Sección patrocinada por sección patrocinada
Cine

Cine

La defensa más kamikaze de Kevin Spacey

La última película de Kevin Spacey recaudó unos 126 miserables dólares el día de su estreno. Una catástrofe. Veneno sin cortar y en vena

La última película en la que apareció Kevin Spacey, «Billionaire Boys Club» (en la imagen), recaudó solo 126 dólares en su noche de estreno
La última película en la que apareció Kevin Spacey, «Billionaire Boys Club» (en la imagen), recaudó solo 126 dólares en su noche de estrenolarazon

La última película de Kevin Spacey recaudó unos 126 miserables dólares el día de su estreno. Una catástrofe. Veneno sin cortar y en vena.

La última película de Kevin Spacey recaudó unos 126 miserables dólares el día de su estreno. Una catástrofe. Veneno sin cortar y en vena. Los medios de comunicación dictaminaron entonces que aquella era la rotunda reacción del público ante un depredador sexual desenmascarado. Pero nada de esto parece importarle al director y guionista Paul Schrader, que viene de firmar una de las grandes películas de 2018, «El reverendo». A solas con su Facebook, el mercurial guionista de «Taxi driver» y «Toro salvaje» comentó que acaba de recibir un estupendo guión que pedía a gritos ser interpretado por Spacey.

De modo que le preguntó a su productor si sería posible ficharle. El hombre debió de coger aire y respondió que no, que eso no era posible. Sostiene Schrader que «hay crímenes en la vida pero no crímenes en el arte. Spacey debe ser castigado por cualquier delito [que haya podido cometer], pero no por su arte. Todo arte es un crimen. Castigarlo como artista solo ataca el arte. Mete a Celine en la cárcel, mete a Pound en la cárcel, castiga a Wilde y Bruce si debes hacerlo, pero no censures su arte». El problema es que a finales de 2017 Spacey fue acusado por el actor Anthony Rapp de haber tratado de abusar sexualmente de él cuando el primero era un adolescente de 14 años y Spacey un hombre de 26. Luego hubo otros ejemplos. Muchos más. Todos protagonizados por varones. Algunos eran menores de edad cuando tuvieron lugar las presuntas agresiones.

El periódico británico «The Guardian» encontró no menos de 20 casos en el teatro Old Vic, que Spacey dirigió durante una década. El resultado fue una colosal caída en desgracia. Un acabose fulminante. Lo despidieron de «House of cards». Le quitaron el Emmy de honor que iban a concederle. Perdió a sus abogados, a sus apoderados y a sus agentes de prensa. Su penúltima cinta, «Todo el dinero del mundo», fue regrabada por Ridley Scott. Al hombre más odiado de Hollywood, con permiso de Harvey Weinstein, lo sustituyó Christopher Plummer. Nadie quería acompañarle rumbo al infierno.

Hasta que llegó Schrader y dijo que a él no le importa y que le gustaría ponerle delante de la cámara. Un gesto tan corajudo como suicida. Menos mal que poco antes lo arregló explicando que la audiencia actual, el público moderno, tiene la culpa de la decadencia de un Hollywood abonado a las palomitas y los superhéroes y el más puro y amable, pero también pueril, escapismo. Su cuajo, su verbo dinamita, su incapacidad para quedar bien, sorprenden en un Hollywood tomado por los jefes de relaciones y los expertos en mercadotecnia.