Cine y Arte
Los cuchillos de Warhol, las pistolas de Vijande y las cruces de Alaska
La cantante participa en un interesante documental que dirige Sebastián Galán y que profundiza en la trascendencia cultural que supuso la histórica visita del artista a Madrid
Hay que tener un elevado porcentaje de magnetismo, de involuntario misterio –porque no existe nada más atrayente que la observación del que no conoce su propio atractivo– o de agitada trayectoria, para que, en un documental sobre la histórica visita de Warhol a Madrid en 1983 con motivo de la inauguración de su primera exposición en la capital, tu figura, tu peripecia y tu contexto resulten casi más interesantes que los del artista estadounidense.
Esa es indudablemente la sensación que deja la indagación en el nombre del galerista Fernando Vijande durante la entretenida hora que dura el proyecto de la Colección Suñol Soler dirigido por el realizador Sebastián Galán, "Warhol-Vijande. Más que pistolas, cuchillos y cruces" que se estrena este viernes 31. Un total de 12.000 asistentes, multitud de fotógrafos y periodistas y un sólo cuadro vendido a un director de fotografía catalán de identidad desconocida se congregaron durante el mes de enero del 83 en la Galería Fernando-Vijande para asistir a la materialización del cambio tras el final de la dictadura, al culmen consagrado de la representación del puente artístico con Nueva York, a la llegada del símbolo, del icono, del excéntrico Dios de las sopas de tomate serigrafiadas: Madrid era de verdad moderno y todo el mundo quería formar parte de la construcción de esa modernidad siendo testigo de una muestra con alusiones visuales a la violencia y al catolicismo: los dos elementos más representativos en los cuarenta años de franquismo anteriores de los que el país estaba aprendiendo a desprenderse.
"Había muy pocas galerías donde nosotros tuviéramos cabida como espectadores"
"Sin duda esto era mucho más que una visita. A la hora de enfocar el lugar desde dónde queríamos contarlo en el documental había que tener en cuenta la Transición española para contextualizar y no podíamos olvidar la Movida, pero esta vez desde el punto de vista del arte y no desde la música o la política, algo nunca antes hecho. ", explica Galán en entrevista con este periódico subrayando la importancia de que en esta ocasión se explore el terreno artístico de la Movida y el peso de las obras y los nombres que en ese momento empezaban a despuntar gracias precisamente a la labor que llevaban a cabo galeríascomo la de Fernando.
Espacio para todos
Preguntada por la temperatura de los circuitos de las galerías en el Madrid de la época y por la celebración colectiva de estos espacios en donde se exponía la obra de nombres emergentes pero también se disfrutaba, se mezclaba socialmente a personas procedentes de diferentes clases, se estimulaba, se bailaba, se intercambiaba y se compartía, Alaska, que participa en la cinta y se reúne en distintos países con personas del círculo de Warhol hasta llegar a las fotos originales que le hizo en medio de una actuación con Dinarama y que el artista utilizó para una de sus obras cosidas titulándola "Mujer desconocida", reconoce que "había muy pocas galerías donde nosotros tuviéramos cabida como espectadores, te quiero decir".
Y es que, "el mundo del arte de la primera transición –y digo primera porque aquí no se puede separar los ochenta y los setenta, es absurdo–, entonces, a finales de los setenta como te digo, nosotros ya estábamos por ahí haciendo grupos y tenías un amigo pintor y ibas a las galerías", comenta Olvido. "Había un mundo muy cerrado que era el del arte contemporáneo previo en nuestra generación, el de los abstractos, donde lo figurativo estaba mal visto y el pop ya no te quiero ni llegar a decir lo que pensaban de él. En ese sentido había muy pocas galerías donde hubiera artistas que pudieran ser interesantes para ti a ese nivel y donde no te miraran mal por entrar. Nos movíamos entre Buades y Vandrés (primera galería que Vijande fundó junto a la fotógrafa Gloria Kirby a principios de la década de los setenta y que acogió las primeras performance, los primeros happenings), íbamos a ver a los pintores que en ese momento estaban despuntando como Guillermo Pérez Villalta, que además se convirtió en un amigo. Todo ese movimiento deriva luego en la galería de Fernando, en donde ya el concepto en sí mismo de galería se convierte en una brutalidad. Ese garaje, esa inauguración con pinturas de Costus, que ya me contarás si no es una apuesta arriesgada por parte de la galería en ese momento y después por supuesto la visita y la muestra de Warhol".
