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Escenarios
Crítica de 'Violencia': Portentoso tratado sobre el perdón ★★★★☆
Diego Garrido Sanz adapta y dirige en el CDN el texto de Fran Kranz

Autoría: Fran Kranz. Adaptación y dirección: Diego Garrido Sanz. Reparto: Cecilia Freire, Diego Garrido Sanz, Jorge Kent, Ignacio Mateos, Esther Ortega e Inés Diego / Abel de la Fuente / Guillermo Yagüe. Teatro María Guerrero (Sala de la Princesa), Madrid. Hasta el 28 de diciembre.
El Centro Dramático Nacional recupera e incorpora a su programación este montaje dirigido por Diego Garrido Sanz que, sin duda, merecía una vida más larga y un alcance mayor del que tuvo cuando se estrenó el año pasado en el Festival de Otoño.
El propio Garrido Sanz es el encargado de adaptar a las tablas el guion cinematográfico, firmado por Fran Kranz, de la película estadounidense 'Mass', que habla, como deja bien claro el título elegido en español, sobre los cada vez más frecuentes casos de brutalidad y criminalidad, sin motivos aparentes y rayanos en la psicopatía, protagonizados por jóvenes de clase media en ambientes estudiantiles. 'Violencia' cuenta el encuentro de dos parejas de padres intentando sanar sus heridas seis años después de que el hijo de una de ellas asesinase al hijo de la otra, y a otros cuantos compañeros de clase, en la incomprensible masacre que llevó a cabo en su instituto.
La solidez dramatúrgica de la obra es incontestable y demoledora: el conflicto no puede estar más equilibrado y mejor acendrado, e incluso está presentado en un magnético clima de cierto suspense que obliga a no despistarse un minuto; los personajes son ricos, complejos, enormes, y están perfectamente dibujados; los diálogos, por último, suenan en esta versión en español -desconozco si ha sido sencilla la traducción o, por el contrario, ha habido que reelaborar mucho literariamente- con una contundencia y una verdad admirables. Evidentemente, todo esto no sería perceptible desde el patio de butacas si no hubiera cuatro grandes actores -Jorge kent, Esther Ortega, Cecilia Freire e Ignacio Mateos- defendiendo una propuesta nada fácil que se desarrolla de principio a fin en un tono deliberada y convenientemente quedo, cohibido, casi monocorde -aunque estaría bien proyectar siquiera un poquito más las voces para facilitar la escucha-, donde los silencios, la espera y el retraimiento de los personajes resultan tan elocuentes como las propias palabras que pronuncian. Los cuatro protagonistas están estupendos, y hacen olvidar una paupérrima escenografía que se justifica de manera poco convincente en el texto: el encuentro de los personajes se produce, supuestamente, en una sala de ensayos de un teatro. Garrido Sanz, reservándose el muy secundario papel del mediador, y los niños Inés Diego, Abel de la Fuente y Guillermo Yagüe, alternándose en el efectista e innecesario personaje del niño fallecido, cierran el reparto de una obra duramente hermosa, catártica, sobre la responsabilidad y la educación con mayúsculas, sobre la salud mental y la deshumanización de la sociedad, sobre los insondables recovecos del alma humana y, en último y poético término, sobre la grandeza moral de aquellos que, habiéndoles sido injustamente arrebata casi su propia vida, optan por el perdón.
- Lo mejor: El texto es soberbio; está muy bien leído por el director y perfectamente defendido por los actores.
- Lo peor: Sobran las efectistas y cursis escenas del niño.
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