El Nobel lo sentenció: Corea se come a Occidente
A partir de la nueva obra de Han Kang revisamos el fenómeno de una cultura que desde hace décadas no para de sorprender con sus apuestas
Madrid Creada:
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La influencia cultural de Corea del Sur en Occidente ha alcanzado una dimensión global que trasciende las fronteras asiáticas. El país se ha consolidado como una potencia en la exportación de contenido cultural que impacta en diversas áreas, desde la literatura hasta el cine, las series, la música o los videojuegos. Este fenómeno, conocido como «Hallyu» o bien «ola coreana», no solo ha renovado el interés por las tradiciones del lugar, sino que también ha servido como puente entre Oriente y Occidente, demostrando cómo una cultura local puede alcanzar un atractivo universal. El reciente Premio Nobel de Literatura a Han Kang resalta la importancia de la literatura coreana dentro de esta nueva movida cultural. La autora, reconocida por su capacidad para abordar los traumas históricos y las emociones más profundas de su país, ha sido comparada con figuras como Yukio Mishima por el impacto que los grandes reconocimientos tienen sobre el equilibrio emocional. Como es sabido, el segundo terminó suicidándose mediante el seppuku tras no haberlo ganado, y la reciente galardonada está sufriendo una presión emocional tremenda. En su nueva novela, «Imposible decir adiós» (Random House), no solo refleja el peso de la historia coreana, sino que también explora temas universales como la memoria, la amistad y la resistencia frente al olvido.
La trama se centra en Gyeongha, quien, tras recibir un mensaje de su amiga Inseon, hospitalizada después de un accidente, viaja a la isla de Jeju para cuidar de su cotorra. Lo que parece un favor sencillo se transforma en un viaje introspectivo y un enfrentamiento con los horrores de la masacre de Jeju, un trágico episodio que dejó unas 30.000 víctimas y que sigue siendo una herida abierta en la memoria del país. En la casa de Inseon, Gyeongha encuentra un archivo meticulosamente elaborado que conecta este acontecimiento histórico con la historia familiar de su amiga, desentrañando cómo el pasado colectivo puede entrelazarse con lo personal. Han Kang ya había explorado los traumas históricos en «Actos humanos» –también lanzada en castellano ahora–, una obra que aborda la matanza de Gwangju en mayo de 1980, cuando 220.000 estudiantes universitarios protestaron contra un régimen militar que había impuesto la ley marcial en Corea del Sur.
En la brutal represión murieron 165 manifestantes y 21 policías. Kang narra este episodio a través de un collage de voces que conecta el dolor íntimo de los supervivientes con un lenguaje minimalista y reflexivo. Su enfoque sociológico y su capacidad para humanizar tragedias históricas han consolidado su lugar como una de las voces más significativas de la literatura contemporánea... justo en la semana en que hemos vivido el intento de un «autogolpe de Estado» por parte del presidente Yoon Suk Yeol, sofocado en pocas horas. Veamos los puntos clave de este fenómeno.
Literatura coreana: millones de páginas más allá de Han Kang
El éxito de la reciente premio Nobel es solo una parte del auge de la literatura coreana en el ámbito global. Autores como Kyung-sook Shin y Hwang Sok-yong han contribuido a este fenómeno. Kyung-sook Shin, con su novela «Por favor, cuida de mamá», aborda la dinámica familiar y los sacrificios de las mujeres en la sociedad coreana, tocando fibras universales que han resonado en lectores de más de 30 países. Por su parte, Hwang Sok-yong ha sido un cronista esencial de los conflictos entre tradición y modernidad, reflejados en obras como «La carretera de las ciudades» y «La sombra de las armas». La poesía también ocupa un lugar destacado en la literatura coreana. Figuras como Ko Un han explorado la espiritualidad y las complejidades contemporáneas a través de una lírica que conecta la tradición oral con los dilemas actuales. Este enfoque multifacético de la literatura, que combina lo íntimo con lo universal, ha sido clave para el éxito de los escritores coreanos en el escenario internacional.
