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literatura
Michael Herr, últimos y horribles despachos de guerra desde Vietnam
El periodista cubrió el célebre conflicto y publicó un libro que hoy en día es un clásico y que recibió el Premio Internacional de la Prensa

Vietnam. Uno de esos conflictos de la Historia y que el cine convierte en leyenda. Todo el mundo sabe qué pasó allí aunque no haya leído nada sobre él y jamás le haya interesado. Esa guerra la ha difundido tanto la pantalla grande que todas las personas parecen que están capacitadas para describir lo que sucedió, lo que vivieron los hombres que acudieron al frente y las poblaciones locales que padecieron un enfrentamiento que desbordó a los dos ejércitos y se saltó muchas reglas morales y éticas. Fue una de las pocas contiendas donde el periodismo pudo hacer lo que quiso. Las cámaras acompañaban a los pelotones; los fotógrafos se subían a los helicópteros; los reporteros se colocaban en la primera línea de fuego, en las trincheras, entre los soldados que disparaban y que también morían.
La realidad de sus hijos
Es lo que sucedió, por ejemplo, en Hué, ese asedio del Vietcong a las fuerzas norteamericanas que se convirtió en la primera mirada de las familias de EE UU a lo que estaban viviendo en realidad sus hijos. Uno de los corresponsales que acudieron allí y que cubrieron esa zona de combate fue Michael Herr. Entonces no era nadie, otro más que iba a ver lo que pasaba. Sin embargo, las historias que encontró le abrieron las puertas a una serie de reportajes que lo convirtieron en una celebridad y que le ayudaron a escribir un libro que ofrecía un horizonte que nadie deseaba ver. «Despachos de guerra» es hoy un clásico que todos los estudiantes de periodismo deben leer. Unas páginas crudas que enseñan cómo se luchó, en qué condiciones, y la desnaturalización de unos años que dejó profundas cicatrices en los protagonistas que participaron y en la conciencia americana. Aquí no hay moralinas, no hay bandos, aquí están todos, ya sean soldados blancos, negros o asiáticos; civiles o también oficiales de sus respectivos ejércitos. Concurren con sus propias circunstancias y, entre todos, aunque fueran enemigos, se conjugan para mostrar el horror de lo que es una guerra, algo que parecen que muchos olvidaron en la actualidad.
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