El salario mínimo en el Imperio Romano: cuando la legión exigió cobrar un sueldo
A los soldados, en un principio, se les pagaba con sal, pero el modelo impuesto por las autoridades se mostró insuficiente
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En la época del Imperio Romano, la economía se caracterizaba por la agricultura y el comercio como actividades principales. La población pagaba impuestos al Estado a cambio de poseer y explotar las tierras, trabajadas por ciudadanos libres que, en tiempos de guerra, eran reclutados e incluidos en las legiones. Los ejércitos jugaron un papel importante en la expansión territorial, pero el modelo a tiempo parcial se mostró insuficiente con el tiempo, lo que llevó a los soldados a que tuvieran un sueldo.
Tanto a los soldados como a los funcionarios públicos se les pagaba con sal, que en la época, era un producto muy valioso y apreciado. De ahí el origen etimológico de salario (salarium). Las conquistas en las que se embarcó Roma fueron innumerables. Grandes territorios acabaron ocupados por el Imperio, que abarcaba sur y oeste de Europa, oeste de Asia y norte de África. Varias fases y etapas para llegar a su plenitud que, como era normal, necesitaban tener siempre disponibles a sus guerrilleros.
Esto, sumado a establecer guarniciones en los territorios sometidos, obligó a reorganizar las legiones, convirtiéndolas en un ejército regular. Un cambio que, consigo, llevó a que los soldados tuvieran que recibir una paga: el stipendium (o estipendio).
El problema de esta situación es hacer frente al gasto, pero las autoridades imperiales lograron una solución: que fueran los propios conquistados quienes les pagaran. De esta forma, cuando el ejército romano llegaba a un territorio, daba dos opciones a la tribu en cuestión: firmar un tratado o enfrentarse a las todopoderosas legiones. En cualquiera de los dos casos, tendrían que pagar, ya que si aceptabas ser aliado e ibas a la guerra, lo más seguro es que perdieras, lo que te hacía estar al mando de un gobernador nombrado por Roma y pagar tributos, tanto en forma de dinero, de provisiones o con cualquier otro servicio.
La parte que se satisfacía económicamente se liquidaba en moneda, utilizándose para pagar a los legionarios que habían conquistado el territorio. La base del sistema monetario romano fue el denario, una moneda de plata que pesaba 4,5 gramos y comenzó a acuñarse en el siglo III antes de Cristo. Cada vez que necesitaban financiación, optaban por subir impuestos o devaluar el denario, cuyo valor dependía por el metal empleado en su fabricación y por su peso, pero bastaba con reducir la plata empleada para hacer la moneda.
¿Cuánto cobraba un soldado romano?
Los legionarios cobraban en sestercios, que equivalían cada uno a un cuarto de denario. El sueldo de los soldados varía en función de la etapa del Imperio Romano. Por ejemplo, en tiempos de la República, estos cobraban 450 sestercios al año, cantidad que fue doblada por Julio César. Esos 900 se repartían en tres pagos al año de 300 de cada uno. Más tarde, con Domiciano, subió cada pago a 400, haciendo un total de 1200 sestercios al año. Caracalla, en torno al año 211 d.C, la incrementó considerablemente, aunque el aumento de salario no era bien visto por los senadores.
Pero los romanos también tenían sus impuestos, y la cantidad variaba. Por un lado debían contribuir a un fondo funerario, aunque también recibían sobresueldos para comprar artículos que necesitasen. Así, la “valentía” también era recompensada, ya que si los altos mandos lo consideraban, podían recibir los títulos de sesquipliciarus y duplicarius, que les hacían cobrar un 50% más o el doble, respectivamente.
Otras fuentes de ingresos iban desde los donativos, las bonificaciones que cada nuevo emperador solía conceder al ascender al trono, o los botines de guerra. Por otro lado, tenían sus pensiones, y cada legionario cobraba 12.000 sestercios.