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Música

Jaén

Raphael: «Un día desapareceré sin más, sin histerias»

Con 75 años cumplidos y una extensa carrera, Raphael sigue tratando de reinventarse sin dejar de ser el cantante que ya pertenece a nuestra cultura popular: ahora se atreve con la electrónica en «REsinphónico», el disco que presenta en el Teatro Real.

Raphael: «Un día desapareceré sin más, sin histerias»
Raphael: «Un día desapareceré sin más, sin histerias»larazon

Con 75 años cumplidos y una extensa carrera, Raphael sigue tratando de reinventarse sin dejar de ser el cantante que ya pertenece a nuestra cultura popular: ahora se atreve con la electrónica en «REsinphónico», el disco que presenta en el Teatro Real.

Cuando parece que ya lo ha hecho todo, vuelve Raphael (1943). Después de una larga gira sinfónica, acompañado de orquesta, de regresar al formato más rock junto a jóvenes admiradores de todos los estilos, de cantar temas prestados de compositores que le idolatran... regresa el de Linares con nuevo trabajo, «REsinphónico», que es algo más que una REvisión de toda su artillería en forma de himnos, una vuelta de tuerca que le lleva a un país desconocido por el artista, la música electrónica. Ráfagas de experimentos sobre sus clásicos, grabados en los emblemáticos estudios Abbey Road con la producción de Lucas Vidal. El resultado de esta nueva locura raphaeliana podrá verse y escucharse el 17 de diciembre en el Teatro Real, aunque ya no quedan entradas. En mayo de 2019 empieza una gira internacional que le llevará a emblemáticos teatros de Londres (Royal Albert Hall, 4 de julio), París (Olympia, 10 de marzo), San Petesburgo (Lensovet palace, 21 de marzo) y Moscú (International House Of Music, 23 de marzo). No se cansa nunca.

–Lo de «REsinphonico» no es lo que parece, no es una orquesta convencional.

–No. Quería un plus y no sabía ni definirlo. Porque un disco sinfónico ya lo había hecho y, en este, el «RE-» lo aportan las maravillosas ráfagas de música electrónica que hemos decidido meter. Es la primera vez que lo hago. El sonido ha quedado fantástico, porque es casi cinematográfico. Me ha quedado un disco de película.

–¿Le costó dejarse llevar hacia lo desconocido?

–¡Pero si fui yo quien lo provocó! A mí lo que más me cuesta es hacer siempre lo mismo. Si no me puedo renovar e innovar, no lo hago, sobre todo porque me aburre. Pero si alguien en la compañía o donde fuera me llega a decir que no podía grabar este disco, lo habría hecho igual. Porque yo en mi vida, sobre todo en la profesional, he hecho lo que he querido.

–Para eso hace falta fuerza de voluntad, porque el negocio discográfico siempre tira hacia su lado.

–Claro, hace falta eso pero también creer mucho en ti, vivir con absoluta pasión por las cosas que haces. Y cuando te dicen que no, no creértelo. Decir: «Vale, he oído el ''no'', pero lo voy a olvidar, no le voy a hacer caso». Y tratar siempre de salirte con la tuya. La experiencia conmigo, cuando me han intentado obligar a hacer algo, ha sido que al final ha salido tal mierda que se les quitaron las ganas (risas).

–Hay que tener algún talento o carisma para seguir tantos años con el cariño del público.

–No sé qué hay que tener, porque yo tampoco soy tan listo. Pero sí que iba mucho al teatro a ver lo que no debía hacer. No me interesaba copiar, sino saber a lo que no quería parecerme.

–¿Qué tiene usted?

–No sé decirte. El gancho que pueda tener o el imán que indudablemente existe, ahí está, no sé en qué consiste. No creo que sea porque cante más o menos bien, debe haber un cúmulo de cosas que haga que el público se ponga de pie. Me acuedo una vez en el Olympia, viendo a Gilbert Becaud, que no es que me pusiera en pie, sino que salté encima de la butaca a aplaudir. Y entendí que quizá eso es lo que la gente podía sentir conmigo. Lo que sí es verdad es que hace un tiempo que salgo al escenario huevón, despacio, a disfrutar con el público. Antes me ponía muy nervioso y a la quinta canción estaba mudo. Y eso me ha aliviado de muchos pesares.

–¿Qué ha cambiado en usted para eso?

–Tampoco lo sé. La vida, mi transplante, cumplir 15 años... (se refiere aal tiempo que hace que recibió el transplante de hígado). Pero creo que también influye el sitio que ocupo dentro de la música, las críticas que me hacen... Todo eso hace que te tranquilices y que cambie la actitud.

–A este paso no se va a retirar nunca a una isla del Caribe.

