer, abrazar la intimidad de sus personajes -y, en especial, de Marta, una notable Katia Borlado- desde la proximidad con sus cuerpos. No será tanto la palabra y sus autoengaños lo que explicará el latido de sus dudas como sus rostros o la manera en que se esconden de nuestra mirada, o la franqueza con que gozan del otro o evitan sus afectos. Desde ahí, desde esos posos de café de la piel y el gesto, podremos leer el futuro de Marta cuando acabe este verano de reencuentros y fracasos.

Lo mejor: Imposible no identificarse con Marta, que parece vivir en el intervalo de lo que le conviene y lo que desea.

Lo peor: Da la impresión de que, elipsis aparte, la película nunca desafía sus propios límites.