Crítica

El adiós de Juventudes Musicales

Yuri Temirkanov dirigió este concierto de despedida de un ciclo imprescindible en el panorama de la clásica
Yuri Temirkanov dirigió este concierto de despedida de un ciclo imprescindible en el panorama de la clásicalarazon

Concierto extraordinario por significado y resultados artísticos. Era la triste despedida del ciclo de Juventudes Musicales que tantos años nos ha acompañado y que la temporada próxima se difumina en Ibermúsica.

Obras de Glinka, Shostakovich y Chaikovski. Violín: Leticia Moreno.

Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. Director: Yuri Temirkanov. Auditorio Nacional. 22-V-2017.

Concierto extraordinario por significado y resultados artísticos. Era la triste despedida del ciclo de Juventudes Musicales que tantos años nos ha acompañado y que la temporada próxima se difumina en Ibermúsica. Su promotora, Isabel Falabella, lo intentó explicar y lo logró tras ocho largos minutos. No aparecía un micrófono, finalmente un violinista encontró uno que no funcionaba y ella allí en medio del escenario. Nadie resolvía, el público gritaba que no se oía nada... finalmente alguien trajo uno en condiciones. Es cierto que la megafonía es un tema pendiente en el Auditorio Nacional, pero el vídeo que recoge la escena y que me han enviado es para nota por lo que significa. No es un hecho aislado: recordemos el incidente en el que un espectador protestó y llegó a arrojar un móvil desde el anfiteatro al patio de butacas o aquél concierto de un diario cuya celebración le era desconocida a un personal que no dejaba entrar en el edificio ni a músicos ni a público. En fin, que Isabel Falabella no se merecía ese trago porque, además, necesitó ayuda para bajar del escenario ya que no hay el obligado pasamanos en la escalera de descenso al patio de butacas. En el Auditorio hay muchas cosas que arreglar. Afortunadamente ocupaba el escenario la Filarmónica de San Petersburgo con su titular desde que falleció Mravinsky, hace casi treinta años. Gran orquesta y gran maestro. Temirkanov puede ser parco en gestos, pero joven, expresivo y vitalista en sus lecturas. Llevó la obertura de «Ruslan y Ludmila» de Glinka a velocidades de vértigo sin un momento de descontrol. ¡Y qué decir de la «Patética»! Así tocaba Chaikovski su predecesor, sin sentimentalismos, reflejando a la perfección lo que este compositor escribió en su dolorosa sinfonía. ¡Qué tempos! Aún más rápidos que los del citado Mravinsky, si exceptuamos curiosamente el «allegro molto vivace», en donde Temirkanov se serenó un poco. Por cierto, ¿por qué en el Auditorio se seguía anunciando la «Quinta» en vez de la «Patética» si los programas de mano ya estaban impresos con esta obra? Previamente Leticia Moreno volvió a tocar la partitura con la que, a los 19 años, ganó el primer premio en el concurso Fritz Kreisler, demostrando que se van cumpliendo con creces todas las expectativas creadas. El sonido es bello, amplio y el virtuosismo poderoso. Así lo debieron pensar los músicos de la orquesta al aplaudirla con calor. Difícil, pero quizá alguno de ellos incluso estuvo cuando Oistrakh estrenó en 1955 este primer concierto para violín y orquesta. Entonces eran la Filarmónica de Leningrado. ¡Qué gran despedida de Juventudes Musicales! Gracias por tantos años de buena música.