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2.000 litros de agua para Falla

Teatros del Canal acoge la versión de La Fura dels Baus de «El amor brujo» del compositor granadino, en la que se recupera material cinematográfico de Val de Omar

CONTRA EL MALTRATO. Por primera vez, La Fura representa este montaje en un espacio cerrado, en la Sala Roja de los Teatros del Canal
CONTRA EL MALTRATO. Por primera vez, La Fura representa este montaje en un espacio cerrado, en la Sala Roja de los Teatros del Canallarazon

Teatros del Canal acoge la versión de La Fura dels Baus de «El amor brujo» del compositor granadino, en la que se recupera material cinematográfico de Val de Omar

El Falla más universal visto por La Fura: todo un acontecimiento. La vistosidad y espectacularidad del agua – 2.000 son los litros derramados–. El hipnotismo y la magia del fuego –uno «mágico» que surge al quemar un polen especial de Nepal «que no deja restos y que han aprobado los bomberos»–. La fuerza física de los movimientos corporales. Los olores y su memoria imborrable. La luz. Y, por supuesto, la grandeza del sonido que aportan las notas de una sinfonía «made in Falla» –aderezada con fragmentos de «Noche en los jardines de España», «El sombrero de tres picos», «La vida breve» y «Amor gitano»–. Todo junto sobre las tablas del Canal hacen de «El amor brujo» reinterpretado por La Fura una orgía de los sentidos.

Como eje: el legado del compositor gaditano y el centenario del estreno de su obra en el Teatro Lara. Era 1915 y esta «pieza cabaretera» se reservó para la «sesión golfa» de entonces; un siglo después, la armonía de la fusión del folclore andaluz, lo gitano y lo flamenco con la música culta han hecho de «El amor brujo» la obra más universal y arrebatadora de Manuel de Falla. Ahora, tras pasar por la plaza de toros de Granada y el Festival de Perelada, el montaje de La Fura dels Baus llega a Madrid para interpretarse por primera vez en un espacio cerrado –Sala Roja del Canal–. Ninguna hipoteca para que la compañía de Carlus Padrissa –responsable de la dirección escénica– no escatime en efectos.

Ni en personalidad: «Aquí no buscamos el 90-60-90, queremos una coreografía asimétrica, con bajitos, gordos y calvos. Un baile diferente». Como ejemplo, la coreografía la han dejado en manos de un jovencísimo Pol Jiménez. Sin buscar competencias ni similitudes con aquella interpretación de Antonio Gades. «Es una obra musicalmente compleja porque estamos acostumbrados a oír lo sinfónico sin ver lo que ocurre en el escenario», explica Manuel Coves –director musical, apoyado aquí por la Orquesta de la Comunidad de Madrid–. «Un camino más próximo a la ópera que a la danza», cuentan, en el que quieren recuperar una de las esencias descolgadas con el paso de los años y a medida que la música se iba engrandeciendo: su texto, el de María de la O Lejárraga. Huyendo del de Gregorio Martínez Sierra –su marido–, el cual, como han confirmado los estudios, no era más que el seudónimo que utilizaba la primera para huir de las miradas. Así, uno de los valores fundamentales del montaje radica en poner en valor la figura de una Lejárraga que hasta ahora había quedado relegada a la sombra.

Un aspecto más que se podrá ver en la Sala Roja –y que destaca el director de escena– es otro nombre maltratado por el tiempo, José Val del Omar. Luz cinematográfica que completará la música de Falla y la poesía de Lejárraga. Creador granadino y tan amigo de Federico García Lorca, Luis Cernuda y María Zambrano como vecino del compositor. Un hombre «creyente del cinema» –y testigo de las Misiones Pedagógicas– que destacó por su talento artístico y tecnológico y por la búsqueda de nuevos horizontes bajo las siglas PLAT –Picto-Lumínica-Audiovisual-Táctil–. Ya en el 28 anticipaba varias de sus técnicas más singulares: desdoblamiento apanorámico de la imagen, salida fuera de los límites y el concepto de visión táctil. Su trabajo –tomas recuperadas gracias a la contribución de su familia– compone el trío de elementos «esenciales». «Fue un hombre que se compró una cámara y empezó a filmar en una cueva girándose sobre sí mismo a cámara lenta. Es un material muy interesante y lo queríamos recuperar», comenta Padrissa.

Impunidad masculina

Tres son las patas de apoyo y también tres las fases son por las que va pasando la protagonista de este «Amor brujo», Candelas –inspirada en su día por Pastora Imperio y ahora interpretada por Esperanza Fernández–. Por un lado, está el comienzo del maltrato y la pérdida de ego, en la que la pena y los celos le rasgan por dentro; después, «se va en busca de una bruja a una cueva para vencer a la situación, pero al no encontrarla tiene que ser ella misma la que dé la vuelta a sus miedos», explica el director; y finalmente, está la etapa de la recuperación de la dignidad. «Nuestra versión es un ritual contra el desconocimiento, un acto de concienciación feminista, de la fuerza cultural de la palabra, con el que acaba atrayendo a su amante de nuevo».

«¡Soy la voz de tu destino! ¡Soy el fuego que te abrasa! ¡Soy el viento que suspiras! ¡Soy la mar en que naufragas!», recita el texto. De este modo quiso plasmar la autora del libreto la que ha quedado como su frase más célebre: «Gran parte de la impunidad masculina está en la ignorancia de la mujer». Reivindicación conservada por Padrissa, quien también ha incorporado un prólogo en el que se cuentan los inicios de la pareja y los verdaderos motivos de Candelas para buscar cobijo en la brujería: «Hemos imaginado en la primera parte toda la previa de la pareja, cuando conoció al maltratador y qué pasó cuando se casaron».

Melodías y arreglos, aún modernos, que Falla imaginó hace un siglo y que le llevaron a la cima gracias a la búsqueda que hizo de sí mismo: «Ser universal es mirar los orígenes de cada uno». Ahora, La Fura los recupera para poner en relieve la lucha de la mujer y el nombre de Lejárraga.

Gregorio se llamaba María

Hasta ahora había sido Gregorio Martínez Sierra el autor del libreto de «El amor brujo» de Falla. Pero no. Fue su mujer, María de la O Lejárraga, la verdadera escritora del texto y así se recoge en este montaje por primera vez. Junto a Pastora Imperio y el compositor gaditano, la profesora creó el original. «No quería comprometerse y por eso no puso su nombre, pero creemos que cien años de anonimato ya son suficientes», explica Padrissa de la primera mujer diputada por Granada, en 1933.

Dónde: Teatros del Canal (Sala Roja). Madrid.

Cuándo: de hoy al domingo.

Cuánto: de 50 a 90 euros.