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Día de la Hispanidad

Leyenda Negra: octubre pierde fuerza como el mes de la hispanofobia

Como cada año, cuanto más se acerca el 12 de octubre, más mensajes hispanófobos podemos ver en redes y en medios, pero la cosa parece que va cambiando

Varias personas observan una estatua derribada de Colón en Estados Unidos Evan FrostAP

Octubre ya está aquí. Y ya hemos visto la tormenta. Como cada año, este mes se inicia y miles de usuarios en redes han recordado, siempre para mal, la historia del país e incluso su actualidad. Internet se ha plagado de los famosos mensajes de «nada que celebrar», o directamente ejercicios de puro desprecio hacia el 12 de octubre, el «Día de la Hispanidad». Probablemente, incluso en el desfile podamos ver a individuos –y algún cargo del Gobierno– cargar contra la historia de su propio país, dejando al ciudadano con un mezcla de puro estupor y vergüenza ajena, pues no puede sino resultar sorprendente que un ciudadano busque voluntariamente atacar a su país de una forma puramente destructiva.

Y es que por desgracia existen, en todos los niveles de la sociedad, individuos que niegan la existencia de una Leyenda Negra mientras la afirman de forma manifiesta. Esto resulta sorprendente, ya que es algo sencillamente comprobable y que cualquier historiador serio –o conocedor de la historia– no tiene especiales problemas para identificar. Si bien el concepto nace a finales del siglo XIX de la mano del historiador Julián Juderías, el asunto viene de largo.

El divulgador Javier Santamarta, organizador desde hace casi una década de las Jornadas contra la Leyenda Negra, un evento que reúne a académicos de todo el mundo que buscan acabar con los mitos históricos que atenazan el país, contaba al que escribe que la Leyenda Negra consiste básicamente en «una campaña de propaganda histórica contra la monarquía española, al principio, y abiertamente contra España, al final». Y continúa, «este mito nos coloca, como se puede comprobar en la entrada al respecto de la célebre Enciclopedia de Diderot y d’Alembert, no en el lado de los países civilizados, sino en el de los bárbaros».

Fuera y dentro de nuestras fronteras

Durante siglos numerosos autores, fuera y dentro de nuestras fronteras, se han dedicado a construir una imagen de España como un país atrasado y bárbaro. Desde las exageraciones de Bartolomé de las Casas en su Brevísima relación de las destrucción de las Indias, a los autores holandeses de la llamada «Guerra del papel», que difundieron imágenes falsas de supuestas atrocidades realizadas por españoles durante la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648). De esta época surge la famosa imagen del Duque de Alba devorando bebés entre un círculo de demonios.

La mayoría de estos escritos, realizados por autores claramente antiespañoles, no han tenido la intención, en ningún momento, de recoger la verdadera historia de España, sino de utilizar ciertos eventos o claroscuros para construir una narrativa contra el país. Esto recalcaba a este diario el historiador e hispanista Miguel Ángel Dionisio Vivas, remarcando que existía la intención de «partiendo de hechos reales o imaginarios, reelaborados ideológicamente, conformar un arma de propaganda política de gran efectividad».

Estas imágenes, repetidas hasta la saciedad por propios y extraños, acabaron naturalmente calando en la sociedad y muchas personas creen de forma fehaciente que España ha sido uno de los países más crueles en su historia. Cosa que, a todas luces –y pese lo absurdo que resulta hacer ese tipo de categorizaciones– no es verdad. España fue, ni más ni menos, que un país más en el devenir histórico, haciendo cosas correctas y otras incorrectas. Desde luego, en ningún caso el Duque de Alba devoraba niños.

No obstante, el hecho de que estos ataques aumenten durante la fiesta nacional resulta curioso. En este sentido, el culpable parece ser el indigenismo y su, por decirlo de alguna manera, complicada relación con España. Al menos eso creen los expertos consultados. Y es que este indigenismo, en principio la puesta en valor de las culturas precolombinas, se ha transformado casi siempre en una herramienta «que hace del rechazo a España un argumento, muchas veces usado políticamente para eludir responsabilidades propias, para explicar la actual situación de retraso económico y político de muchas de las repúblicas americanas», en palabras del profesor Vivas.

