Pintura

España no protesta por la censura iraní al escote de Isabel II

Litografía que recoge la visita a Alicante de la reina Isabel II el 25 de mayo de 1858 con motivo del primer viaje en ferrocarril de la línea con Madrid
Litografía que recoge la visita a Alicante de la reina Isabel II el 25 de mayo de 1858 con motivo del primer viaje en ferrocarril de la línea con Madridlarazon

Parece mentira que un casto y elegante escote como el del grabado que acompaña a estas líneas haya podido desencadenar casi un incidente diplomático. Bueno, eso sería exagerado de afirmar, pero cierto malestar o bastante perplejidad sí que ha provocado. Hablamos de un grabado de mitad del siglo XIX, de 1858, concretamente, que representa a Isabel II y en el que ésta aparece retratada con un generoso escote. Punto. Nada más. Mucho hay que acercarse a la ilustración para percibir que la reina podía mostrar más de lo debido. La obra ha viajado junto con otra serie de piezas desde Alicante hasta Teherán, donde iba a formar parte de una exposición. Y lo escribimos en pasado «iba» porque la obra ya no se verá. El motivo podría ser que el vestido de la soberana era demasiado provocativo para las autoridades iraníes y, por ende, para el potencial visitante. Que la monarca hubiera necesitado un chal o una capelina para ocultar sus encantos. Lo repetimos, mucho o bastante hay que fijarse para ver algo. Ni siquiera intuirlo. Y sí, imaginarlo. Junto a señoras elegantes y caballeros encopetados, la reina luce segura y dueña de la escena. Pero las autoridades iraníes parece que han preferido prescindir de la obra para evitar tener que colocar un cartel que advirtiera del contenido pseudoerótico de la obra. Ya ha habido quien ha querido ver un atisbo de censura en las autoridades iraníes. ¿Censura? Para nada. Desde Alicante, los responsables del museo aseguran que no se expondrá «porque no encajaba con el contenido general de la muestra», que no es otro que «Alicante. Tesoros del MARQ», siglos que corresponden al Museo Arqueológico. Lo que ahora se denomina «discurso expositivo». Y es ahí donde la litografía de 1858 no encontraba su sitio. El director gerente ha quitado hierro al asunto y tilda el suceso de «anécdota que no afecta a los contenidos de una exposición que se ha adaptado a los gustos del público de Irán». La verdad es que sabiendo esto ya nos quedamos bastante más tranquilos porque inmediatamente lo habíamos interpretado como un acto de censura, malintencionados y malpensantes que somos. Es más, si se han llevado al Museo Nacional de Irán, en préstamos, claro está, no menos de 300 piezas, ¿nos vamos a molestar ahora y a preocuparnos porque una no se vaya a exhibir? Quedan 299. De sobra. No obstante y a pesar de que el incidente no vaya a romper relaciones, la vicepresidenta de la Diputación de Alicante ha declinado estar presente en la inauguración por su coherencia con su defensa de la libertad y de los Derechos Humanos y por la situación de la mujer en el país árabe. Quizá lo que no haya encajado sea que la figura de la soberana aparece junto a su esposo, Francisco de Asís de Borbón en una actitud que trasluce su poder en la España de mediados del siglo XIX. Que la soberana, que es mujer, está en el centro de la imagen, en una actitud hegemónica, mientras la ofrecen una bandeja con viandas. Y que la soberana, que es mujer, lleva los hombros y brazos al aire y luce un escote al uso, como los de la época. Nos negamos a creer que sea demasiado avanzada la imagen para la capital persa.