Concha García

Golda Meir, la «dama de hierro» que luchó por Israel

Fue una mujer pionera al asumir el cargo de primera ministra en 1969 y se convirtió en una referencia para el pueblo judío

Golda Meir nació en Kiev (Ucrania) en 1898 y murió a los 80 años en Jerusalén (Israel) tras una vida dedicada a la política / Ap
Golda Meir nació en Kiev (Ucrania) en 1898 y murió a los 80 años en Jerusalén (Israel) tras una vida dedicada a la política / Aplarazon

Fue una mujer pionera al asumir el cargo de primera ministra en 1969 y se convirtió en una referencia para el pueblo judío.

La paz es uno de los bienes más preciados que menos se ha sabido cuidar y respetar durante la historia de la humanidad. Siempre ha habido algún tipo de egoísmo, ambición u odio de por medio que ha provocado destruir cualquier indicio de paz que existiese. Es aun así llamativo que aquellas sociedades más perjudicadas y que más episodios de guerra han conocido son las que más utilicen el respeto como base para sus formas de vida. Pero también suelen ser las más débiles y frágiles para dejarse caer de nuevo en otro abismo. Ante esto, a veces, hay oportunidades: sea en forma de pactos políticos, de cambios de conciencias o de personas. Para Israel y los judíos, esa oportunidad de mejorar fue Golda Meir. Nació en Kiev (Ucrania) en 1898 y murió 80 años más tarde en Jerusalén (Israel). Su larga vida fue a su vez completa: Meir fue una mujer con bondad, luchadora incansable y pionera en la profesión a la que se dedicó en cuerpo y alma, la política.

En febrero de 1969 murió el primer ministro israelí Levi Eshkol. Fue una noticia inesperada y, aunque había bastantes nombres que aspiraban a su sucesión, la elegida fue Golda Meir. De esta manera, se encargó de las responsabilidades del Gobierno hasta que se convocaron elecciones generales en el Kneset –parlamento israelí–. Tras la votación, Meir salió de nuevo victoriosa y bastante respaldada: se convirtió en marzo de dicho año en la primera mujer en asumir el cargo de primera ministra de Israel, además de ser la tercera en el mundo en alcanzar un alto puesto en la política. Es decir, Meir fue una mujer pionera.

«No» a la compasión

Pero no son solo los títulos los que reconocen la gran trayectoria de la que algunos apodaron la «dama de hierro». Fue en la primera década de 1900 cuando Meir comenzó su lucha por la justicia: fue activista en el movimiento sionista. Esta formación buscaba, ante todo, el establecimiento de un Estado propio para los judíos. De esta manera, basó sus fuerzas, su paciencia y su inteligencia en alcanzar una manera por la que el pueblo judío pasase de ser perseguido a poseer su propia nación y sus propias normas. «Solo hay una cosa que espero ver antes de morir, y es que mi pueblo no necesite manifestaciones de compasión nunca más», proclamó en una ocasión Meir.

Con esto, fue avanzando paso a paso para terminar haciendo historia tanto en el que consideró siempre su país, Israel, como en el mundo. Tanto fue así que fue una de las 25 firmantes en la Declaración de Independencia de Israel, tras la cual la política confesó: «Después de firmar, lloré». Dedicación, vocación y actitud. Tres de las numerosas palabras que definieron a la que fue ministra de Trabajo y Seguridad Social (a partir de 1949) y Ministra de Asuntos Exteriores (1956) antes de ocupar el cargo de primera ministra.

Además, fue clave en negociaciones con Estados Unidos para recaudar dinero para el ejército israelí, y le tocó vivir el asesinato de 11 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich (1972) y la Guerra de Yom Kipur. Sin embargo, aún sufriendo tiempos difíciles, Meir era férrea en cuanto a sus ideas por proteger a los judíos: «Nunca he sido partidaria de la inflexibilidad, excepto cuando atañe a Israel. Si se nos critica de ser o no ser es porque hemos decidido que, sea como fuere, somos y seremos».