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cultura
Sarah Bernstein, mucho más que una joven promesa
Finalista del Booker Prize, esta novela es una claustrofóbica historia sobre la condición del ser humano y sus peligros

Es curiosa esta novela de la canadiense Sarah Bernstein, nacida en la ciudad de Montreal en 1987 pero residente en Escocia y, además, una de las escritoras con mayores perspectivas en legua inglesa según señala la revista «Granta». Y no solamente curiosa. También tenebrosamente curiosa, pues a través de un relato en primera persona, un relato cadencioso y que sugiere más de lo que muestra, sumerge al lector en una trama que, más que seducirlo, le abre las puertas de la curiosidad, pues sólo desea saber una cosa: ¿qué se esconde detrás de lo que la narradora está contando? Porque lo que la Bernstein cuenta es un diario íntimo que comienza por el final, después de que una cerda matara a sus lechones y de que una perra tuviera un embarazo psicológico. Y vuelve a una suerte de presente para contar una vida veloz y amenazante en la cual las cosas desaparecen en un lugar y aparecen en otro y ella, la protagonista, que vive en un país remoto que no es el suyo y es el ama de casa de su hermano, cuya esposa lo ha abandonado, cuenta los días de su existencia en ese país frío del norte.
En un país sola
Es que tras su llegada, las cosas empiezan a cambiar. Y la primera sospechosa de esos cambios es ella. Una mujer que desde pequeña fue entrenada para obedecer. Especialmente por su hermano, cuyo vínculo también se ve algo distorsionado. Se insinúa, incluso, algo relacionado con el incesto y el abuso. Y ahora se encuentra en ese país, sola, participando de actividades agrícolas pero con el peso de ser la acusada. La novela es breve, aunque intensa. Y todo gracias a esa voz que vuelve todo inquietante, una voz incómoda, de ritmo cadencioso con el que Sarah Bernstein adentra al lector en los oscuros recuerdos, a veces evocados con inocencia, de la narradora, un mundo que acaba siendo claustrofóbico, cercano a la enajenación. Una obra lírica, sin ser poética, con una prosa melódica, meticulosa, y a la que hay que tomarle la palabra.
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