Asegura Alaska que "Warhol no era un pintor, era un filósofo. Creó ese concepto del culto a la personalidad, a la suya en este caso y también la de quienes le rodeaban en los 60 y él consideraba que podía ser una estrella con la famosa frase de que "en el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos" y el calificativo de "superstar". Venía, observaba, señalaba y te elegía, ya está. Como cuando vio a Fabio y le dijo "you are a superstar". Si lo piensas es algo modernísimo para entonces y no deja de ser la base de las redes sociales de hoy. De alguna forma, ya lo vaticinó". Como añadido, Galán apostilla que "muchas veces hacemos cosas en la actualidad pensando erróneamente que nos las hemos inventado nosotros o no sabemos de dónde vienen, pero casi siempre esas cosas tienen un nombre y un apellido que ya lo hizo antes. Cuando hacemos una fiesta o cuando se contrata a una agencia de comunicación que quiere que esa fiesta que sea muy mixta y propone una convocatoria de gente más joven, gente más punk, gente más tradicional, te paras a pensarlo y eso lo hacía Fernando de manera natural en sus galerías. Me parecía necesario rescatar toda esa toda esa mentalidad abierta que tenía Fernando, ponerla en valor y entender que muchas de las cosas que estamos viviendo ahora en la actualidad son consecuencia directa de cosas que hacía él o su círculo".
Desde Vicent Fremont, vicepresidente de Andy Warhol Enterprises y colaborador del artista, hasta Christopher Makos, uno de sus fotógrafos habituales, el comisario, crítico y director de la Galería Fernando-Vijande Armando Montesinos, la fotógrafa y empresaria Teresa Nieto, la directora de la mencionada galería Vendrés Marisa Torrente, Manuel Segade, director del Reina Sofía, Ágatha Ruiz de la Prada o un revulsivo y libérrimo McNamara entre otros. La sucesión de entrevistados que aparecen en el documental relacionados estrechamente con la fusión creativa que se produjo entre la influencia satelital del espíritu warholiano de The Factory y la germinación creativa de la Movida gracias al empeño de Vijande por traer al rey del Pop Art, hilvanan progresivamente el relato de un galerista atípico. Alguien que, como asegura el artista y escultor Miquel Navarro en un momento determinado, no negociaba con el arte, no compraba arte para venderlo, porque en el fondo era un mecenas.
"Nunca se lucró de la obra, esa era la diferencia", recalca en connivencia con la idea defendida también por el hijo del galerista y presidente de la Fundación Suñol, Rodrigo Navia-Osorio Vijande, quien nos asegura que su padre tenía mucha intuición para encontrar "a todos estos artistas que estaban empezando y que no podían vivir de vender cuadros todavía. Él les daba un sueldo y les daba tiempo: ‘‘vete trabajando con este dinero y al final montamos una exposición. Si vendemos, te daremos parte de lo que se venda’’. Pero lo normal era que no se lo vendieras y si ocurría, el artista terminaba ganando. Luis Gordillo siempre dice que gracias a que Fernando le pagaba un sueldo, él pudo dejar de dar clases y convertirse en un pintor. Si no hubiera sido por estas ganas genuinas de mecenazgo, pues quizá no hubiera existido Gordillo ni toda una generación".
"Luis Gordillo siempre dice que gracias a que Fernando le pagaba un sueldo, él pudo dejar de dar clases y convertirse en un pintor"
"En la calle de La Palma, en el número 14, en la Casa de Las Costus, en La Factory de España. La Juana de O, La Queta, La Fanny McNamara, Alaska, Mario Vaquerizo, a veces, Carlos Berlanga, Bernardo Bonezzi, Blanca Sánchez y todas las rockstars de la música española estaban allí, pero Fernando Vijande puso la escena y dijo: voy a ir a la calle Palma 14, número 14 a la Casa de Las Costus con A. Warhol. Andy, Andy, Andy. ¡Oh Andy! Vino con su polaroid, foto por aquí, foto por allá. Fotograma, polaroid, ciclorama. Solo era un ciclorama, solo era un ciclorama, solo era un fotograma, solo era una foto, la sangre corría por sus venas y la tinta corría por las telas. Cuchillos, pistolas, navajas. Todo se vendía, por 1 millón de dólares baby, que nadie tenía, solo la Casa Blanca y el Coliseo. A. Warhol estuvo aquí, y nos dijo: bonitas España es lo más, bueno yo me voy a Nueva York, porque me van a matar y prefiero morir allí, adiós guapas", canta metafórico y verborreico Fabio al final del documental performando la estela burbujeante que dejó la visita de la consagración.
Vijande murió prematuramente a los 57 años habiendo sido uno de los mayores activadores de la modernidad cultural de la España de la Transición. No hubo pistolas, ni cuchillos, ni cruces en su despedida, pero igual que Warhol, su idea no era vivir siempre, sino crear algo que sí lo hiciera. Él cristalizó convivencias, se codeó familiarmente con la burguesía de la que procedía con el mismo interés y la misma vocación con la que buceaba en la textura nocturna del underground, tendió puentes, trazó mapas, impulsó talento. Los mismos que ahora vuelven a ser recorridos, rescatados y homenajeados gracias al documental de Galán y que esperemos sirvan para propiciar, como mínimo, un Imprescindibles sobre la vida de este hombre fascinante tan lleno de multitudes y posibilidad.