
Sección patrocinada por 

Patrimonio
Un edificio modernista de Lugo, bajo amenaza de demolición
El modelo del cineasta Oliver Laxe para su proyecto social y cultural podría salvar Casa Benedicto

Navia de Suarna, en lo más profundo de los Ancares lucenses –Reserva de la Biosfera–, está a punto de perder una de sus señas de identidad. El castillo, el puente medieval, el molino y su horreo de grandes pilares son un símbolo hoy a salvo en este rincón de Galicia, pero el edificio modernista que preside su plaza mayor será solo un montón de escombros este mes de septiembre si nada lo remedia.
El alcalde de la localidad, José Fernández (PSG), esgrime motivos de «seguridad» y económicos, porque los cálculos apuntan a una reforma con un coste de más de 200.000 euros, y el consistorio «no tiene ese dinero», según ha declarado a «El Progreso».
Memoria colectiva
En Navia, LA RAZÓN ha constatado el debate que genera la pervivencia o no de la histórica Casa Benedicto, donde los partidarios de mantener el edificio son los que han hecho más visibles sus argumentos a favor de este ejemplo de arquitectura de primeros del siglo pasado que se pierde en la memoria colectiva de los naviegos.
El regidor se ha reunido con representantes de los que claman por salvar el inmueble, acondicionarlo y darle una función pública, que bien podría ser «una oficina de turismo», como apunta Ovidio Fernández –uno de los más activos defensores de su conservación y promotor de la recién creada Asociación Cultural Patrimonio Naviego–, que en 2017 ya estuvo inmerso en una lucha que llegó a sumar 7.000 firmas de apoyo en Change.org.

El primer edil socialista expuso los motivos que llevan al Ayuntamiento a proceder a su demolición, pero los valedores del singular edificio enarbolan la bandera del patrimonio y la identidad por encima de cuestiones monetarias, un área ya cubierta por el municipio en el caso de la demolición, con un coste de 27.000 euros que asumiría con fondos de la Diputación lucense.
En las mismas fechas de la recogida de firmas de hace 8 años, un acuerdo de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), instó a que se promoviera la rehabilitación del bloque, que en su momento albergó una sastrería y que en 2005 compró la Diputación de Lugo para derribarlo con intención de despejar la plaza de la villa.
Con sus tres alturas y planta baja, su carpintería blanca y su llamativa estrechez, que obligó a construir las escaleras por la galería, Casa Benedicto «era un rascacielos en su momento», comenta Ovidio, que desgrana la historia del enclave junto al río, donde recogía a primeros de este agosto, cámara en mano, testimonios de vecinos y visitantes que ya ha entregado al alcalde en un «pendrive» en un desesperado intento de salvar parte del patrimonio local.
El pasado 29 de julio, Fernández participó en un acto que congregó a más de 70 personas en la plaza de A Proba de Navia, ante la silueta de Casa Benedicto, donde los arquitectos Carlos Hernández Coto y Jorge Duarte Vázquez destacaron la particularidad de un edificio levantado en la década de 1920 por Víctor Fernández Pardo, quien no llegó a habitarlo.

Curiosamente, este lo construyó para demostrarle a su hermano, que había costeado dos edificios importantes justo detrás, «que valía tanto como él», y para probarlo dispuso la fachada de cara a esas propiedades vecinas. «Fue un desafío entre hermanos», relata Ovidio Fernández días después por teléfono, y «también por eso el uso de materiales y maderas nobles», aunque su dueño nunca utilizara aquellas estancias.
Posteriormente sí fue ocupada por un sastre, Benedicto Lombardero –la inscripción de su tienda es visible aún en la fachada– que dio nombre a la vivienda.
Cuenta este antiguo cámara de TVE otra «anécdota simpática» que tiene como protagonista a un conductor de autobús «que vivía en el piso de arriba y, cuando se murió, la caja no cogía por la escalera y tuvieron que bajarla por la ventana».
Añejos recuerdos aparte, la actualidad manda en Navia, y apremia. Por eso la mirada se ha fijado en el ejemplo de Oliver Laxe, cineasta local, ganador del Premio del Jurado en el Festival de Cannes con «Sirat». El naviego hoy más célebre remodeló la antigua casa de sus abuelos en la cercana Vilela para establecer allí su residencia habitual y la sede de la Asociación Ser, que trabaja para revitalizar esta zona rural. «Lo que intentamos es llevar a cabo lo que hizo él con Casa Quindós, que solicitó una ayuda a la Unión Europea para que le facilitaran fondos de apoyo rural, le dieron la subvención al 90 por ciento y la arregló. El arquitecto de esa obra es el mismo que nos apoya», explica Ovidio en referencia a Jorge Duarte.
Este experto confirma que, efectivamente, la jugada es similar. En este caso, la idea sería que el Ayuntamiento cediera la gestión de Casa Benedicto a la asociación Patrimonio Naviego y, contando con fondos de la UE, rehabilitarla para un uso público.

