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Mujeres desconocidas

Faltonia Betitia Proba, la escritora de los puentes entre mundos

Esta innovadora mujer usó el lenguaje de Virgilio para contar el Nuevo Testamento, ‎fusionando ambas culturas literarias en el siglo IV

Faltonia Proba enseñando la historia del mundo en esta miniatura de Boccaccio
Faltonia Proba enseñando la historia del mundo en esta miniatura de Boccaccio Wikimedia

‎¿Puede un poema tender puentes entre diferentes ideologías y transformar un relato que exalta ‎la violencia heroica por una epopeya de paz? No solo es posible, sino que fue escrito por una ‎mujer que cuesta reconocer su nombre: Faltonia Betitia Proba, Flatonia Veccia, Faltonia ‎Anicia, Valeria Faltonia Proba, Proba Valeria, o simplemente denominación de Proba. Nació ‎en torno al 322, o bien en Etruria o en Roma, en una familia noble que valoraba la educación. ‎No sabemos su fecha ni lugar de nacimiento, pero sí su contexto, debido a los retazos de ‎información en sus escritos. Su abuelo y padre fueron cónsules, ella se casó con el prefecto de ‎la ciudad, y sus hijos también alcanzarían el consulado. ‎

Mientras el emperador Constantino revolucionaba el mundo con el Edicto de Milán en 313 -que otorgaba libertad religiosa a los cristianos- y el Concilio de Nicea establecía la doctrina ‎cristiana en 325. En medio de esos cambios, Proba se convertiría al cristianismo (su familia la ‎seguiría posteriormente) y, asimismo, se sentiría impulsada a crear poesía. A través de sus ‎escritos, reconoció el papel fundamental que la educación literaria podía desempeñar en el ‎cambio de los valores de una cultura. Es más, en su «Prefacio», pide al Emperador que guarde ‎su poema para sus nietos: «Léelo una vez más, consérvalo durante mucho tiempo y entrégalo al ‎joven Arcadio, y que él haga lo mismo con su descendencia. Que su augusta descendencia lo ‎asuma siempre y lo enseñe a los suyos». ¿Por qué este deseo? Quizás porque tenía una visión ‎ambiciosa, al desear tender puentes entre el mundo pagano que la había formado y la fe ‎cristiana que había abrazado. El resultado fue un poema de retazos llamado “Cento ‎Vergilianus de laudibus Christi” (Centón Virgiliano sobre las alabanzas de Cristo).‎

Su obra maestra era algo nunca visto. Imaginen un rompecabezas literario gigantesco: Proba ‎tomó versos completos de Virgilio, el poeta pagano más venerado de Roma, extraídos de ‎diferentes obras (las “Églogas”, las “Geórgicas” y la “Eneida”), y los reordenó ‎meticulosamente para contar la historia cristiana desde la Creación hasta la vida de Cristo. ‎Cada línea de su poema provenía literalmente de Virgilio, pero el resultado era completamente ‎cristiano, como reorganizar las piezas de un cuadro clásico para crear una obra nueva.‎ La reacción fue explosiva. Proba declaraba audazmente que «Virgilio cantó las obras piadosas ‎de Cristo», sugiriendo que el gran poeta pagano había anticipado de alguna manera el ‎cristianismo. Para algunos, esto era brillante; para otros, una herejía.‎

El poder de la educación

San Jerónimo, uno de los Padres de la Iglesia más influyentes, estalló de indignación. La acusó ‎de hacer «cristiano a un Virgilio sin Cristo». Pero el “cento” de Proba fue muy leído y ‎valorado durante más de un milenio. En el siglo XV nos encontramos con un manuscrito del ‎humanista renacentista Giovanni Boccaccio en que se ilustra con una llamativa miniatura de ‎Proba enseñando la historia del mundo desde la Creación. Y en 1472, el “cento” se imprimió. ‎De hecho, se ha sugerido que Proba podría ser la primera mujer en la historia cuyo trabajo se ‎hizo disponible en forma impresa.‎

Proba no es sólo la primera mujer poeta cristiana cuya obra nos ha llegado, sino que, en una ‎época de violenta división religiosa, cuando cristianos y paganos se enfrentaban en batallas ‎ideológicas feroces (junto a las guerras civiles de los años 330 y 350), Proba demostró que la ‎literatura podía construir puentes. Ella escribió: «En días pasados, líderes que transgredieron ‎sagrados tratados de paz, hombres perdidos presa de una viciosa lujuria de poder, de ‎numerosos asesinatos, de las crueles guerras de reyes, [...] Confieso que escribí sobre estas ‎cosas. ¡Demasiado como para recordar desgracias!». No eligió el camino fácil de rechazar su ‎herencia cultural pagana, ni tampoco se conformó con una conversión superficial.‎ Su historia ilustra algo profundo sobre el poder de la educación y la literatura para sanar ‎nuestras divisiones más profundas. En lugar de destruir el pasado, Proba lo transformó. En ‎lugar de rechazar la cultura clásica, la reimaginó. Y es que es posible honrar nuestras ‎tradiciones mientras las transformamos.‎