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Historia

El Cid Campeador: el "mercenario" violento del que todos se quieren apropiar

La historiadora de la Universidad de Cambridge Nora Berend asegura que "hay que distinguir entre el Rodrigo histórico y los muchos Cid de leyenda"

El actor Jaime Lorente se metió en la piel de El Cid para darle vida en la pequeña pantalla Amazon Prime

La historiadora de la Universidad de Cambridge Nora Berend dibuja al Cid Campeador como "un mercenario" en una biografía en la que recuerda las "falsedades" que recoge el famoso poema medieval y apuesta por separar al Rodrigo histórico y los múltiples Cid de leyenda.

En una entrevista con EFE, Berend, que comenzó a interesarse por la historia del Cid cuando investigaba sobre figuras medievales con una legendaria vida después de la muerte y un papel muy politizado en la historia nacional, considera que "hay que distinguir entre el Rodrigo histórico y los muchos Cid de leyenda".

Concluye que su figura "no es un modelo a seguir o a utilizar para legitimar objetivos políticos", entre otras razones, porque "Rodrigo era sin duda un hijo de su época, con una península que no estaba simplemente dividida entre cristianos y musulmanes".

Estatua ecuestre del Cid en el Balboa Park, en San DiegoWIkipedia

Recuerda Berend que "los enfrentamientos se producían a menudo entre cristianos y cristianos, o entre musulmanes y musulmanes, y las alianzas también atravesaban regularmente las líneas religiosas, y ese contexto ofreció muchas oportunidades a los guerreros".

Escasez de fuentes medievales

La escasez de fuentes facilita, a su juicio, la creación de mitos, pero también ha desempeñado un papel clave la facilidad con que podían ajustarse las interpretaciones de sus hechos.

"Cada individuo o grupo que quería utilizar la historia del Cid para sus propios fines cambiaba algo, pero en general aumentaba su fama", indica la historiadora.

Y son muchos los que han forjado el mito: "Su viuda Jimena y sus descendientes, los eclesiásticos y en particular los monjes de San Pedro de Cardeña, las autoridades urbanas de Burgos, un amplio abanico de autores literarios, entre ellos Corneille, un general del ejército de Napoleón y Ramón Menéndez Pidal se beneficiaron de la figura mitificada y añadieron nuevas capas al mito".

Por ejemplo, relata la historiadora, los eclesiásticos que se beneficiaron de las donaciones de Rodrigo tenían un interés particular en representar a su patrón como un salvador de los cristianos enviado por Dios: "Deseaban tanto un patrón sobrenatural como una figura santa que atrajera peregrinos, donaciones y favores reales".

Primera página del manuscrito del 'Cantar del Mío Cid' .

Al margen de analizar el mito creciente y sus promotores, la autora se aproxima a la figura del Cid desde "la realidad de la época y la correspondiente vida violenta y oportunista que llevó Rodrigo, sin la reinterpretación simpática de muchas de sus acciones, como su relación con Alfonso VI".

De este modo, Berend prefiere utilizar el término mercenario al de vasallo asalariado: "Rodrigo desempeñó muchos papeles a lo largo de su vida, fue vasallo de reyes cristianos, sirvió a reyes musulmanes taifas de Zaragoza y, finalmente, conquistó Valencia para él y se convirtió en su soberano".

Y añade: "Mercenario no tiene los ecos de glorificación que tienen muchos otros términos y también describe la naturaleza oportunista de sus acciones, que parece haber sido una constante durante su vida".

La biografía describe al Cid como alguien violento, y "aunque así aparece en las fuentes árabes, hay suficientes pruebas que demuestran que fue un gobernante severo que exigía riquezas".

La escasez de fuentes tampoco permiten saber si deseaba convertirse en rey, aunque hubo otros en la época que ascendieron a la realeza desde orígenes similares en la aristocracia guerrera.

"Rodrigo gobernó Valencia como soberano, y quizás, de haber vivido más tiempo, habría tomado un título real, aunque no necesariamente, apunta la catedrática.

En su análisis, la historiadora piensa que "el Poema transformó significativamente al Rodrigo histórico en héroe cristiano, leal vasallo del rey y patriota castellano, papeles que no desempeñó en la vida real".

El texto también presenta a Rodrigo como si en vida hubiera tenido importantes vínculos con el monasterio de San Pedro de Cardeña, y en cuanto a la historia de sus hijas en el Poema es "completamente inventada, incluso sus nombres son incorrectos".

Creo que es importante recordar que las mujeres aristocráticas de la época no eran princesas Disney esperando a ser rescatadas.

Aporta la biografía una cierta perspectiva de género, pues "a pesar de que se sabe muy poco de las hijas históricas de Rodrigo, sí se sabe algo más de Jimena, quien, como otras mujeres de la aristocracia, fue activa incluso en la vida política".

El mito según Menéndez Pidal

Sobre el papel mitologizador atribuido a Ramón Menéndez Pidal, Berend subraya que su objetivo era ofrecer una figura que uniera a los españoles en un período de crisis a principios del siglo XX, intentó inyectar esperanza y fuerza en la sociedad, pero su intención no era crear propaganda franquista.

Al proponer desde su reputación de erudito "un Cid como héroe invencible, moralmente superior a su rey y que tomó la iniciativa para restaurar la unidad nacional frente a la amenaza norteafricana", las ideas de Menéndez Pidal encajaban con las reivindicaciones franquistas y se prestaban a la apropiación por parte de los nacionalistas.

En su opinión, "tanto las ideas franquistas como la película tuvieron una enorme influencia en el mito, y con la vuelta a la democracia también se produjo un desencanto con el mítico Cid".