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Los Hermanos Cubero, como Wylon y Willie

El dúo publica «Cubero bueno, Cubero malo», un disco de folclore sin artificios aunque «sin predicamento»

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Publicaron su disco, «Cubero bueno, Cubero malo», el pasado 20 de diciembre, una fecha inusual para lanzar un trabajo, que estrenaron, además, sin el respaldo de un sello y sin agencia de publicidad. «Todo lo hacemos a la contra, hasta eso –dice Roberto Cubero–. Estábamos en el sello del Primavera Sound, pero sentíamos que no nos entendían, que no sabían qué hacer con nosotros ni dónde ubicarnos, y decidimos que lo mejor era volver a la autoedición. Hablamos incluso con otros ‘‘bookers’’, pero no nos convencían. Lo nuestro es tan peculiar que el que lo entiende, lo entiende, aunque no hay manera de presentarlo comercialmente. Da igual cómo lo vendas. Por eso hemos vuelto a la autogestión», dice el músico alcarreño, que, junto a Quique, forma Los Hermanos Cubero, uno de los proyectos musicales más auténticos de nuestro país. 

Como ellos mismos cantan en el tema que da título al disco, los Cubero vuelven a ser dos forajidos, dos músicos que llevan su propuesta por el mundo, «como Willie (Nelson) y como Wylon (Jennings)». «Bueno, cuando ellos dejaron las multinacionales llenaban sitios gigantes y todavía lo hacen. Estamos muy lejos de eso, y, en realidad, para nosotros no es ni siquiera una postura arriesgada porque tenemos un curro de día que es el que paga las facturas», dice rebajando al mínimo cualquier atisbo de postureo. Una cosa es que les guste el country y el «bluegrass» y otra muy distinta dar la impresión de rancheros que nunca han pretendido. Aunque igual les gustaría que la música les diera de comer. «Y también preferiría no estar quedándome calvo, pero las cosas son así y se toman como son. Hay que jugar con las cartas que se tienen», ríe Roberto, que cita entre los forajidos de leyenda de esa canción a los raperos Tote King y Mucho Muchacho, dos artistas que representan la búsqueda de un camino propio superando múltiples vicisitudes. «Aunque no estoy en esa cultura, a mí el rap me gusta mucho, porque me parece que tiene una manera muy potente de expresarse y los recursos que utilizan. Mucho Muchacho es una leyenda y pensé en incluirlo también mis referentes». La historia de los Cubero es la de perpetuar la tradición, pero no burdamente reinterpretada, como es la tendencia. «Ahora está de moda lo tradicional pero mezclado con electrónica, con músicas urbanas, y no nos identificamos con ello. Eso es lo que se lleva en las ciudades. Y por eso nos sentimos lejos de dichas corrientes y de los centros de poder», dice Roberto sobre el mensaje de «Muy tonto para Madrid, muy feo para Barcelona», una canción que critica esa manera superficial de conocimiento de la tradición, como un mero pretexto ante la falta de ideas. «Creo que es una innovación mal entendida, porque ahí no hay nada nuevo en armonías, ni en textos, ni en ritmos, y en parte está bien, porque lleva la cultura tradicional a sitios donde no llegaría, pero artísticamente me deja frío porque no hay una aportación de fondo».

Como ellos aseguran, vivimos tiempos que confunden la emoción con el emoticono, una época de simplificación o banalidad que nos incapacita para expresar sentimientos con una palabra, y por eso utilizamos una carita en su lugar. «Creo que vivimos un tiempo en el que nadie ahonda en las emociones. No queremos escuchar nada profundo de nadie ni tampoco podemos digerirlo».

En su camino, lento y humilde, Los Hermanos Cubero siguen celebrando el folclore en su manera más pura, con un airecito de «blue grass» para quienes necesiten una palabra anglosajona para vencer el miedo y acercarse a escuchar. «Hay que conocer la tradición como punto de partida para hacer cosas nuevas. En este disco tocamos unas seguidillas de Mondéjar a la manera tradicional, sin cambiar nada. Pero en el resto tratamos de que la música –corridos, otras seguidillas, habas verdes, una jota– tenga algún giro armónico o algo en la letra que no sea asociado a lo tradicional». Seguramente ya pueda acuñarse algo así como un cuberismo o una cuberología. «Puede que sí, pero desde luego tiene poco predicamento», ríe Roberto. Hay un verso de su hermano Quique que habla del dolor por una vivencia personal pero que también puede hacerlo sobre la pervivencia de nuestras tradiciones: «Olvidar tal vez no sea solución / olvido dejaría en blanco el alma».

Hay uno bueno y otro que no lo es

►Con ánimo de meter cizaña preguntamos a uno de los hermanos cuál es el bueno de los dos para saber quién es el malo: «(Risas) No creo que haya ninguno. El juego es que no hay nada cien por cien bueno ni malo. Ahora nos enseñan con mentalidad de fútbol. Se debe amar y odiar, hay buenos y malos amigos y enemigos... y yo creo que eso es muy perjudicial. En la cultura incluso se ha instalado la competición de una manera muy nociva. El título del disco trata también de hacer autocrítica. Todos tenemos algo que mejorar, siempre hay aspectos de nuestra personalidad que 

es bueno conocer

para corregir».