El paraíso perdido

«La excusa –continúa afirmando el profesor– es la fiesta del 12 de octubre que, paradójicamente, nació en América, transformando su sentido, entendido por el indigenismo como el comienzo del fin de unas sociedades falsamente idealizadas, que serían, contra toda evidencia histórica, una especie de paraíso perdido por la llegada de unos bárbaros de los que, también contra toda realidad, se insiste en su suciedad e ignorancia», nos cuenta en un tono algo entristecido.

Y es que durante varios siglos, aunque con un destacado aumento desde los años cuarenta del siglo pasado, muchos políticos hispanoamericanos han convertido el dominio de España de la región en una suerte de cajón de sastre. Una excusa –bastante mala– con la que justificar las propias carencias del país y, sobre todo, ocultar malas gestiones en base a una idea que, aunque simple, resulta muy efectiva: «Devuélvannos el oro».

Con esta estrategia, se realiza una selección y reinterpretación muy parcial de que eventos históricos remarcar, olvidando casi siempre los buenos y prefiriendo centrarse en las –innegables a nivel histórico– atrocidades que algunos españoles o criollos realizaron en la región. Así, se han llegado a casos verdaderamente llamativos como el de Servando Teresa de Mier, que afirmaba que el culto a la virgen de Guadalupe era Azteca y habría derivado de la adoración a la diosa Tonantzin. Lo mismo ocurre con uno de los héroes de la Revolución Mexicana, Manuel Palafox, que afirmaba que los españoles debían ser «exterminados» y expulsados del país por ser naturalmente tiránicos e incompatibles con la libertad de México.

"Cherrypicking"

Y es que esta selección, llamada en la historiografía, «cherrypicking», responde a unos intereses concretos que buscan simplificar la siempre poliédrica historia. Los intentos de España, por ejemplo, de convertir a América en parte natural de la monarquía hispana y que lleva a «fundar hospitales, universidades, a reconocer nuevas lenguas y fomentarlas, se olvida de forma espuria e interesada», en opinión de Javier Santamarta.

Este nivel de ataque a la historia de España traspasa muchas veces el poco relevante, podríamos decir, mundo de las redes sociales, convirtiéndose en un asunto mucho más grave. Javier Santamarta nos remarcaba que tanto él como muchos historiadores y periodistas que tratan de combatir este suceso con datos y hechos históricos comprobables, sufren el acoso casi constante de personas que les odian por hacer su trabajo de forma correcta. «Así suele ocurrir –nos comenta–. Lamentablemente, el tópico y el bulo parece que campean entre quienes no quieren más que una verdad».

Ahora bien, pese a lo que pueda parecer, el futuro parece mejor avenido. Y es que estas herramientas que pueden servir para difundir bulos y ataques, son una forma magnífica de transmitir la realidad de nuestra historia y ha funcionado. Este fenómeno de respuesta a la Leyenda Negra no se queda únicamente en el ámbito académico o periodístico, sino que decenas de agrupaciones, asociaciones, organizaciones civiles o perfiles individuales han comenzado a surgir con el mismo objetivo; dar una respuesta directa y clara al ataque constante que se realiza contra la historia de España utilizando las redes como medio.

En la actualidad, encabezando la marcha contra Leyenda Negra, existen también grandes académicos y figuras de todo corte político y nacionalidad como Henry Kamen, desde Inglaterra, Stanley Payne, desde EE UU, o Marcelo Gullo, desde Argentina. A destacar que este último autor publicaba hace unas semanas en este diario un interesante reportaje sobre la relevancia de España en el siglo XVI.

Así, aunque octubre sigue presentando la curiosa situación de tener nuestro día nacional y ser el mes donde la Leyenda Negra campa más a sus anchas, parece que la balanza se va a decantar hacia el lado correcto. Al menos, parece que la sociedad lo está intentando, así que las perspectivas son buenas pese a que encontramos baches por el camino.