Así terminaron los Beatles: “Nos hemos cansado, no hay nada positivo en el grupo. Es una lata”
Un libro y un documental recogen los ensayos de «Let It Be», donde George Harrison dio la espantada y pensaron en Eric Clapton para sustituirle: una transcripción literal de las conversaciones que condujeron a su separación
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Pensaron en actuar ante sillas vacías, luego ante 20.000 personas, todas desnudas. Plantearon que fuera al aire libre, en el campo, a bordo de un barco, en Manila, en Memphis... incluso en Gibraltar. Los Beatles llevaban tiempo sin actuar e iban a ofrecer un concierto para televisión, una noche especial para todos, pero apenas encontraban la energía para hacerlo. Lo intentaban, pero no eran capaces de hacer que sonase como la sombra de ellos mismos. De esas fuerzas que languidecen y de la falta de magia fueron testigos un grupo de cámaras que recogían los ensayos de lo que iba a ser un concierto histórico y que se convirtió en una película documental que incluso ganó un Oscar. “Let It Be” (1970) también fue un disco y la crónica de la implosión de la mayor banda de la historia. Por fin, 50 años después, se revela todo (o casi todo) lo que sucedió en esos días turbios para el cuarteto en un libro “The Beatles. Get Back” (Libros Cúpula) y un documental (previsto para finales de noviembre) dirigido por Peter Jackson. Aquel concierto nunca se celebró. Al final, ni tocaron en una catedral, ni en un estadio, ni siquiera tuvieron que alquilar nada: John, Paul, George y Ringo terminaron sus días como banda en la azotea de su propio edificio.
“Desde que el señor Epstein murió (…) no ha sido lo mismo”, dice George Harrison. McCartney está de acuerdo. “Hemos estado muy negativos desde entonces. Quiero decir, es el motivo por el cual todos nosotros, uno tras otro, nos hemos cansado del grupo, ¿sabes?, porque no hay nada positivo en él. Es una lata”. El primero de ellos es el que más descontento muestra. Acababa de estar en Woodstock, junto a Dylan y The Band, sintiéndose tratado de igual a igual por un genio, y estaba disconforme con su papel de hermanito pequeño en los Beatles. Un año antes, en 1968, ya había compuesto las canciones de “All Things Must Pass” y no dudaba en enseñarle alguna a sus compañeros de Liverpool, poco entusiasmados. También les expresó su deseo de hacer un disco en solitario. Paul McCartney se desespera ante la falta de empuje de todo el mundo. John Lennon está a favor de seguir porque lo que le interesa es “comunicar” y a su lado, en casi todas las conversaciones, está Yoko Ono, omnipresente.
Las conversaciones, amargas, lidian abiertamente con lo inevitable. Sucede en los amplios y fríos Estudios Twickenham, donde tratan de ensayar para la gira que nunca se producirá. Harrison: “Oh, los Beatles han estado atrapados en la melancolía desde hace un año, por lo menos”. McCartney: “Sí, pero es porque no hemos tocado juntos. Ese es el tema. ¡Cuando aunamos esfuerzos para tocar juntos al final siempre acabamos hablando del pasado! ¡Somos como jubilados!”. Un poco después, ante la insistencia del bajista por “hacer que funcione”, Harrison comenta: “Creo que deberíamos divorciarnos”. Paul: “Bueno, yo ya lo dije en el último encuentro. Estamos cerca de llegar a eso”. Lennon: “¿Y quién se quedará con los niños?”. Paul: “Yo quiero hacer el concierto porque es bastante estúpido que nos desmoronemos ahora, en este momento de nuestras vidas. Es verdaderamente muy estúpido. Porque no hay motivo para ello. No vamos a conseguir nada que queramos conseguir si lo hacemos”.
La espantada de George Harrison
Dos días después, el 10 de enero, después de discutir con McCartney acerca de su parte instrumental en “Get Back”, George Harrison dice de repente: “Creo que... Voy a dejar...”. Lennon: “¿Qué?”. Harrison: “...la banda ahora”. Lennon: “¿Cuándo?”. Harrison: “Ahora”. La cinta se corta y cuando se reanuda, Harrison les está aconsejando algo “sobre un reemplazo. Escribid al ‘’NME’' y conseguid unos cuantos”. Recoge su funda de guitarra y se marcha. Al rato, los demás miembros de la banda “hacen como si no pasara nada”. Lennon dice: “Creo que si George no vuelve el lunes o el martes, tendremos que pedirle a Eric Clapton que toque. O sea, si George deja el grupo. A Eric le encantaría tocar con nosotros. Dejó Cream porque son todos...”. Ringo. “Solistas”. Lennon: “Eso es, pero nosotros no lo somos. Tendría libertad total para tocar la guitarra. Ahora la cuestión es la siguiente: Si George se marcha, ¿queremos seguir con los Beatles? Yo sí”. E insiste. “Si no ha vuelto el martes, cogemos a Clapton”. En ese momento, Michael Lindsay-Hogg, el director del documental, pregunta si alguien se ha marchado tan seriamente antes y Lennon revela: “Bueno, Ringo lo hizo... ya veremos cómo va el fin de semana”.
