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Waterloo
El español que venció a Napoleón
Este 18 de junio se cumplen 210 años de la batalla de Waterloo, el enfrentamiento que puso fin al dominio de Napoleón Bonaparte en Europa

En junio de 1815, Europa contenía la respiración. Napoleón Bonaparte, tras su fuga de la isla de Elba y su marcha triunfal por Francia durante los famosos Cien Días, se preparaba para recuperar su hegemonía en el continente. Las potencias europeas, temerosas de un nuevo ciclo de guerras napoleónicas, formaron la Séptima Coalición para detenerlo. El 18 de junio, cerca de la localidad belga de Waterloo, se libró la batalla definitiva. Allí, bajo las órdenes del duque de Wellington y del prusiano von Blücher, los ejércitos aliados enfrentaron al genio militar corso. Y, entre ellos, también estuvo España, representada por un personaje singular: el general vitoriano Miguel Ricardo de Álava.
De aliado de Francia a opositor de Napoleón
Álava nació en Vitoria en 1770 y tuvo una brillante carrera militar y naval. Sirvió como marino y llegó al rango de capitán de corbeta. En 1805, participó en la batalla de Trafalgar, en aquella ocasión alineado con los franceses, aliados entonces de España. Sin embargo, todo cambió con la invasión napoleónica de la Península Ibérica en 1808. La brutalidad de las tropas francesas y el secuestro de la familia real española por parte de Napoleón provocaron un giro radical en la política española y en la vida de Álava.
Convencido defensor del orden constitucional y de la causa nacional, Álava se sumó a la lucha contra los invasores. Gracias a su formación académica —hablaba inglés y francés, y poseía conocimientos de matemáticas y física— y a su carácter conciliador, pronto se convirtió en un interlocutor fundamental con los británicos. Su relación con el duque de Wellington, comandante supremo de las tropas aliadas en la Península, fue estrecha y de mutua admiración.
Waterloo: el español en el cuartel de Wellington
En 1815, Álava se encontraba en Bruselas como enviado del gobierno español y como miembro del Estado Mayor del ejército aliado. Aunque no tuvo una participación directa en el combate, estuvo presente en el cuartel general de Wellington durante la batalla de Waterloo. Su papel fue el de asesor y enlace político entre España y los aliados. Su presencia en el corazón de las decisiones estratégicas, junto al propio duque, demuestra la relevancia que tuvo como figura diplomática y militar.
El hecho de que un español participara en dos de las batallas más icónicas del siglo XIX —Trafalgar y Waterloo— y desde bandos opuestos, resume bien la complejidad política y militar de aquella época. Pocas figuras históricas europeas pueden presumir de algo similar.
Exilio y reconocimiento
La vida de Álava continuó marcada por los vaivenes políticos. Durante el reinado absolutista de Fernando VII, Álava, fiel al constitucionalismo, se exilió en Londres bajo la protección británica. Posteriormente, durante la regencia de María Cristina, fue amnistiado y nombrado embajador de España en Londres, cargo que desempeñó con gran habilidad diplomática.
Un legado a recuperar
En 2025, dos siglos después de Waterloo, es justo recordar el papel de España —y de Miguel Ricardo de Álava en particular— en la caída definitiva de Napoleón. Su figura encarna el ideal de militar ilustrado, patriota y diplomático, comprometido con la causa liberal y con una Europa en equilibrio. Aunque su nombre no suene tan fuerte como el de Wellington o Blücher, su contribución a la victoria aliada merece un lugar destacado en la memoria colectiva de Europa y, especialmente, de España.
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