–¿Al Caribe? ¿Yo? ¿Para qué? Mira, ya he vivido en el Caribe y allí hay muchos mosquitos. Me considero ante todo muy europeo. He vivido en América y está muy bien para ir de vez en cuando. Además, soy un trabajador nato. Solo sé hacer lo que sé hacer, y sé que algún día tendré que decir hasta luego, pero lo haré sin histerias, sin decirlo, vamos. Desapareceré y punto. Ya está.

–Le queda cuerda para rato, pero antes mencionaba a Becaud. Parece que usted representa a un tipo artista que, con la pérdida de Aznavour, por ejemplo, está desapareciendo. ¿Se ve como un último mohicano?

–No, porque la música válida es la nuestra, la de ese tipo de artistas que dices. Esa es la canción que va a perdurar, las otras son flor de un día. Bueno, a veces duran tres años... pero lo nuestro, y digo lo que hacemos Becaud, Aznavour, Sinatra, Barbara Streisand, Shirley Bassey, Tom Jones, Petula Clark... es eterno. Te puedo nombrar otros 500 hasta Gardel. Míralo a él, que nunca ha pasado de moda.

–¿Esa batalla la tiene usted ganada en España?

–La tenemos. Y cuando sale uno joven con ese estilo, como Michael Bublé, le decimos: «Bienvenido al club». Aznavour me dijo hace 5 años, cuando grabamos en París «La bohème» para un disco mío, que: «yo a ti te conozco desde que asomaste la nariz. Con verte un segundo, sabía que eras del club», me dijo.

–He leído alguna reseña de sus conciertos que le califican de «estrella del rock».

–Bueno, no es un insulto (Risas). Y la chupa de cuero la he llevado siempre. ¡No me la pongo solo para la foto!

–¿Cree que en «Operación Triunfo» se puede enseñar a ser artista?

–Te pueden ayudar a cantar mejor, por ejemplo. A respirar... Y si de verdad estudias y te lo tomas en serio hay mucho que se puede aprender. Yo, por ejemplo, canto mejor que antes, que tenía voz de trueno, pero demasiado chillona. Y los nervios es que me mataban, se me acababa el fuelle enseguida. Cuando me he ido tranquilizando he empezado a rendir bien. Se puede aprender muchísimo. Esa cosa tan socorrida que me preguntan de «si se nace o se hace»... Y también me preguntan eso de «¿esta puede ser su gran noche?» O depende del título que quieran sacar... «¿sigue loco por cantar?». Pero claro, son preguntas que venden bien.

–Vaya, yo prefería no caer en el tópico.

–Pero eso no lo considero tópico. Creo que quieren ayudarte a promocionar lo que vendes y ponen el título porque son canciones muy conocidas. Pero no soy malpensado en el sentido de que quieran hacer una broma a mi gusto, sino de que se lo das hecho. Me preguntan mucho «si soy aquel...» (risas).

–Pero a usted no le hace falta promocionar, ¿no?

–Sí, mira, yo uso internet. No estoy todo el día colgado, aunque de vez en cuando lanzo una cosita: me aprovecho de que existe y que es gratis.

–¿En las redes sociales, quiere decir?

–Sí, alguna cosa. Doy los buenos días todas las mañanas. Esté donde esté.

–Oiga, que hace poco le nombraron oficialmente hijo adoptivo de Madrid.

–Me hizo mucha ilusión. Porque, como sabes, yo soy andaluz, pero me considero muy de Madrid. Fíjate que me trajeron aquí en mantillas, con ocho o nueve meses. Conocí Linares (Jaén) a los 14 años. Pero yo me crié en el barrio de Cuatro Caminos.

–Hombre, pues entonces no es hijo «adoptivo», sino madrileño de pleno derecho.

–Ya, bueno... Me hizo muy feliz que se acordaran que he pasado mi vida en Madrid y que la adoro, y que, además, soy muy del madrileño. Gusto mucho aquí y cuando me lo dieron me gustó más que un Grammy (risas). Que sepas que están todos los premios amañados (risas).

–¿Y si le ponen una calle, la ambiciona?

–Yo nunca pido nada y no hay motivo, porque soy solo un chico que trabaja todos los días. Y eso del callejero me suena a homenaje fúnebre.

–Le pregunto por algo vivo, muy de moda: ¿qué piensa del reguetón?

–Bueno, tiene que haber de todo. No me va mucho.

–No me está diciendo la verdad. Si se pone a cantarlo, ¿lo clava?

–¡Seguro!, porque no es tan difícil (risas). Pero oye, que una vez canté rap por una apuesta y también actué con Wilfrido Vargas, que era lo más de lo más... como el chiquito este Maluma, pero mayor. Una estrella en América que no te imaginas. Y cantamos «Mama qué será lo que tiene el negro»...

–Bueno, las letras de ahora son más fuertecitas...

–¿Más que esta? No... (risas). ¿Qué será lo que tiene el negro? (Risas) Bueno, aunque yo he hecho de todo. Nada me da ya apuro.