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80 aniversario

Francesc Boix, el único testigo español en los juicios de Núremberg que fue determinante para condenar al nazismo

Su figura la abordó Mario Casas en la película de 2018 'El fotógrafo de Mauthausen'

Francesc Boix con su cámara en el campo de Mauthausen
Francesc Boix con su cámara en el campo de MauthausenlarazonMHC

Hace diez años ya de que el Museo de Historia de Catalunya (MHC) rescatase la memoria del campo de concentración de Mauthausen a través de las imágenes del fotoperiodista interno Francesc Boix (Barcelona, 1920-París, 1951) en la exposición 'Més enllà de Mauthausen. Francesc Boix, fotògraf'. Una figura que hoy, cuando se cumplen ocho décadas del inicio de los juicios de Núremberg toma de nuevo el protagonismo por ser el único representante español en aquella cita histórica.

Se trató entonces de la primera retrospectiva del autor, con imágenes inéditas de su juventud procedentes del fondo de la Comisión de la Dignidad y de la etapa posterior a la liberación procedentes del fondo de la Asociación Amical de Mauthausen, levantada como un "deber de memoria", confesaron desde el centro.

Una vida truncada

"De no ser por su vida corta [murió a los 31 años], Boix se hubiera convertido en uno de los fotoperiodistas consagrados catalanes de la Guerra Civil y la Guerra Mundial", destacaba Jusèp Boya -director del MHC en la fecha de la presentación- a Europa Press.

De hecho, algunas de las imágenes de Boix sirvieron para que los crímenes del nazismo no quedaran impunes en los juicios de Nuremberg y Dachau

La colección del museo ha conservado el testimonio fotográfico del superviviente, donde se muestran imágenes duras sobre su internamiento en el campo de concentración de Mauthausen, emblema de la deportación republicana. Entre el conjunto de imágenes, destaca la de la primera asamblea del Partido Comunista español en aquel campo, celebrada en la sala de duchas donde el régimen de las SS 'limpiaba' a los internos a su llegada.

"Ojalá que el ejemplo del coraje de personas como Francesc Boix nos ayude a recuperar la visión y a reforzar nuestro compromiso en la defensa de la justicia, la libertad y de la tolerancia", presumía Boya de un hombre que nació en el barrio barcelonés del Poble Sec. Es con su padre Bartolomé, fotógrafo aficionado, con quien aprende la técnica fotográfica, y en 1934 entra a trabajar de aprendiz en la casa de fotografía Romagosa.

Reportero y voluntario

"Cuando comienza la Guerra Civil española, se afilia a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), organización del PSUC, compartiendo experiencias con Teresa Pàmies y Gregorio López Raimundo. Trabaja en la revista 'Julio' como reportero, hasta que se alista en la 30ª División, como voluntario, fotografiando durante esta época el frente de Aragón desde el Segre", recuerda el Instituto Cervantes en su web.

Al acabar la guerra se exilia en Francia, donde pasará por los campos de refugiados de Vernet y Septfonds, siendo posteriormente capturado por los alemanes, en el norte de Francia y deportado al campo de concentración de Mauthausen, donde llega el 27 de enero de 1941.

En Mauthausen se une al trabajo de Antonio García Alonso, destinado en el Servicio de Identificación del Campo, debido a su oficio de fotógrafo. Y va asumiendo responsabilidades en la tarea de documentación gráfica junto con José Cereceda, a finales de 1943. A partir de 1944, participa en el robo de negativos, desde los círculos de resistencia de los republicanos de Mauthausen, siendo recogidos y custodiados por la austríaca Anna Pointner en su casa particular.

Reagrupar las pruebas

Una vez liberado el campo, el PCE encarga a Boix, la tarea de reagrupar toda la documentación sobre el campo y sus ilustraciones fueron publicadas en varios libros.

Cuando se constituye el Tribunal Internacional de Núremberg, Boix aporta evidencias con sus fotografías y meses después presenta su documentación gráfica en el Tribunal americano de Dachau. Las fotografías que lograron salvar Boix y sus compañeros fueron determinantes para condenar a altos cargos nazis en los juicios de Núremberg en 1946. Fue el único español que asistió como testigo.

Como explica el Cervantes, "el Partido Comunista le sigue manteniendo en activo, documentando actos políticos hasta su muerte en 1951, causada por las secuelas del internamiento, en el hospital parisino de Rothschild".