Sección patrocinada por sección patrocinada

cultura

La Bien Querida: «Vivimos obsesionados en la cultura del yo»

Publica «LBQ», un trabajo atravesado por el amor: del romántico, al maternal y, por supuesto, al propio

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

El bombardeo es constante: «Vivimos un tiempo de capitalismo salvaje, de selfies, Instagram, filtros... yo creo que hay que trabajar para no dejarnos influir tanto por cosas que no son reales», dice Ana Fernández Villaverde (Bilbao, 1972), La Bien Querida, sobre uno de los motores que mueven «LBQ», su nuevo trabajo, que se publica mañana. «Creo que tenemos que centrarnos. En mi caso, yo lo he hecho a través del disco, mirando a mi núcleo, mirándome a mí y a la gente que quiero. Centrándome en crear un mundo real a mi alrededor. Y el amor propio, que es aceptarse y quererse, pero sin narcisismo. Porque ya vivimos atrapados constantemente en la cultura del yo. Y estamos todo el rato yo, yo, yo... Hemos dejado de pensar en el en el prójimo, porque los mensajes son: piensa en ti, realízate, cuídate, haz terapia, busca tu espacio, te lo mereces... y eso nos está volviendo muy egoístas». Para compensarlo, La Bien Querida lanza un disco de amor sereno, del romántico, del maternal, del propio, incluso del amor a su perro. Un disco emocionante y sencillo.

La Bien Querida se rebela contra tanta cháchara y palabrería en los 11 cortes del trabajo, compuesto a corazón abierto. «Abres el teléfono y todo el mundo vende algo. Todo el mundo es periodista musical, psicólogo, experto. Cualquiera te da un consejo sin que se lo pidas. Me hace mucha gracia eso, porque me recuerda a la canción de Los Punsetes ‘‘Tu opinión de mierda’’. Es muy agobiante ver a tanta gente haciendo algo y queriéndotelo contar bajo la premisa más importante hoy en día: hacer contenido. Hay que hacer contenido. Yo no puedo verme a mí misma en vídeos o en redes, lo hago porque es mi trabajo y no me queda más remedio, pero no lo soporto», dice sin un ápice de amargura, sino más bien con aceptación y desconcierto. Pero se nos ha ido de las manos lo de convertirnos en creadores y productos a la vez, ¿no?. «Completamente. Yo me acuerdo que, cuando era más joven, hacerte una foto a ti mismo era como un síntoma de vanidad que te daba hasta un poco de vergüenza. De hecho, antes, le hacías una foto a tu novio o a tu novia y eso te ponía, pero es que ahora, no: ahora nos ponemos cachondos haciéndonos fotos a nosotros mismos. Y todos con el mismo filtro, los mismos fondos, casi como réplicas de los demás».

Ni bien ni mal

El culto al yo se ha convertido en una doctrina universal que entra en conflicto permanente con el estado anodino de la existencia. Pero es que, la mayor parte de las veces, el estado de las cosas es que no estamos ni bien ni mal, como canta La Bien Querida en la canción que abre el disco. «Ahora no concebimos estar bien sin más. Tenemos que estar viviendo el momento intensamente, estar súper arriba, o, por el contrario, poder decir que estamos en la mierda, que vamos a terapia y que hay que ser un héroe para recuperarse. O esa gente que solo busca la exaltación, el enamoramiento a lo bestia... Cuando, en realidad, lo normal es no estar ni bien ni mal y solo te das cuenta de que eso es lo mejor que te puede pasar cuando tienes un problema de salud de verdad», explica. ¿Cuál es el antídoto a todo esto? El amor, de nuevo. «Aceptarse y preocuparse por los demás –dice la compositora–. Buscar en las cosas un fin en sí mismas. En este disco yo cuento algunas de mis rutinas en la vida, es el álbum en el que mi yo artista y mi yo personal están más próximos. Pero cuento todo eso sin presumir, solo porque son pequeños actos que me llenan». Después de «Paprika» (2022), un disco en el que experimentaba con ritmos latinos, La Bien Querida vuelve a la producción pop más austera. «Sí... el anterior fue un poco más pretencioso, pero estoy orgullosa de ello. Porque sentía y siento que es bueno experimentar. Bueno, que cada uno haga lo que le dé la gana, pero a mí me gustó probar a hacer un disco con la salsa, la bachata y tal... Y esto es una vuelta a lo que soy. Con una producción más íntima, más pequeña. Pero sincera». Un disco que, después de quinca años de carrera, se titula simplemente con las iniciales de su nombre. Un disco de amor y para aprender a querer.

Una canción para una Estrella

►Es uno de los momentos más emocionantes del disco. El último corte, «Una estrella», es una canción dedicada a la hija de Ana Fernández, de 12 años. «Empieza a ser más independiente y yo a sentir esa separación, que es lo normal». Se escapa su estrella como el agua entre las manos, como la primavera y el verano. A Estrella le ha gustado, pero no comprende todavía. «Le hacía ilusión que le dedicara una canción y que lo supiera todo el mundo. Lo que pasa, que todavía es muy pequeña como para ser consciente del significado. No es una canción para niños, es una canción para la mujer que será en un futuro y para que tenga ese recuerdo. Que se acuerde del amor de su madre». Ese mensaje se queda flotando y llegará un día que ella lo entienda, aunque, seguramente le pegue un golpe muy fuerte. «Sí, sí, es eso, claro, es para eso –se emociona–. La maternidad te ayuda a aceptar el paso del tiempo».