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Mikael Niemi: "Confiar en las emociones es peligroso"

El escritor publica «Cocinar un oso», una novela negra ambientada en el siglo XIX en el norte de Suecia que recupera el debate entre las supersticiones y la razón.

Foto: Gonzalo Pérez
Foto: Gonzalo Pérezlarazon

El escritor publica «Cocinar un oso», una novela negra ambientada en el siglo XIX en el norte de Suecia que recupera el debate entre las supersticiones y la razón.

La aparición del cadáver de una chica en medio del bosque induce a pensar en el ataque de un oso. Pero el pastor luterano Lars Levi Laestadius y su discípulo, Jussi, sospechan que detrás del crimen no está la naturaleza. Es verano de 1852 en el norte de Suecia y este es el punto de arranque de una novela que pone en liza la razón y la fe, las creencias y la filosofía, la verdad y la mentira. «Las supersticiones han ocultado muchos crímenes. Especialmente si están relacionados con el poder. Existe una tendencia a ocultar los asesinatos detrás de los prejuicios y las supersticiones. Pero gracias a la deducción se puede desenmascarar al asesino». El escritor Mikael Niemi, por cuyas venas corre sangre Sami, ha publicado una novela con resonancias de «El nombre de la rosa», con guiños que a muchos le pueden recordar a Sherlock Holmes y Watson, pero lo que late detrás es un artefacto literario que recurre a la estructura del género negro para desbordarla con la literatura para hablar de asuntos como la lógica y la irracionalidad. «Creo que lo más peligroso que existe en nuestra sociedad es el sentimiento de nosotros contra ellos. Dividir la humanidad entre unos y otros. Esto es lo que hay detrás de la guerra, el racismo, los campos de exterminio. Tenemos que darnos cuenta de que todos somos iguales, pero es difícil en la globalización tener esto como objetivo. Lo humanista en una época capitalista o colonialista. Estamos volviendo a confiar más en las emociones, en lo que nos gustaría que fueran las cosas. Los “like” fomentan una realidad basada en las emociones».

Un camino a ninguna parte

Mikel Niemi, que ha tomado a su detective de un personaje real, sumerge a los protagonistas en la naturaleza, en la cultura Sami que todavía sobrevive en el norte de Suecia y reflexiona sobre có-mo en el pasado y el presente funcionan las falsas ideas. «Hoy todavía tenemos supersticiones. Hay un capitalismo, un neoliberalismo, por ejemplo, que no lleva a ninguna parte. No se puede ir hacia atrás y el camino que hay por delante no es el mejor. El escenario más terrible es un crack, aunque no creo que vaya a suceder, pero desde luego está a punto de ocurrir algo. Supongo que llegará un momento en que se tendrán que repartir las riquezas porque no tiene sentido que unas pocas tengan tantas y otras vivan en la pobreza. Hay que resolverlo. O habrá una revolución».

Mikel Niemi ha creado esta trama, ambientada en otra época, quizá para no sentirse atado al presente, para reflexionar sobre el mal y lo que los asesinatos arrojan del alma humana. «Habla del mal que todos llevamos dentro. No hay un ser humano que sea bueno siempre. La cuestión es cómo vivir con ese mal por dentro. El crimen es el peor de los impulsos. Supone matar. Pero aquí existe otra interrogante: «¿Cómo vivir después de haber cometido un crimen?» Un tema profundo es aprender a manejar el mal que llevamos por dentro. Tratarlo y comprenderlo».

Aparte del paisaje del norte de Suecia, donde él vive, porque el escritor, alejado de los círculos literarios, aún pesca, caza y cría renos, se ha centrado en un tipo de razonamiento, o vía para alcanzar la verdad, muy antiguo: el diálogo, como se aprecia en sus protagonistas: «Mi madre era profesora y existe aquí un aspecto pedagógico de cómo aprendemos las personas. En un momento del libro, Jussie llama maestro al párroco, Lars Levi, y éste le enmienda y le dice: “No me llames así porque ahora estamos andando por el bosque”. Esa complicidad es una manera de llegar al conocimiento».