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Exposición

La soledad del hombre, en el Botánico

El Pabellón Villanueva acoge las muestras de los fotógrafos Ángel Marcos y Felipe Lavin, cuyas obras indagan en la deshumanización de los entornos urbanos y la tristeza de los espacios despatriados

Montreal II, 2022, Fotomontaje sobre papel
Montreal II, 2022, Fotomontaje sobre papelFelipe Lavin

Imágenes de ruinas habitadas y espacios vacíos despatriados en los que la vida ha dejado de ser, conviven a escasos metros con fotografías de individuos deshumanizados que caminan en tropel por entornos urbanos hiperconsumistas mientras sus figuras se desintegran verticalmente hasta perderse en una nube tecnológica de la que nadie quiere formar parte, pero a la que todo el mundo se dirige. Pese a que visualmente sus obras se alejan de cualquier tipo de paralelismo o semejanza, en términos conceptuales, su discurso artístico resulta más próximo de lo que puede parecer a priori. Y es que las exposiciones del fotógrafo vallisoletano Ángel Marcos y el chileno Felipe Lavin que confluyen hasta el próximo 26 de marzo en las arborescentes paredes del Pabellón Villanueva del Jardín Botánico hablan, en esencia, de la soledad simbólica y estética del hombre. En el ala norte, justo en el espacio situado a la izquierda de la entrada del recinto, se ubica la muestra “Arquitecturas para sobrevivir”, creada por Marcos en colaboración con Fundación Rac y Colección Yera.

Ángel Marcos en "Arquitecturas para sobrevivir"
Ángel Marcos en "Arquitecturas para sobrevivir"La Fábrica

“Yo no hago fotografía documental, mi intención se centra en la constante oferta de pensamientos a través de las imágenes; ofrecer emociones”, reconocía el artista oriundo de Medina del Campo, presente durante la inauguración de la muestra, acerca de una obra en la que conscientemente elimina todo ornamento posible para aludir de forma directa a la arquitectura de la memoria; el propio paisaje en sí mismo contiene una fuerte carga simbólica que busca trascender la mera observación. Los objetos que pueblan las fotografías de lugares de tránsito, descampados o carreteras nos muestran la mella del uso, su agotamiento y su carácter manifiestamente efímero. El artista apuesta por una búsqueda de la sencillez, una red de estrategias y pulsiones emocionales que le permitan sentirse impactado por la imagen que debe capturarse. Ensaya con los símbolos, le interesa la psicología social y la conformación de la identidad.

Atropellados por el tiempo

La misma identidad con la que Felipe Lavin juega en el ala sur, espacio donde se encuentra su propuesta “Desvanecidos II”, en colaboración con la Galería Ponce + Robles. En este caso, el foco discursivo reside en el ritmo de vida del sujeto hipermoderno, siempre acelerado, siempre atropellado por el tiempo que no tenemos, siempre encima de nuestra cabeza como la boca de un lobo. Las fotografías de Lavin, invadidas por personas sin rostro que deambulan por los no-lugares, espacios colectivos y de tránsito como metros, aeropuertos, autopistas, pero paradójicamente de una manera tan solitaria que pareciera ser su condena, conforman un cúmulo de subjetividades cromáticas que se ven esfumadas en líneas rectas.

Una fotografía de Felipe Lavin en la muestra "Desvanecidos II"
Una fotografía de Felipe Lavin en la muestra "Desvanecidos II"La Fábrica

Asistimos interpelados a la reproducción de una cultura que se ha hecho presente en todas las grandes urbes del mundo y que nos hace cuestionar su singularidad humana, la orilla donde se tensiona la condición existencial entre ser un individuo y parte de una masa al mismo tiempo. Es entonces cuando un pensamiento intrusivo invade de forma impertinente nuestro recorrido al pararnos frente a la última foto de la exposición en la que un hombre en mitad del bosque expulsa de su cabeza un brochazo de color con dirección al cielo: ¿y esto cuándo para?