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Estreno
Crítica de "Presunción de inocencia": más allá de la duda ★★★
Director: Daniel Auteuil. Guion: Steven Mitz y Daniel Auteuil, según el libro de Jean-Yves Moyart. Intérpretes: Daniel Auteuil, Grégory Gadebois, Sidse Babett Knudssen. Francia, 2024. Duración: 115 minutos. Drama judicial.

Si el crítico Serge Daney levantara la cabeza, probablemente podría decir que “Presunción de inocencia” no es una película sobre los errores que comete la justicia sino sobre algo que desborda al mismo sistema, esto es, la idea de responsabilidad individual. Daney defendía una de las obras maestras del periodo americano de Lang, “Más allá de la duda”, apelando a una cuestión existencial, y concluía, con el pesimismo que siempre caracterizó al cineasta alemán, que su película demostraba que no hay nadie inocente. Hasta cierto punto, el quinto largometraje como director del actor Daniel Auteuil defiende la misma idea, y, en ese sentido, si fuera más riguroso en su puesta en escena, si perdiera menos el tiempo en dar vueltas y vueltas sobre lo mismo, sería un filme muy languiano.
No es inocente el abogado Jean Monier (Auteuil), que ve en el caso de Nicolas Milik, acusado del asesinato de su mujer, la oportunidad de redimirse del error que cometió quince años antes al conseguir la absolución de un culpable, y tampoco lo es Milik, porque, de algún modo, no quiere hacerse responsable de su inocencia, no la abandera con la convicción necesaria para alejar la sombra de la sospecha del escrutinio público.
Como muchas películas de juicios, “Presunción de inocencia” se convertirá en la historia de la obsesión de un abogado por hacer justicia, que se cerrará en banda cuando las pruebas le digan que la fe que tiene en su cliente podría resquebrajarse. Es un acierto de Auteuil haberle confiado el papel a Grégory Gadebois, que está obligado a compensar un físico corpulento, potencialmente violento, con una mirada triste y cálida.
La película, que está inspirada en un caso real, articula su relato combinando la investigación que emprende la defensa con el desarrollo del juicio, y logra que las dudas asociadas a pruebas ínfimas pero definitivas -una hebra de ropa en las uñas de la víctima, por ejemplo- sean descartables frente a la convicción de que Milik es inocente, o eso es al menos lo que nos gustaría que fuera, como a Monier. Auteuil está tan fascinado con el procedimiento del caso que, cuando tiene que resolverlo, da la impresión de no estar a la altura, de confiarlo todo a una sola carta que le quema en las manos, e información que resulta capital para entender las intenciones del filme acaba por derramarse con prisa por llegar a la meta.
Lo mejor:
Nos recuerda la complejidad moral que sustenta el cine de juicios, tan relativista cuando habla de inocencia y verdad.
Lo peor:
Se echa de menos algo de concreción en el relato de la investigación, y de más algo de prisa en su resolución.
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