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Nostradamus y la guerra entre Israel y Gaza

El célebre profeta nos ha legado el nombre del tercer Anticristo, cuya maldad superará a la de los antecesores
La Guerra del Yom Kipur, el conflicto que cimentó el poder militar en el Egipto actual
La Guerra del Yom Kipur, el conflicto que cimentó el poder militar en el Egipto actual-EFE

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El estallido de la guerra entre Israel y Gaza, tan lamentable como todos los enfrentamientos bélicos acaecidos desde el principio de la Humanidad, ha hecho redoblar los tambores de guerra entre quienes consideran que el mundo se encuentra ya sumido en una tercera gran conflagración mundial. El propio Papa Francisco aseguró ya, tras la invasión rusa de Ucrania, que había comenzado la Tercera Guerra Mundial, respaldado por una cohorte de reputados historiadores y expertos en geoestrategia.
La situación actual nos retrotrae en cierto modo a uno de los profetas más célebres de todos los tiempos, Michel de Nôtre-Dame (1503-1566), más conocido por el sobrenombre latino que él mismo se concedió, Nostradamus, quien nos ha legado el nombre del tercer y definitivo Anticristo, cuya maldad superará con creces, en su opinión, a la de los dos anteriores y traerá consigo el Armagedón a toda la tierra.
Pero desvelemos antes quiénes eran, según Nostradamus, los dos primeros Anticristos. La teóloga y doctora en filosofía Michal Deschausses, gran experta en este visionario, asegura que Napoleón conocía sus profecías y las llevaba consigo encima para consultarlas a menudo. Es posible por tanto que llegara a reconocerse él mismo en alguno de los misteriosos cuartetos que componían sus famosas «Centuries» (Centurias) proféticas recogidas en veintidós volúmenes. A imagen y semejanza de Adolf Hitler, a quien Nostradamus identificó como el segundo Anticristo, tras Napoleón. El Führer conservaba en su poder otra copia de las «Centuries», según Deschausses.
Hay quienes creen que Hitler llegó a reconocerse también como el segundo Anticristo, tras identificar a Napoleón como su predecesor. De hecho, Hitler no ocultaba su gran admiración por el emperador corso. Existe un suceso desconocido en la Historia reciente de Europa que llama la atención de modo singular en este sentido. No se trató en realidad de un acto altruista del Führer, nada proclive a ellos, sino de la más pura propaganda bélica. Aludimos al traslado por imperativo de Hitler de los restos mortales del hijo de Napoleón, bautizado como «Rey de Roma» desde su nacimiento en 1811, crecido y muerto en la Corte de Viena con el título de duque de Reichstadt, al Templo de Los Inválidos de París con el mismo protocolo que un jefe de Estado. Sucedió el 15 de diciembre de 1940 y pasó inadvertido precisamente porque el mundo se hallaba sumido entonces en la segunda gran conflagración del siglo veinte.
Nostradamus deslizó en su cuarteta sesenta y dos, de la segunda centuria, el nombre del tercer y definitivo Anticristo, considerado en su opinión como el peor de todos y el verdadero causante de la mayor catástrofe de la Humanidad. Escribe así el profeta: «Después, Mabus morirá pronto.../Vendrá un horrible destino para bestias y gentes/Para quien la busca, la venganza llegará/Cien, mano, sed y hambre cuando el cometa pase».
La llegada del tercer Anticristo debería producirse así, según Nostradamus, tras el cumplimiento de una serie de condiciones previas; entre ellas, el regreso del pueblo judío a Palestina, lo cual se produjo ya tras la creación del Estado de Israel en 1948. Desde entonces, las especulaciones sobre la identidad del tercer Anticristo se han prodigado hasta la saciedad, señalándose más recientemente como candidatos a Osama Bin Laden, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump o Vladímir Putin.
Así las cosas, prácticamente cualquier mandatario político actual podría revestirse del maléfico perfil que caracterizará al «hombre de perdición» en los últimos tiempos. Pero, ¿a quién correspondería en realidad el sobrenombre en clave de «Mabus»? Aficionados y expertos a los juegos de letras han hecho todo tipo de deducciones malabares con ese nombre enigmático, hasta el punto de señalar a dos presidentes de Estados Unidos. El primero, George W. Bush, tras invertir la «g» y la «w» para convertirlas en una «a» y una «m», las cuales a su vez, cambiadas de orden, darían lugar al término «Mabush», del que se eliminaría finalmente la «h» para obtener la cuadratura del círculo: «Mabus».
Pero es obvio que Bush no es el tercer Anticristo profetizado por Nostradamus, como tampoco parece serlo su sucesor Barack Obama, a quien los cálculos aún más enrevesados también apuntaban como tal, tras leer su nombre al revés. Obama se convertiría de este modo en Amabo, término que para algunos se parece bastante al de Mabus, lo cual no deja de ser una simple conjetura. Hasta hay quienes mencionan a Ray Mabus, ex secretario de la Armada de Estados Unidos con Obama, por su curiosa coincidencia con el nombre en clave de Nostradamus. Pura ciencia ficción.