
Sección patrocinada por 

Canciones que cambiaron el mundo
'Love me Do': hacen falta tres baterías para inventar el pop
El primer tema de los Beatles no fue un éxito comercial, pero fue mejor que eso: el amanecer de un mundo nuevo

Durante su estancia en Hamburgo, Los Beatles vivían salvajemente. Interpretaban clásicos del blues cada noche y terminaban empapados en sudor. Dormían en un cuarto mohoso y llevaban una vida digna de Huckelberry Finn mientras soñaban con ser Ray Charles, Chuck Berry, Little Richard o Bo Diddley. Allí recibieron un día de mayo de 1962 un telegrama de Brian Epstein, quien había conseguido un contrato discográfico con EMI tras solo unos meses como su representante. El problema es que los Beatles nunca tocaban canciones propias, ¿qué iban a grabar entonces?
Lennon y McCartney llevaban meses haciendo temas juntos, en la coqueta casa familiar del segundo, donde iban colocando los primeros ladrillos de la mejor sociedad compositiva de la historia. Tenían algunas canciones algo ñoñas porque, aunque soñaban con el blues, eran chicos blancos británicos de clase media y componían como tales. En cambio, sí se podían mirar en el espejo de otro de sus ídolos, una figura mayúscula y con más pinta de estudiante de matemáticas que de ídolo del rock, como ellos mismos. Se trataba de Buddy Holly, figura legendaria de una manera única de hacer rock y melodías del que se inspiraron hasta para el nombre del grupo. Si Holly tenía a los Crickets (grillos), ellos serían los Beatles (escarabajos). En aquellos códigos blancos, John y Paul admiraban todavía más a los Everly Brothers, a quienes también copiaron sin ambages. El pop no se iba a inventar de la nada. McCartney le mostró a Lennon la primera canción que había escrito y, en aquel comedor familiar, John improvisó el riff de armónica para acercarla al blues. La ralentizaron y bajaron el tono. Lennon tomó prestada una expresión de «Alicia en el país de las maravillas» para el título. No sería la última vez que Lewis Carrol les "inspirase".
El ojo morado de Harrison
En aquella primera canción de los Beatles ya estaba buena parte de lo que iban a ser: sus inconfundibles armonías, sus letras sencillas que era imposible dejar de cantar. En aquellas sesiones grabaron su versión de «Bésame mucho», canción que solían tocar en Hamburgo quizá como homenaje a «La Bamba» de Richie Valens. Lo que ignoraban es que estaban a punto de dejar de ser el grupo que eran. En los ensayos previos al estudio, Pete Best, el batería, decidió innovar con el ritmo en la segunda parte del tema, acelerándolo ligeramente. Cuando llegó el día de la grabación, las tomas se sucedían. Algo ponía muy nervioso a George Martin, emblemático productor del cuarteto, que llamó a Epstein. En una reunión con el resto de la banda, el manager les anunció que Best «no le gustaba nada». Fue despedido sin contemplaciones y sin una palabra amable por parte de sus compañeros. En las primeras fotos de promoción de los Beatles, tomadas unos días después, George Harrison aparece con un ojo morado, después de que un fan de Best les increpase en The Cavern.
Ringo Starr se incorporó al grupo y volvió a grabar la canción pero, tras 15 tomas, George Martin tampoco estaba contento con su toque, así que, una semana después, llamaron a un músico de sesión, Andy White, mientras Ringo tocaba la pandereta. Esa fue la versión que se publicó. Ringo tragó saliva y John y Paul vieron cómo su productor desmontaba la canción y la volvía a armar a su manera.
La canción fue el primer éxito de los cuatro de Liverpool y, aunque ya existía vagamente el pop, puede considerarse la primera del género. Al menos del pop como lo conocemos hoy, el de los gritos desesperados de los fans, el de los nuevos mesías de la cultura popular. El tema no fue el número uno asegurado que fueron tantísimos otros, pero se convirtió en un clásico atemporal. Fue el aldabonazo de un mundo nuevo, de la mayor revolución musical de la historia. Un amanecer en el que todavía vivimos. El día que se inventó el pop.
✕
Accede a tu cuenta para comentar