El K-pop: la punta de lanza del movimiento
El fenómeno «Hallyu» alcanzó su punto de inflexión global con el Keipo o K-pop (Korean Popular Music), género que combina música pegadiza, coreografías espectaculares y una estética cuidadosamente diseñada. Grupos como BTS y Twice se han convertido en referentes internacionales, cautivando a millones de fans con su fusión de influencias coreanas y estadounidenses. Este movimiento, que surgió en los años 90, ha consolidado a Corea del Sur como un líder cultural para la generación Z. Sin embargo, el K-pop no está exento de controversias. La presión sobre los artistas, combinada con las expectativas de perfección, ha llevado a tragedias como los suicidios de Moonbin, Jonghyun y Goo Hara, que revelan el lado más oscuro de esta industria.
El cine: del reconocimiento de culto a fenómeno global
El cine surcoreano ha dado un salto al reconocimiento masivo con películas como «Parásitos», de Bong Joon-ho, que en 2020 ganó cuatro premios Oscar, incluida la categoría de Mejor Película. Este logro marcó un hito para una industria que llevaba décadas ganando prestigio en los circuitos de festivales internacionales. La «nueva ola del cine coreano» comenzó en los años 90, tras la llegada de la democracia al país. Directores como Park Chan-wook («Oldboy»), Kim Ki-duk («Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera»), Lee Chang-dong («Burning») y Hong Sang-soo («Noche y día») han destacado por su capacidad para mezclar géneros, explorar la crítica social y abordar los dilemas morales con una narrativa única. Estas películas, además de ser innovadoras en lo estilístico, ofrecen un retrato honesto de la sociedad coreana, conectando las historias locales con preocupaciones universales.
Series y videojuegos: también en la revolución digital
En el ámbito televisivo, Corea del Sur ha alcanzado un éxito sin precedentes con producciones como «El juego del calamar», que en 2021 se convirtió en la serie más vista en la historia de Netflix. Esta ficción, que combina crítica social con giros impactantes, sorprendió al público al estar rodada íntegramente en coreano y sin estrellas internacionales. Previamente, títulos como «Kingdom», «Sweet Home» y «Mi nombre» ya habían mostrado el potencial de las series coreanas, aunque ninguna logró el impacto tan potente como el sicalíptico «El juego del calamar». La industria de los videojuegos también ha sido un pilar fundamental. Corea del Sur es un líder mundial en eSports, con títulos como «League of Legends» y «StarCraft», que han transformado los videojuegos en una forma de entretenimiento competitiva y globalmente reconocida. Otros como «Black Desert Online», desarrollados por estudios coreanos, destacan por su diseño visual innovador y su profundidad narrativa.
Equilibrio perfecto entre tradición y modernidad
El éxito de la ola coreana radica en su capacidad para integrar tradición y modernidad de manera armoniosa. Mientras que las historias literarias y cinematográficas exploran el pasado y los dilemas sociales, las series y la música reflejan preocupaciones contemporáneas que conectan con audiencias de todas las edades. Este equilibrio ha permitido que Corea del Sur se convierta en un referente cultural global. El fenómeno «Hallyu» no es solo un triunfo creativo, también una estrategia bien definida para compartir la identidad coreana con el mundo. Con cada nueva obra, ya sea una novela, una película o una canción, Corea del Sur ha demostrado cómo la cultura puede ser una fuerza transformadora y un puente entre naciones. Su capacidad para reinventarse y adaptarse a los tiempos modernos asegura que la ola coreana seguirá creciendo, mostrando que su impacto está lejos de alcanzar su límite.
- 'Imposible decir adiós' (Random House), de Han Kang, 256 páginas, 21,90 euros.
▲ Lo mejor: La profundidad emocional que entrelaza el trauma colectivo con una narrativa introspectiva.
▼ Lo peor: El ritmo pausado puede no gustar a los lectores menos interesados en el tema.