Jeosm: «El primer plano de una persona es su autobiografía»
Reúne en un libro, «No soy uno de los vuestros», las fotografías dedicadas a escritores y periodistas. Un álbum que es también memoria de la literatura actual
Madrid Creada:
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Utiliza como nombre una firma clandestina. Renunció al de buena cuna, el que recibió de manos del diácono en la pila bautismal, y adoptó como identidad su alias de grafitero, quizá, porque le queda un pelín corto de hombros y algo estrecho de talle el patronímico que le figura en el «deneí». Lo pueden llamar José Javier Clemente, allá cada cual, pero que se sepa que jamás volvería la cabeza. Hay que mencionarlo por el que se le conoce, y por el que se reconoce, Jeosm, que es donde se ha asentado su carácter y que es la voz donde está resuelta su personalidad.
Lo recibió en su ejercicio de pintar paredes y muros con espray, con riesgo de que le echaran el guante y huyendo siempre de bofias, seguratas y otros palomos que salvaguardan el orden. Lo hizo porque a un hombre jamás lo delinea la cuna de nacimiento, sino el oficio que ha escogido para malgastar sus días. Y él eligió el de la pintura y la cámara de fotos. Pero que nadie le vaya a llamar artista, porque se cabrea. Así que aquí tenemos un tipo que emplea el talento en dos aristas opuestas: la efímera, el grafiti, y la llamada a perdurar: la instantánea. Con el objetivo ha retratado de todo. Periodistas, escritores, músicos y otros que se le han puesto a tiro. A todas estas ánimas les ha robado la personalidad con planos que cuentan más de lo que muchos quisieran. Javier Marías, Mario Vargas Llosa, Karina Sainz Borgo, Edurne Portela, Marta Sanz, Lara Moreno, Ray Loriga, Nuria Labari y Rosa Montero, entre otros. Los ha reunido en un libro: «No soy uno de los vuestros» (Círculo de tiza). Un título que no es un título; es una declaración de intenciones.
¿Qué importa de un retrato?
Sobre todo, la parte humana. Sacar a la persona y no al personaje. Lo interesante es humanizar a estos autores, como los del libro, que tanto hemos leído y de los que tantas referencias tenemos. Lo que más busco en un retrato es la sinceridad. Hay gente que se muestra más altiva y otras, menos, pero ahí está como son. Lograr esa sinceridad fuera de un contexto promocional o periodístico es lo que más cuesta, porque las personas están habituadas a estar delante de la cámara. Y tener esa fotografía distinta a las demás, con ese gesto que delata la personalidad que poseen en el fondo es justo donde se esconde la fuerza de una foto.
¿Hay que ganarse al retratado?
Lo fácil de mi trabajo es hacer la foto. Apretar el botón. Eso no es complicado. Si todavía no tienes conocimientos o te falta la parte técnica, la puedes aprender. Está al acceso de cualquier persona de cualquier nivel cultural. Pero el cincuenta por ciento de una instantánea es el trato humano. Es lo complicado. Para eso hay tratar al retratado con respeto, cariño, educación, como una persona normal. Tienes que intentar bajarlos al suelo, convencerlos de que, entre los dos, lo vamos a hacer lo mejor posible y que en la foto salga como es en la realidad. En mi profesión es casi una obligación hacer esto. Tienes que conseguir que estén relajados, tranquilos, que todo es muy profesional. Pero es cierto. La clave de una buena foto es ganarte a la gente. Es donde está el oficio. Es fundamental para esto.
¿Qué cuenta un primer plano?
El primer plano es el selfie real. En el mundo en el que vivimos estamos rodeados de selfies. Pero este retrato cercano es la parte más sincera de una persona y es lo más difícil de obtener, porque los retratados se resisten, porque no controlan la lente, el encuadre o la luz. Este retrato es su autobiografía. A través de la cámaras percibes si esa persona está sonriendo o si se siente cómodo. En esas fotos no hay trampa ni cartón. Es la imagen que más cuenta y revela de ellos. Cuando haces otro tipo de foto, con un contexto, acompañado de elementos, como un animal o una torre de libros, es distinto. En el primer plano están solos. Ahí es donde encuentro la condición humana de cada uno. Ellos están desnudos frente al espectador.
Espontaneidad.
Es una de las claves. No hay que tener prejuicios ni ideas preconcebidas. El tiempo, el humor de la persona y las prisas condicionan. Hay que tener recursos y estar preparados por si algo sale mal o se tuerce, y, así, remontarlo. De la espontaneidad, sin embargo, salen fotos muy bonitas.
¿Se le ha escapado alguien?
Se me escapó Javier Marías del primer plano. Sabes que unas veces se gana y otras se pierde. En esta, perdí. Lo que intento desde hace varios años es irme con algo que merezca la pena. Si no se puede, no me fustigo. Otros, a pesar de haber sacado un primer retrato, se me han escondido y, en cambio, en otras fotos de estas mismas personas que no son primeros planos, los ves, notas que están representados. Es parte del juego. A veces no he hecho mi retrato, sino el suyo. Un retrato es una conversación, pero algunos no han querido eso. Esto suele ser siempre por limitación de tiempo.
El grafiti, en color; la foto, en blanco y negro.
La primera foto que conocí de retratos fue de Richard Avedon, Irving Penn, Arnold Newman... me acostumbré estas fotos. Los grafitis son mi vida en color. Creo que para la foto funciona mejor el blanco y negro. Distrae menos y pone el foco en la persona. Perdura mejor en el paso del tiempo, porque no está sujeta a una tendencia de colores... a mí, además, me ayuda a centrar el personaje y darle ese carisma.
¿La vida es bicolor?
(Risas). Veo la vida en blanco y negro. Y visto de negro. Me gustan las cosas sencillas y no me gusta lo recargado, solo cierta gama tonal con muy poca saturación de cosas. Soy muy serio, muy pulcro y eso se refleja en las fotos que hago.
¿Qué ha aprendido de la calle?
Que el respeto se gana. Y que tienes que hacerte valer, que no puedes mirar por encima del hombro ni ir de arrogante, porque todo lo que sube, baja; y al bajar te encuentras a los que has pisado al subir. La humildad, porque tú eres uno más en esta vida acelerada. Hay que ser uno más y respetar a la gente.
¿Y de correr delante de la poli?
(Risas). Aprendes a tener cierta agilidad mental para buscar la salida mas corta y fiable, a estar alerta porque en cualquier momento puede torcerse todo. También me enseñó la camaradería. Si vamos todos juntos, salimos todos juntos. Hay que aprender que tienes que estar preparado para la vida y para lo que pueda pasar. Incluso a nivel físico, porque si tienes que saltar un muro y correr, tienes que ser capaz de hacerlo para que no te cojan.
¿Qué le ha enseñado la cámara?
Que los fotógrafos no somos lo importante de la foto. Si las haces, es por la generosidad de la gente que tienes delante. No es bueno impostar. Si estás ahí es por algo.
¿Un grafitero que saca fotos o un fotógrafo que es un grafitero?
Soy un grafitero que hace fotos. Soy un fotógrafo con la visión de un pintor.