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Entrevista

Susan Neiman o por qué la izquierda ya no está tan despierta

La filósofa estadounidense lidera una cruzada para desvincular al ala más progresista de la política del movimiento «woke», que tacha de «tribalista»

Susan Neiman sobre el movimiento woke.
Susan Neiman, a su paso por MadridDavid JarLa Razón

Susan Neiman (Atlanta, 1955) dice que ha tenido que pedir perdón a sus hijas. En plena ola del «MeToo», esta filósofa moral americana se dio cuenta de que se había confundido, que debía haberlas escuchado cuando acudieron a ella para quejarse de un profesor que les decía cosas inapropiadas. «Me limité a explicarles que así era como funcionaba el mundo y que se tenían que habituar a ello. Después me he dado cuenta de que mi filosofía es, precisamente, no aceptar que las cosas son como son sino cambiarlas», cuenta ella misma en entrevista con este periódico en Madrid. Sirva esta anécdota doméstica para situar en el justo lugar a una intelectual que enarbola la bandera anti «woke» (en inglés, «despierto») en su nuevo libro («Izquierda no es woke», Debate) en un momento en el que cualquier salida del carril sirve de excusa para ser cancelado en EE UU.

La aprensión que le rodeaba cuando decidió titular como lo hizo le confirmó que iba por buen camino: «Muchos amigos trataron de convencerme para que la palabra ‘‘woke’’ no apareciera en la portada. También les daba miedo que diera munición a la derecha. Lo pensé, pero si ya en la primera página me defino como socialista creo que está todo claro». Lo que, por encima de todo, está cristalino en un libro profundo y complejo es que lo «woke» se toca con la derecha populista y extrema de una manera casi grotesca. «Eso es lo gracioso. El tribalismo siempre ha sido el discurso de la derecha, la idea de que solo puedes entenderte con gente de tu tribu, que es imposible conectar con los de fuera. La izquierda siempre ha defendido lo contrario, que puedes comunicarte y llegar a acuerdos con gente que no tiene nada que ver contigo. Además, la derecha usa un discurso de poder, lo de la justicia les parece algo menor, una cursilada de la izquierda. Por eso digo que el movimiento ‘‘woke’’ y la derecha están, intelectualmente, en el mismo bando. También han abandonado la fe en el progreso, algo tradicionalmente de la derecha, que siempre ha creído que el pasado fue mejor. Soy de las que opinan que hay que dejar de avergonzarse por decir algo idealista».

Dice esta filósofa judía afincada en Alemania y formada en Harvard que los atentados de Hamas contra Israel el 7 de octubre hicieron caer muchas caretas. «No me sorprendieron las muestras de tribalismo de parte de grupos que, literalmente, no saben qué está pasando en esa zona del mundo. No soy una gran fan del presidente Biden, pero he de reconocer que dijo, exactamente, lo que debía la primera vez que estuvo allí. Entendía la rabia y la furia israelí, pero les pidió que no cometieran el mismo error que EE UU tras el 11S. Es la primera vez que un presidente americano critica a su país en suelo extranjero en toda la historia. Benjamin Netanyahu y su Gobierno lleno de fascistas han hecho justamente lo contrario. Netanyahu tiene dos objetivos: permanecer en el poder, debido a los juicios que enfrenta, y ayudar a que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca. Sabe que si gana será muy bueno para él».

Susan Neiman echa mano del humor y recuerda cómo, por aquellos días, el movimiento «woke» rediseñó el mapa del mundo: «En un estúpido ejercicio de geografía, decidieron que los palestinos pertenecen al sur global, gente de color, y los israelíes al norte, todos blancos. Más del 60% de la población israelí es gente de color, físicamente no se distingue a la mayoría de israelíes y palestinos. Gente de la misma tribu que ha decidido que los palestinos son los que tienen la razón. Entonces se dan esas imágenes delirantes de gays o trans gritando su apoyo a Hamas, un grupo que no dudaría en matarlos si estuvieran en Gaza».

