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Nicola Lagioia: «La tentación de la violencia es aún una vía de escape»

El autor vuelve con «La ferocidad», una salvaje reflexión sobre la familia y la ambición sin escrúpulos
El escritor Nicola Lagioia
El escritor Nicola LagioiaMarta Calvo

Madrid Creada:

Última actualización:

Nicola Lagioia ha traído como título de su novela la palabra «Ferocidad», que es un vocablo de fuerte retumbar. Arrastra consigo un eco de violencias primitivas que marida bien con un argumento que se desliza por las aguas de lo policiaco. Una historia que en realidad es la autopsia de una familia marcada por la presencia de un progenitor de presencia y carácter terrible, Vittorio Salvemini. Un individuo hecho a sí mismo que proviene de la pobreza y que ha convertido la ambición en la brújula de su vida. La narración comienza con la inquietante aparición de su primogénita, Clara, que avanza desnuda por una carretera con el cuerpo cubierto de sangre. Horas más tarde aparecerá su cadáver y arrancará así una trama que pondrá negro sobre blanco los silencios, pecados, intrigas y vicios callados. «Es una novela sobre la familia y el poder, sobre un progenitor que nace pobre y se hace rico en poco tiempo. No es una familia burguesa. Las familias son interesantes porque son lugares de narraciones de lo novelesco por antonomasia. En su seno siempre hay sentimientos en conflicto: odio, fraternidad, celos. Los hombres somos criaturas contradictorias y en todas las familias existen secretos y eso puede dar a un relato interesante. ¿Quién no ha descubierto cosas de la familia que le dejan desajustado, sorprendido o descolocado?»
La vieja nobleza sustituida por el nuevo rico.
He conocido a muchos Salvemini donde crecí, en Bari. Allí vi familias que conseguían hacerse ricos de la noche a la mañana. El hecho de no haber tenido la cultura del dinero, corrían riesgo de gozar una riqueza, pero en una generación dilapidaban todo el patrimonio, cuando, en burguesía lo normal era en dos o tres generaciones. Estas familias son muy distintas a las que son ricas desde hace generaciones y que no comparten nada y que son tacañas. Las que son pobres y se enriquecen dan cenas, hacen partícipes a los que conocen, aunque también viven donde lo lícito y lo ilícito está en el límite. Esto es problemático desde el punto de vista ético, pero desde el literario es interesante. En el fondo, los nuevos ricos me caen mejor.
«El dinero es una oportunidad, pero también es una fuente de sufrimiento»Nicola Lagioia
El dinero...
El dinero es ambivalente. Por un lado, está bien. Te quita preocupaciones y da una seguridad adicional a tus hijos. El problema es que genera avidez. Los nuevos ricos tienen miedo a ser pobres de nuevo. Hacen todo lo posible por evitarlo. Están obsesionados. El dinero es una oportunidad, pero también es una fuente de sufrimiento. Donde hay dinero hay bienestar y también problemas.
Vittorio es un empresario sin escrúpulos. ¿Una metáfora de la sociedad?
Tenía en mente estos perfiles de constructores que he conocido en Bari, donde está ambientado el libro. Hay un filme de los años sesenta, «Las manos de la ciudad», que habla de la especulación inmobiliaria en Nápoles. Al inicio se dice que los personajes son imaginarios, lo que no es imaginario es la realidad que reproduce. Esto vale para mis personajes. Lo que representan no está inventado. Sabía cómo funcionaban las dinámicas de este negocio y me fascinan estos personajes excesivos, despiadados y generosos a la vez.
«En la actualidad es complicado emanciparse de una situación de indigencia»Nicola Lagioia
Pero su legado es negativo en ocasiones.
Es negativo. Los años 50, 60, 70 y 80 son de especulación inmobiliaria. El paisaje italiano es precioso, pero se diezmó. Se colaron estos grandes hoteles y edificios donde no podían. Hoy en día, nos parece escandaloso, pero el paisaje fue víctima de estos especuladores.
Pues para algunos son modelos.
Eso me da miedo. Parte de estas personas se convierten en un modelo por la apariencia que lucen de poder. Retienen valores que cuentan para muchos, porque estos empresarios no prejuicios. Se convierten en un modelo del ascensor social. Siempre cuesta hacer un salto social y estos personajes representan eso. Hemos dado un paso atrás porque la generación de mis padres tenía estudios universitarios y tenían la posibilidad de un salto social. Hoy quien es rico, es rico; y el que es pobre, pobre. En la actualidad es complicado emanciparse de una situación de indigencia.
El populismo se aprovecha de esto.
Nace de dos cosas, la injusticia social y, por otro, la sensación de que cada vez hay menos capacidad de participar en la vida política del país. Cuando los ciudadanos piensan que con el sistema tradicional no se pueda cambiar nada, se pierde confianza en el sistema y la democracia, porque no permite el mínimo bienestar. La participación social de un país tendría que ser central en una democracia, pero si no podemos, para muchos existe la posibilidad de refugiarnos en el populismo.
«Con el actual gobierno posfascista de Meloni, los escritores son denunciados por los políticos»Nicola Lagioia
¿Qué le da miedo del hombre?
Lo que más miedo me da es que todavía tenemos muy desarrollado el instinto de los abusos. La tentación de la violencia es todavía una vía de escape. Y es una tentación cercana. Durante mucho tiempo, por muchos años, la teníamos que ser violentos para sobrevivir. Ser cazadores, no la presa. Matar y que no nos mataran. Hoy se trata de deshacernos de esta violencia, pero este elemento de abuso y de la violencia lo tenemos muy vivo, porque, por la genética, por nuestro cerebro, todavía somos ese hombre asustado y violento. Esta práctica existe en nosotros. Escribiendo estos libros lo que he descubierto es que esto aún forma parte de nosotros. Esta obra se publicó hace diez años, pero me inquieta que sea tan actual... y eso que no había dos guerras tan cerca y el mundo no era tan turbulento como ahora. Lo que he descubierto es que nuestro corazón de las tinieblas está presente. Pero...
¿Sí?
Existe otra manera de ejercer violencia, que es la indiferencia. Vivimos en casas seguras y miramos hacia otro lado cuando vienen personas desde miles de kilómetros. No tenemos interés en ellos y dejamos que prevalezca el egoísmo prevalezca. Ignorar lo que ocurre alrededor, o ser insensible a ello, es una forma de violencia. La violencia no es solo la que se ejerce de manera material. La violencia insensible creo que es el peligro que tenemos ahora. Estamos en una situación cómoda en Occidente y de indiferencia, también.
En los tiempos actuales, con todo lo que hay, ¿el escritor debe reivindicarse como figura intelectual?
Siento en mí una especie de desgarro. Quiero contar historias, no juzgar. Entender las cosas es más importantes que juzgarlas. Eso me pasa como escritor de novelas, pero... con el actual gobierno posfascista de Meloni, los escritores son denunciados por los políticos, o son atacados por el consejo de ministros. Es una situación anómala, porque el poder no ataca a los escritores. Cuando sucede, ya vemos como acaba todo.