El grupo se reúne en casa de Ringo para hablar. El lunes 13 de enero, sentados en círculo, McCartney y Lindsay-Hogg hablan sobre Yoko Ono. El bajista dice: “Es como si siempre hubiera solo dos respuestas posibles: una es pelearlo y pelear contra ella e intentar que los Beatles vuelvan a ser cuatro personas sin Yoko, y pedirle a Yoko, de algún modo, que se mantenga al margen de las reuniones de directorio. La otra es darnos cuenta de que ella está allí y de que él no va a cortar con ella por nuestro bien”. Y sigue: “Mientras estemos intentando luchar contra ella será un obstáculo. Pero realmente no lo es. No es tan mala, ¿sabéis? Quieren estar juntos los amantes y está bien. Dejémosles”. McCartney, como admite en las conversaciones, sabe que si Lennon tiene que elegir entre Yoko y los Beatles, se queda con Yoko. ¿Se lo había dicho “Macca” a su amigo? “Bueno, le dije que no me gustaba escribir canciones... con él y con Yoko”. La relación se había enfriado entre ambos desde hacía tiempo, especialmente desde que no giraban juntos: “Sí, porque estábamos juntos todo el día y siempre surgían cosas. Cuando no estás cerca físicamente...”. La espantada de Harrison desemboca en una catarsis colectiva en la que Lennon duda y habla sobre las dinámicas colectivas que llevan arrastrando y que son “una herida que supura y a la que no le han puesto vendas”. Todo en torno a la contribución de Harrison como guitarrista: “Yo nunca le dije a George: «Mira, George, cuando quiero un fragmento de guitarra, lo quiero exactamente como ese». Y entonces él me hubiese dicho: «Bueno, no va a poder ser», ¿sabes? Y eso es todo. Aunque él nunca me diría eso y yo nunca le diría lo otro, continuamos y conseguimos tener un problema”.
Vuelve la magia
El 14 de enero aparece Peter Sellers y el trío de músicos, en ausencia de Harrison, hace bromas sobre el Maharishi Mahesh Yogi, a quien acudieron a ver por la insistencia de éste. Sin embargo, vuelven a reunirse fuera de las cámaras y acuerdan renunciar a una actuación grandilocuente y aprovechar los temas para un disco que será completado en el estudio de Apple, más acogedor y familiar que Twickenham. El grupo consigue dar forma a un tema, “Get Back”, y McCartney insiste en algún tipo de actuación con público. Con los ánimos más calmados, los diálogos fluyen y se presencia la magia creativa de los cuatro. Arman el disco y llega la víspera del concierto en la azotea. Han planeado que la Policía les detenga o les obligue a parar. Lennon dice la tarde de antes: “Vamos a hacer otro elepé. Prepararemos el siguiente lote. Organizaremos las cosas que tenemos para los siguientes meses. Y para mayo o junio... el siguiente álbum”. Ese mismo día, Harrison le confiesa a Lennon ante las cámaras. “Después de este concierto, simplemente me gustaría hacer un álbum con mis canciones”. Lennon: “Sí, ¿lo veis? Está muy bien que saquemos un elepé y que los Beatles estén juntos, pero George va a hacer un disco”. El 30 de enero empiezan a tocar en la azotea de Apple. Las cámaras les graban y preguntan a los transeúntes. La policía irrumpe en Apple y les avisan de que tienen que parar al cabo de unas cuantas canciones. “Me gustaría dar las gracias. Espero que hayamos superado la audición”, dice Lennon de broma. Todos ríen y aplauden.
El disco no fue lanzado hasta el 8 de mayo de 1970, días después de que se hiciera oficial la salida de Paul McCartney de la banda, y con ella la disolución pública del grupo. Antes, tuvieron tiempo de grabar y publicar “Abbey Road”, aunque en rigor ya no eran un grupo para ese disco. Así que, para cuando iba a aparecer “Get Back”, ni siquiera se ponían de acuerdo sobre si debían autorizar el disco o qué versiones de las canciones. Tampoco mostraron demasiado interés. Esa tesitura la aprovechó Phil Spector para añadir cuerdas, coros, vientos y todo lo que le vino en gana. Se terminaba así la historia de un grupo que pasó de la caverna a la azotea.