La izquierda «woke» ha sumado a las brujas a su simbología @ JESUS G. FERIA. 08-03-2018.
La izquierda «woke» ha sumado a las brujas a su simbología @ JESUS G. FERIA. 08-03-2018.La Razón

Otra de las derivadas del conflicto en Oriente Medio ha sido que los «woke» han mostrado su cara antisemita. Según Neiman, discípula de John Rawls y Stanley Cavell, «el tribalismo, la sensación de que la política no está determinada por la razón sino por una decisión consciente, los ha llevado al antisemitismo. No paro de decir que no soy proisraelí ni propalestina sino pro derechos humanos. Hay que dejar de hablar de esto como si se tratara de un partido de fútbol»

La obsesión revisionista de este club «woke», que tiende a criminalizar el pasado, es otro de los delirios que denuncia la autora. «Es parte de la trampa. Lleva a la gente a decir cosas como que las mujeres aún viven en un patriarcado. Perdona, pero no, al menos en Occidente. Claro que quedan países en los que es terrible ser mujer, por ejemplo India o Afganistán. Pero hacer esa generalización en el mundo en el que vivimos usted y yo es deshonrar a las mujeres que tan duro trabajaron, en ocasiones en circunstancias muy difíciles, para lograr una mayor igualdad entre hombres y mujeres. Yo recuerdo bien esos cambios porque los viví. Creo que Alemania está muy detrás de Estados Unidos en términos de sexismo en el mundo intelectual, pero decir que nada ha cambiado es una falacia». La tendencia a ver conductas racistas hasta debajo de las piedras también la considera Neiman una marca de la casa «woke». «Yo crecí en Georgia y recuerdo no solo que no podíamos ir al colegio con niños negros, sino que no podíamos bañarnos en los mismos lagos. Así que decir que todo sigue igual es mentira».

En «Izquierda no es woke» detalla algunas situaciones delirantes que prueban lo lejos que ha llegado esta filosofía absurda de no molestar nunca a nadie y bajo ningún concepto. «Le voy a poner dos ejemplos de la locura que ha provocado este exceso de autoconciencia. Un editor alemán me contó que quería publicitar un libro con el lema “esta obra te abrirá los ojos”, pero alguien le dijo que no era adecuado porque revelaba una falta de sensibilidad para los ciegos».

Parece una broma, pero no.

«De hecho, cambió la frase de reclamo. Mi editor también tuvo un lío con un libro de un autor alemán porque eligió una foto para la solapa en la que parecía más blanco debido a la luz. La gente se quejó de que solo quisieran sacar a negros pálidos en la imagen. Hay cientos de historias como estas».

¿Y qué ocurre con la Prensa más progresista de EE UU? ¿Han comprado el mensaje o, más bien, les tienen miedo? Neiman se lamenta de que esta es la primera vez que el diario «The New York Times» no publica una reseña de un libro que saca al mercado en dos décadas. Así lo explica: «El diario se volvió muy ‘‘woke’’ tras la victoria electoral de Trump. Creo que eso demostró algunos de los peligros de esta corriente. No puedes apoyar la diversidad y no cuestionar la estructura neoliberal. Desde luego lo que dicen es súper influyente en el mundo entero, pero no tienes más que ver la sección de viajes del periódico, concebida básicamente para dar a conocer restaurantes de moda. Es verdad que la enorme mayoría de americanos no tienen ni dos semanas de vacaciones al año, pero me encantaría que el ‘‘NYT’’ cuestionara eso del sistema, por ejemplo».

Se niega a hacer pronósticos de lo que pueda o no durar esta corriente de pensamiento de tan cortas miras, pero tiene claro que no se trata de ninguna tormenta de verano. «No creo que vaya a ser algo pasajero, desde luego. Es una tendencia que empezó en los campus universitarios americanos y que se ha hecho con la cultura anglosajona y alemana. Te hablo de gente con 50 o 60 años, editores, curadores de museos, líderes de medios de comunicación. Es posible que el 7 de octubre haya servido para que la gente comience a cuestionarlos, pero no estoy segura. Yo es que ya no hago pronósticos porque la vida te da sorpresas enormes. Donald Trump, por ejemplo».