Rock

Bowie da una patada al rock and roll

El artista británico da un nuevo giro de tuerca a su carrera con el inclasificable «BlackStar», que se publicará el 8 de enero coincidiendo con su 69 cumpleaños

Una sorpresa. Bowie demuestra con «Blackstar» que tiene cuerda para mucho tiempo
Una sorpresa. Bowie demuestra con «Blackstar» que tiene cuerda para mucho tiempolarazon

El artista británico da un nuevo giro de tuerca a su carrera con el inclasificable «BlackStar», que se publicará el 8 de enero coincidiendo con su 69 cumpleaños

Tras cambios y más cambios, al final siempre somos los mismos», escribió en su día Paul Simon. Y, dentro de su aparente paradoja, David Bowie ha seguido ese credo hasta sus últimas consecuencias, llevándolo incluso al extremo. Es decir, cambiar y cambiar fue siempre el motivo de su integridad como artista, y eso es lo que expone en «Blackstar», el vigesimoquinto álbum de su monumental carrera y la demostración de que El Duque Blanco todavía mantiene levantada su trinchera en la vanguardia.

Su nuevo trabajo se publicará el 8 de enero, coincidiendo con su 69 cumpleaños, y llega tres años después de su aclamado «The Next Day», un álbum que rompió con diez años de silencio. Aquel disco fue un regreso sensacional, la demostración de que el ingenio de Bowie seguía vivo. Se trataba de un disco más o menos «convencional» para los estándares del artista, un álbum repleto de canciones muy identificables con el compositor. De alguna manera, todo el álbum respondía a sonidos que había propuesto en algún momento de su larguísima y ejemplar carrera.

Lo que ahora ofrece es algo radicalmente opuesto a lo anterior. «El objetivo, en muchas maneras, era rechazar el rock and roll», sugirió su colaborador de confianza y productor, Toni Visconti, a la revista «Rolling Stone». Y vaya si lo hizo. Porque, para empezar, el álbum se abre con la canción «Blackstar», de casi 10 minutos. Nunca antes fue Bowie tan poco convencional con el metraje de una canción. E iba a ser todavía más larga, pues tuvo que recortar un minuto para que el tema se ajustara al máximo permitido por iTunes para vender una canción individualmente.

El germen se encuentra en la primavera de 2014, cuando decidió acercarse al legendario «55 Bar», situado en el West Village neoyorquino, para escuchar un concierto del saxofonista Donny McCaslin. «Un momento, ¿ése es David Bowie?», se preguntó durante su actuación el intérprete. Diez días después, McCaslin recibió un email de Bowie pidiéndole que se acercara a su estudio junto al batería Mark Guiliana para grabar unas cuantas ideas. La colaboración fructificó en la canción «Sue (Or a Season Crime)», incluida inicialmente en la recopilación «Nothing Has Changed» y también dentro de «Blackstar».

A Bowie le gustó trabajar con los muchachos y en enero McCaslin recibió la llamada del Duque Blanco. Esta vez le pidió que se trajera a todo el grupo para grabar un álbum. Palabras mayores. Guiliana explicó a «Rolling Stone»: «Me sorprendió. Pero me parece que él ha construido una carrera y una identidad artística a base de sorpresas. Va en la línea de lo que es él como artista».

A mediados de 2014, Bowie había grabado algunas demos junto a Visconti, pero todo pareció olvidado durante unos cuantos meses. Cuando éste había perdido cualquier esperanza de seguir adelante con el proyecto, apareció de nuevo la fantasmal llamada de Bowie para hablarle de regresar a un estudio y avanzar en esos bocetos. Serían las canciones que acabarían en «Blackstar».

Bowie se esforzó en pedir a la banda que expandiera sus límites de creatividad, lejos de cualquier atadura del formato asociado al rock and roll. Lo que se escucha en el álbum son profundas improvisaciones y buena parte de los sonidos son en directo. Por ejemplo, varias secuencias de los sintetizadores se obtuvieron directamente de la manipulación de pedales, y no propiamente de programas informáticos.

- Desquicie y cocaína

Lo que salió de las sesiones, el sonido específicamente, es difícil de explicar en palabras. De alguna forma, se puede encontrar una remota asociación con la llamada «Trilogía Berlinesa» que el artista grabó entre 1976 y 1979, con los álbumes «Low, Heroes» y «Lodger». Aquellos sonidos industriales, completamente libres, devolvieron a Bowie al primer plano de la vanguardia. Claro que también aquellas sesiones estuvieron gobernadas por el desquicie y la cocaína, indiscriminados excesos para un artista salvajemente creativo.

