Gonzalo Alonso

El peor verano de Plácido Domingo

Plácido Domingo fue uno de los protagonistas del verano
Plácido Domingo fue uno de los protagonistas del veranolarazon

Hoy termina un verano marcado musicalmente por dos hechos: un artículo publicado en este diario y en la web Beckmesser.com y el asunto Plácido Domingo. Detrás de ellos, también muchas otras cosas.

Haitink anunció su despedida sinfónica, mientras Jansons cancelaba sus conciertos veraniegos y Petrenko triunfaba a lo grande en el Festival de Munich y asumía su nueva titularidad berlinesa con una «Novena» que decepcionó a no pocos. Pereira era relevado en La Scala con el sonado disgusto de Cecilia Bartoli, pero pronto ocupó la poltrona del Mayo Musical Florentino. Dominique Meyer le sustituirá.

En Italia siempre se juega al ruedo de sillas, pero no encuentran italianos para su primer teatro. Nézet-Seguin fue nombrado director vitalicio de la Orquesta Metropolitana de Montreal, Enrique Mazzola de la Ópera de Chicago y Edward Gardner de la Filarmónica de Londres. Nos dejó Camilo Sesto, productor, cantante y compositor de piezas que, exprimiendo el sentimentalismo, siguió en pop la estela de Puccini en la ópera.

Los festivales acapararon nuevamente la atención veraniega. Petrenko, Arteros y Yoncheva triunfaron en Munich y Kaufmann canceló «Maestros cantores». En Bayreuth un polémico pero muy estudiado «Tannhauser» frente a un horrible «Lohengrin». Los rusos se lo iban a comer, pero Netrebko canceló y Gergiev defraudó. Salzburgo alcanzó un alto nivel, pero todo lo acaparó Plácido Domingo por motivos no artísticos.

El tenor también brilló en Verona y sí por su arte, cantando «Traviata», dirigiendo «Aida» y con su gala celebrando 50 años en la Arena. Las elecciones autonómicas en España provocaron cambios culturales y Jaime de los Santos cesó como consejero de Cultura, a pesar de haberse ofrecido a diestro y siniestro. Esperemos que los Teatros del Canal, la ORCAM, el Festival de El Escorial y demás instituciones musicales recuperen el nivel que tuvieron antes de su gestión. La gestión de varias oposiciones en varios conservatorios fue un total desastre, con denuncias que incluso obligaron a repeticiones.

Desastre en el Palau de la Música valenciano, que tendrá que cerrar durante meses tras sucesivos derrumbes. Cundieron las huelgas por las orquestas andaluzas, en precariedad económica. Montserrat Caballé fue recordada como se merecía, con arte y emoción, por muchos de sus compañeros de profesión en el Teatro de la Zarzuela e Ibermúsica empezó la celebración de sus 50 años.

Pero lo dicho al inicio. El artículo «Así impone su poder el lobby lírico gay» en estas páginas y «Beckmesser.com» fue de lo más comentado, a favor por muchos, artistas famosos incluidos, y en contra por algunos ignorantes que, con pleno desconocimiento como pudieron comprobar después, incluso me tildaron de homófobo. No saben el favor que me hicieron. Allá por 1906 Caruso fue acusado de acosador tras supuestamente poner su mano sobre una visitante del zoológico. Estuvo horas entre rejas hasta que el Met pagó la fianza. Había comenzado, sin saberlo, el #MeToo lírico.

El contratenor David Daniels fue expulsado en julio de la Universidad de Michigan tras la denuncia de un alumno. A principio de verano nos llegó la noticia del problema de algunos miembros de la familia Domingo con la iglesia de la Cienciología y los dos millones de dólares que supuestamente hubo que pagar para sacarlos de ella.

Curiosamente, a los pocos días, el tenor era acusado de acoso y abuso de poder sin prueba alguna, por testimonios imprecisos y mayoritariamente anónimos. Se le juzgó sin respetar la presunción de inocencia. Ainhoa Arteta, defendiéndole, contó que fue violada y estuvo a punto de morir hace años y nos enteramos de que al tenor le habría gustado demasiado Karmele Marchante. Ríos de tinta. Miren, conozco a Plácido de toda la vida y su afición por las mujeres.

Su único pecado es que, a veces, era bastante plasta, como muchos de nosotros entonces. Ahora muchos tenemos miedo a ligar y bajamos la vista al suelo cuando coincidimos con una mujer a solas en un ascensor... o si salimos de él. Les dejo, tengo que escribir una nota pidiendo perdón por haberme disfrazado de rey Baltasar a los 30 años pintándome de negro para divertir a mis sobrinas. ¿No estamos verdaderamente desquiciados?