¿Por qué decimos “talón de Aquiles” para señalar una vulnerabilidad?
La expresión está estrechamente ligada con la mitología griega, refiriéndonos a la leyenda del gran héroe de la guerra de Troya
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La mitología, pese a la fantasía que le rodea, está repleta de referencias con la realidad. De ella han surgido leyendas sobre la creación de países y aspectos humanitarios, así como también es vigente su uso a la hora de comunicarnos. Es el caso del “talón de Aquiles”, una expresión estrechamente ligada a la mitología griega y que hoy guarda relación hasta con la medicina. Aquiles fue un héroe de la guerra de Troya, principal personaje de la bibliografía de Homero por su presencia en “La Ilíada”. Pues bien, este guerrero es conocido por su invulnerabilidad en todo su cuerpo, excepto en el talón. Según las leyendas, Aquiles murió al clavársele una flecha envenenada en esta parte de la pierna, y ahí nace la expresión del “talón de Aquiles”.
Se utiliza para aludir a la máxima debilidad o vulnerabilidad de una persona, así como en anatomía se llama “tendón de Aquiles” a aquella parte posterior de la pierna. Son unas bandas resistentes de tejido fibroso que conectan los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón. Cuando estos músculos se flexionan, el tendón de Aquiles tira del talón, movimiento que nos permite estar de puntillas, correr o saltar. Son los tendones más fuertes del cuerpo, por lo que podría resultar contradictorio que nos dirijamos a él con el apellido de “Aquiles”.
La madre de Aquiles, Tetis, rechazó a los dioses y Zeus se enfureció tanto que decretó que jamás se casaría con uno. Otra teoría dice que estaba escrito que Tetis tendría un hijo más fuerte que su padre, que empuñaría un arma en su mano más poderosa que el rayo o el tridente. De esta manera, al ser Zeus alertado de esta premonición, se aseguró de que Tetis se casara con un hombre mortal, para que así su hijo no pudiera desafiar el poder divino. Y fue elegido el rey de los guerreros, Peleo, el hombre más piadoso del planeta, pero un mortal.
Tetis quiso inmortalizar a su hijo, pues no quería aceptar que algún día su hijo, al contrario que los dioses, pudiera ser vencido por la muerte. Por tanto, a través de un ritual, dice la mitología, purificó su cuerpo con ambrosía para volverlo invulnerable, pero Peleo le interrumpió justo cuando quería proteger la parte del talón. Asimismo, hay documentos que sostienen que Tetis inmortalizó a su hijo bañándolo en el río Estigia, siendo su talón exento de este ritual al ser la parte del cuerpo por donde su madre le sostuvo.
Estas son, no obstante, dos de las muchas profecías que hablan sobre la debilidad de Aquiles, así como también existen innumerables teorías sobre su muerte. Si bien Homero no menciona en su obra que falleciera por un ataque al talón, sí hay varios relatos que apuntan a su muerte cuando una flecha, disparada por el príncipe troyano Paris, lo alcanzó. De esta manera, aún hoy nos referimos a nuestros puntos débiles como nuestro “talón de Aquiles”. Un aspecto que, por tan solo nuestra condición de seres humanos, todos albergamos, sea literal, psicológica, física o figuradamente.