No es la situación que atraviesa ahora el gran genio londinense. En 2004 tuvo que cancelar una gira al tener una arteria obstruida que necesitó de una angioplastia. Aquello provocó su silencio y el nacimiento de miles de especulaciones. Dejó de actuar en directo –hace unas semanas confirmó definitivamente que no haría más giras– y muchos se preguntaron si la enfermedad habría dañado su capacidad para crear. Su última actuación pública fue en un acto benéfico celebrado en Nueva York en 2006, cuando salió a cantar «Changes» junto a Alicia Keys. Contra todo pronóstico publicó en 2013 «The Next Day», sin que hubiera trascendido previamente que se había vuelto a meter en un estudio para grabar nuevo material. Y ahora llega «Blackstar». «Hizo un álbum muy vigoroso. Está en buena forma», asegura Visconti. De hecho, las sesiones de grabación muchas veces duraron más de siete horas. No es un esfuerzo pequeño si no se está en óptimas condiciones físicas. Además, en el propio estudio fue capaz de componer una canción, «Dollar Days», tal y como hacía en los viejos tiempos. Un puro golpe de inspiración.

Esto en esencia es «Blackstar», el nuevo –y extraño– diamante que muestra Bowie en su dedo corazón. No parece un trabajo más, en absoluto. Más bien se trata de un esfuerzo innato por demostrar que todavía defiende su esencia artística: avanzar y avanzar para nunca caer. Ahora se trata de dar una patada al rock and roll... y mañana, Dios dirá.

El canción a canción de «Blackstar»

- «Blackstar»

Una de las composiciones más ambiciosas de su carrera. Una obra de diez minutos de duración y varias partes bien definidas. El anterior Bowie y el nuevo conviven de una extraña manera mientras brillan el indómito saxo de McCaslin y la brutal batería de Guliana.

- «Tis a Pity she was a whore»

Un saxo omnipresente pone el contrapunto a la melodía quejumbrosa que transmite la voz de Bowie. La sección de ritmo se muestra espectacular sobre una melodía totalmente identificable con Bowie. Nuevamente, el artista deja brillar a su magnífica banda.

- «Lazarus»

Podría ser atribuible a Nick Cave, tanto por su temática como por el tratamiento, casi como un blues de ambientes siniestros. Los vientos asumen el protagonismo musical dentro de una canción en la que claramente se impone la tremenda personalidad de la voz de Bowie.

- «Sue (or in a season of crime»

Ya conocida después de ser incluida en su recopilación «Nothing Has Changed» de 2014. Aquí es la guitarra la que lleva el peso musical gracias a un sencillo y eficaz riff. Prácticamente se podría definir como una composición de «rock industrial».

- «Girl loves me»

Propone uno de los textos más inteligentes y sutiles que haya ideado. El comienzo parece robado al Lennon de «Happiness is a warm gun», para regresar a la tónica obsesiva y libre del álbum, en especial con un envolvente trabajo de los sintetizadores.

- «Dollar days»

La pieza más sosegada, con una preciosa guitarra acústica en primer plano. Todo comienza con una delicada intro de piano y saxo para derivar en un magnífico esfuerzo vocal para una de las canciones más interesantes del nuevo trabajo del artista.

- «I can’t give everything away»

La última composición del disco arranca con una batería programada que funde esta canción con la anterior. Suena una armónica y la voz de Bowie entra con toda la clase que posee. Hay un crescendo que culmina con una espectacular guitarra.

Bajo la influencia de Kendrick Lamar, el nuevo rey del hip hop

No es habitual que un músico reconozca abiertamente las influencias de otro artista al grabar un nuevo álbum. Pero no es el caso de Bowie, quien habló sin tapujos de la inspiración que le produjo empaparse de los sonidos contemporáneos de Kendrick Lamar durante la elaboración de «Blackstar».»Estuvimos escuchando mucho su música. No es que la utilizáramos, sino que nos encantaba el hecho de que Kendrick fuera un músico con esa mente tan abierta y no hiciera discos de «hip-hop» convencionales. Él lo ponía todo junto y eso es lo que hicimos en el disco», comenta el productor Toni Visconti. Con apenas cuatro años de carrera musical, Lamar se ha convertido en uno de los santos griales del «hip-hop» contemporáneo, un artista que a sus 28 años ya ha sido capaz de grabar con referencias absolutas del género como son Eminem, Snoop Dogg, Chris Brown o Dr. Dre. Ya habitual de las ceremonias de los premios Grammy, su influencia va más allá de la música, a la par que su hiperactividad. Por ejemplo, recientemente firmó un contrato millonario con la firma deportiva Reebok y participó en el videojuego «Grand Theft Auto V», una saga con millones de seguidores en todo el mundo. Kendrick Lamar ya se comprometió a actuar en el próximo festival de Beniccasim (FIB), que se celebrará entre el 14 y 17 de julio de 2016. Será una de las grandes estrellas del evento y la oportunidad de ver en España al rapero del que todos hablan.