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«Hay un problema identitario en la UE: podríamos ir juntos a los JJ OO»

En «El rearme occidental: un nuevo impulso al orden liberal» (Almuzara) Putin plantea la globalización de los principios de la Unión Europea, con políticas más pragmáticas y menos ideológicas, para frenar el populismo

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Aunque su mirada oblicua nos señale, como un señuelo, a los Montes Urales, la abogada y profesora Alessia Putin (Madrid, 1975) nos revela que su apellido viene de la región del Véneto, en Italia, y que –la ironía a veces alcanza cotas impensables– significa «pequeño ángel». Tras el éxito de «Cancelación» (Sekotia, 2024), la también investigadora publica ahora su segundo libro, «El rearme occidental» (Almuzara), en cuya tesis propone más Unión Europea como solución al problema de «el populismo de la tríada oscura: decrecimiento, victimismo y concienciación punitiva».

Partimos de que no hay un sentimiento hacia la Unión Europea, hacia su simbología: nadie se emociona con su himno o enarbola su bandera como algo identitario; como sí pasa, por ejemplo, con lo español o lo andaluz. Sin este componente de pertenencia, de arraigo, ¿no parece muy difícil que la Unión Europea vaya a más?

Sí, absolutamente. Tenemos un problema identitario: una de las reformas importantes que deberían trabajar nuestros dirigentes europeos es en afianzar nuestra identidad. Creo que si los países de la Unión Europea, en vez de ir cada uno por su cuenta, fuésemos todos en las Olimpiadas, por ejemplo, bajo una misma bandera eso afianzaría más el sentimiento europeo. El deporte siempre ha sido una vía para generar identidad y sentimiento. Pero, más allá de lo simbólico, hay unas reformas políticas por hacer más importantes: la reforma por excelencia sería poder votar directamente al presidente de la UE. También se podría potenciar mucho más, en lo educativo, un programa tan exitoso como el Erasmus. El problema es que los intereses nacionales frenan este deseo, pero yo creo que no hay más remedio que trabajar en una Unión Europea real y política, y que supere la idea de mercado único, que ya se nos queda pequeña.

En referencia a nuestro país, episodios como el de Carles Puigdemont, un prófugo de la justicia española que campa a sus anchas por el espacio Schengen –incluso se le permite ser eurodiputado–, no creo que ayude a crear una mayor adhesión hacia la UE por parte de los españoles.

Este es un caso que pone de manifiesto las limitaciones de la Euroorden: el escollo de que no se pudiera extraditar a Puigdemont desde Bélgica ni desde Alemania dice que ahí hay un problema de códigos penales que no coinciden en los tipos penales, además de que él logró esta inmunidad parlamentaria. También en España se dan unos aforamientos «desaforados», y este es un error que se repite en el Parlamento Europeo. Claro que esto provoca una desafección ante la UE, mina la confianza de los ciudadanos en la institución; aunque cabe decir que España es uno de los países que mayor afección positiva tienen hacia la Unión.

Semanas atrás se reunieron en Madrid, con Vox como anfitrión, muchos de los líderes de países europeos «euroescépticos» como Viktor Orban, Marine Le Pen o Geert Wilders... ¿Quedan fuerzas centrífugas reales respecto a la Unión después de ver el desastre que ha sido el Brexit?

En este momento de la Unión Europea no hay ningún partido en ningún país miembro que proponga un Brexit, y esto es una cosa muy a tener en cuenta, porque se dieron cuenta que el Brexit ha tenido más fallos que ventajas. Incluso los más euroescépticos no están para nada planteando una salida: plantean una reforma desde dentro.

¿A Europa le hace más daño un gobierno demagogo de un país miembro con un peso relativo como la España de Pedro Sánchez, o que nuestro principal aliado, Estados Unidos, vuelva a estar en manos del inestable Donald Trump?

Trump es un maximalista que lanza una serie de mensajes que van dirigidos fundamentalmente a China. A la UE en esta ocasión casi la ha ignorado; su canal de comunicación aquí, su gran aliada va a ser Giorgia Meloni. Él intentará que a través de la primera ministra italiana haya unos nuevos acuerdos que, por supuesto, favorezcan a EE UU. Respecto a España, cuando dijo lo de los BRICS, no fue ningún error, lanzó el mensaje deliberadamente para decir que nuestro país está políticamente a la altura de esta organización, en el sentido de que la política de Sánchez se opone frontalmente a los EE UU. Para él España no es un aliado fiable dentro de la OTAN. Y encima Pedro Sánchez pretende erigirse como el gran líder de Europa contra Donald Trump, y esto a España no le va a venir nada bien. El Gobierno de Sánchez es problemático tanto para la UE como para los EE UU por su relación con Venezuela y sus problemas con la judicatura.

Titulan una entrevista suya en otro diario con que «La llegada de Donald Trump es el fin del movimiento ‘‘woke’’ en Estados Unidos»...

Ese titular está sacado de contexto. Yo lo que digo es que las personas que profesan la ideología «woke «van a seguir existiendo, lo que pasa es que dentro de la administración estos principios van a ir más hacia el mérito y no a cubrir las cuotas: que este es el fundamento de la aplicación de la ideología «woke» en la administración. También creo que se va a volver a atender a la presunción de inocencia.