«Yo contaba la experiencia estos días de la sede de Casa Quindós, que en 2019 se presentó a una convocatoria de los Fondos Feder, que en aquel momento eran de 200.000 euros y llegaban a alcanzar el 90 % de la inversión prevista. En la actualidad esa ayuda se ha aminorado, está en alrededor de 100.000, pero depende de cada convocatoria, porque puede aumentar el importe máximo, y llegar a cubrir entre el 80 y el 90 % del presupuesto, siempre y cuando sea para asociaciones sin ánimo de lucro que creen edificios destinados a tener un uso abierto a la ciudadanía. Este sería el caso, y propondríamos que el consistorio destinara a la rehabilitación los 27.000 euros que tiene para derribar la casa y, además, poder optar a esas ayudas europeas, este año de 100.000 euros, y si fuera más en adelante, tener opción a esa cantidad».
Duarte lamenta la situación actual. «No entendemos cómo desde el año 2005 hasta ahora se ha permitido el deterioro progresivo de Casa Benedicto, pues entonces estaba en buenas condiciones de uso, y la inacción municipal ha sido culpable de ello».
El edificio estuvo catalogado y, «por lo tanto, tendría que haber sido objeto de rehabilitación, hasta el año 2014, cuando el avance del plan general lo incluía, pero finalmente se dejó fuera y se abrió la veda para la demolición».
Argumenta el arquitecto de Laxe que «con la herencia de toda la arquitectura tradicional del siglo XIX y anteriores, esta casa es un símbolo muy claro de lo que fue en 1920 la arquitectura que pretendía ser modernista, reflejo de otros ejemplos similares en ciudades como La Coruña o Ferrol, en las que esa fisonomía de galerías tenía un valor simbólico que pretendía demostrar la capacidad económica de una edificación, con una galería trabajada y decorada con esmero».
Por ello, Jorge Duarte razona que, «igual que reivindicamos la valoración y protección del puente medieval y del castillo, Casa Benedicto tiene el mismo valor patrimonial para Navia».

Aunque «ya hay una adjudicación a una empresa constructora para la demolición, después de las últimas conversaciones con el alcalde, creo que ante la oposición vecinal prácticamente unánime y el reconocimiento de entidades como la Asociación para la Defensa del Patrimonio Cultural Gallego, que pide también su conservación, aparte de Patrimonio Naviego, se han establecido unas vías de comunicación y lo lógico sería que el Ayuntamiento accediera a esa cesión para poder dar una nueva vida a este edificio. En una villa como esta, sería un grave error perderlo», defiende el arquitecto.
Jorge Duarte, «indignado, pero optimista, recriminaría» esta situación «a las administraciones públicas. El propio concello tenía la opción de haber accedido a fondos europeos, pero ni el PP en 2007 ni ahora el PSG lo han hecho. El deterioro ha sido gravísimo en todo este tiempo, y va en contra de la propia ley del suelo de Galicia, hay responsabilidades que les competen». Porque la normativa es clara: es «obligación de los propietarios mantener los edificios en las debidas condiciones de seguridad y ornato».
Mientras, en el vídeo que ha grabado Ovidio habla ante la cámara toda una representación de naviegos y ciudadanos preocupados por el destino de Casa Benedicto, «la más pintoresca y singular de nuestro pueblo».
Hay quienes destacan «los muchos recuerdos y el cariño. Tirar es lo último, que la restauren, que den dinero para ello». «Es de toda la vida, muy bonita y original», reivindican otros; «aquí viene mucha gente, y no marchan sin hacerle una foto». «Conservarla es mantener la historia, tirarla sería algo irrecuperable», razona un entrevistado más. Todos ellos han podido ver ya esta mirada colectiva de socorro y nostalgia proyectada sobre la propia fachada de la vivienda en peligro.

«Lo más importante es la casa en sí, que tiene una arquitectura singular, que lleva aquí toda la vida, y supondría cambiar un edificio que tiene muchos metros cuadrados por dos plazas de aparcamiento, y además está su valor arquitectónico. Se podrían hacer muchas cosas, un centro social, una oficina de turismo, lo que sea, pero hay que restaurarla y evitar que se caiga», dice por su parte José Luis Rigueiro Fernández, hostelero local, una rama empresarial que apuesta en firme por la permanencia de este emblema.
Mientras, un Oliver Laxe de viaje estos días, dispuesto a defender «Sirat» en Estados Unidos para el Oscar a la mejor película extranjera, envía su «ánimo» en la reivindicación y ofrece «todo su apoyo en la lucha en defensa de Casa Benedicto».
✕
Accede a tu cuenta para comentar