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El robo del Stradivarius de Kochansky

La historia de este instrumento atraviesa todo el Siglo XX: de los comunistas a los capos mafiosos de la Italia moderna fueron detrás de un objeto único
Institu
La Razón
  • César Alcalá

    César Alcalá

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El violinista Paul Kochanski está considerado uno de los mejores violinistas de su generación. Nació en Odesa en 20 de agosto de 1887. Estudió con Emil Mlynarski y Leopold Auer. Debutó a los 14 años. Su carrera estuvo marcada por su amistad con el pianista Arthur Rubinstein. Este le abrió los escenarios de Europa y América. El compositor Karol Szymanowski le dedicó sus dos conciertos para violín. En 1924 fue nombrado profesor de violín de la Julliard School. Kochanski falleció de cáncer el 12 de enero de 1934. A su entierro acudieron 1.500 personas. Levaron su féretro Arturo Toscanini, Frank Damrosch, Walter Damrosch, Jascha Heifetz, Vladimir Horrowitz, Fritz Kreisler, Serge Koussevitzky, Leopold Stokowsky y Efrem Zimbalist. ¿Por qué hablamos todavía hoy de Paul Kochanski?
En el año 1910 fue nombrado director de la Filarmónica de Varsovia y en 1913, profesor de violín del Conservatorio Imperial de San Petersburgo. Siendo profesor de este conservatorio tuvo una amistad muy cercana con el Zar y la Zarina. Una relación que desencadenó en una historia que podríamos tildar de romántica. En el año 1717 Antonio Stradivarius construyó uno de sus famosos violines. A finales del siglo XIX éste violín fue adquirido por el Zar Nicolás II. En octubre de 1917 estalló la revolución bolchevique. La Zarina tuvo miedo de que esa joya fuera maltratada por un grupo de salvajes. Por lo tanto, le dio a Kochanski el violín para que los salvara de la destrucción. Aquel violín estaba considerado como uno de los cinco mejores Stradivarius del mundo. Con los años se llamó conde Matvey Vielgorsky, conde Loris-Melikov y, a partir de 1920 como Kochanski.
La revolución rusa hizo que Kochansky volviera a Polonia. Huyó en un tren, cargado de animales de granja, con su gran amigo Arthur Rubinstein. Los revolucionarios detuvieron el convoy. Para salvar la vida, Kochanski decidió tocar melodías revolucionarias. Esto les permitió llegar sanos y salvos a Polonia. De allí, a Londres. Como resulta que la economía de Kochansky no era muy boyante, vendió el violín a la Galería Hill por 1.300.000 francos de la época.
Los años pasaron y el violín, conocido como Kochansky, fue adquirido, en 1975, por el violinista francés Pierre Amoyal por 200 millones de pesetas. Hasta aquí el peregrinaje del Kochansky, que lo llevó de Cremona a Rusia, Polonia y Londres. El violín, en Londres, estaba en el taller de Desmond Hill. En cierta ocasión se lo enseñó a Pierre Amoyal. Se lo dejó tocar y al finalizar le dijo que ese violín tenía que ser suyo. Hill lo desanimó: «Puede que tengas que esperar una eternidad porque este violín pertenece a un coleccionista de Londres, un millonario, que toca con pasión el cuarteto de cuerda una vez por semana. Todos los sábados se envía un Rolls Royce a recoger el violín y, después de haber tocado el cuarteto de Beethoven, el instrumento vuelve a nuestra caja fuerte. Esto ha estado sucediendo desde que Paul Kochanski nos vendió este violín, hace 50 años».
La mafia italiana
Pasaron tres años y, cierto día Amoyal recibió una llamada de Hill que e decía: «¿Recuerdas el Kochanski que has probado? Si lo quieres, está a la venta a partir de hoy. El dueño ha muerto y sus hijos no quieren quedárselo, así que…». Amoyal tuvo que vender todo lo que tenía para poder comprarlo. Pero aquí no acaba la historia. El 15 de abril de 1987 le secuestraron en Saluzzo (Italia) mientras viajaba con el violín en el portamaletas del Porsche. Inmediatamente se movilizó la policía de medio mundo. Dadas las condiciones y el prestigio del violín, se implicaron en la investigación desde anticuarios a investigadores privados e incluso jefes de la mafia. Los secuestradores eran profesionales y pidieron un rescate de 300 millones de pesetas.
Pocos meses después, corrió el rumor que estaba a la venta un violín. Era el Kochansky. A pesar de todos los esfuerzos, en aquella ocasión no lo pudieron recuperar. En el año 1989, dos años después de su secuestro, los carabineros de Turín interceptaron una llamada telefónica de una familia de traficantes de droga de Calabria, en la cual, un pequeño jefe de la mafia decía que poseía un Tintoretto y un violín robado en Saluzzo. Finalmente, a principios de abril de 1991, los carabineros de Turín detuvieron a dos matrimonios que iban en un Mercedes y pudieron recuperar el violín. El secuestro duró cuatro años y, afortunadamente, el violín no sufrió ningún daño. El Kochanski sigue siendo, hoy en día, propiedad de Pierre Amoyal.