Entrevista
Nora, la sanación de María León: "No comparo 'likes' porque te lleva a la dependencia"
La actriz regresa a los escenarios para interpretar al icónico personaje de 'Casa de muñecas', de Ibsen, una pieza "muy unida" con el presente, reconoce
Llega al Fernán Gómez una «Nora andaluza dirigida por una argentino». Así resume María León, entre chascarrillos, el texto de Ibsen que dirige Lautaro Perotti. Hace 150 años que se escribió «Casa de muñecas» y, «todavía sigue vigente», señala la actriz en una función «con el sello de Lautaro, que te pela como una patata: te desnuda y te lleva a buscar tu expresión».
Para León, el personaje que han desarrollado es «especial», «muy cercana a María, a mí», explica de una Nora que se pregunta si se mira a ella misma igual que lo hace con los demás. «¡Ahí está el “crujío”!», señala. La protagonista de la pieza, para la intérprete, «revisa su vida, pero no echa culpas a nadie. Crece, se hace mayor, encuentra un pensamiento propio y acciona» su famoso portazo.
–Insisten en la vigencia.
–El trabajo está en descubrir qué es lo que nos ocurre actualmente para llegar al mismo punto de mi personaje. No se sitúa exactamente en 2025, pero sí en un mundo con móviles. La función empieza hablando de las redes sociales.
–¿Y cómo se lleva con ellas?
–Fatal. Intento mantener algo muy antiguo en mí. Lo hago por intuición. Siempre he tenido un rechazo a ellas, pero me adapto.
–No deja de ser un escaparate; y para alguien público, como usted, todavía más.
–Ahí tengo una lucha. Llevo quince años en Instagram y tengo muchos seguidores, pero se ha desdibujado lo que fue en un inicio. A veces lo utilizo como promoción, para compartir mi trabajo; y en otras, un poco más para mi vida. Aunque, para ser honesta, intento publicar cosas que me nazcan. En realidad, para el día a día no me gustan las redes, intento alimentarme de la propia vida y salir del ruido que hay en ellas.
–¿Ha desarrollado una coraza?
–Es difícil no entrar en el juego, pero al final son roles que no son el tuyo y no tienen que ver contigo. Intento saber siempre qué quiero, y para eso, me viene muy bien el teatro.
Pisar el escenario le aporta a María León esa calma que a menudo falta en el cine o en la televisión. Sobre las tablas, mira al espectador a la cara: «Expones tu trabajo. En el teatro hay que demostrar cada día y eso se defiende en la intimidad de la sala», explica una mujer que pisa la escena por tercera vez en su carrera tras un Juan de Mairena (recién salida de la escuela) y una Yerma. «Siempre personajes potentes», celebra. «El teatro es una gran cura. Me recuerda por qué me dedico a esto. Me sana. Me hace sentir que esto tiene sentido y lo que me sigue definiendo como actriz. Es una gimnasia diaria que me obliga a empezar de cero cada día», dice.
–¿Cómo es esta Nora? ¿Es flamenca, como usted?
–No, ella no lo es, aunque sí se ve que viene de tierras andaluzas. Sin ser flamenca, es resolutiva, energética, empática..., como cualquier madre andaluza que se echa a la espalda la responsabilidad del hogar. En su casa hay un aroma en el que todo el mundo está a gusto. Es alguien que tiene esa habilidad de tener una «Casa de muñecas» perfecta.
"El teatro cura. Es una gimnasia diaria que me obliga a empezar de cero cada día"
–Torvaldo, su marido, no escucha a Nora. ¿Esa incomunicación es otra de las conexiones del texto con la actualidad?
–Escuchar al que piensa diferente es algo importante. Las cosas no son blancas o negras. Hay muchos grises. Tiene que haber diferencia de pensamientos, diálogo, comunicación... Aunque en la sociedad actual parece que no hay debate.
–¿Siente que vamos a peor?
–Yo creo que siempre ha existido ese ruido. Puede que lo que haya ahora es un sentimiento más individualista, y eso no beneficia a la comunidad, la empobrece. Estamos faltos de comunicación. No hay que juzgarlo todo; hay que escuchar. Cuando uno no pone el oído es porque tiene miedo y no quiere avanzar; y eso pasa en la sociedad, en los matrimonios, en las relaciones entre padres e hijos... Y no solo la de los otros, también la de cada uno consigo mismo. El discurso de hoy es más pobre por todo el ruido, entre otros, de las redes.
"El discurso de hoy es más pobre por todo el ruido, entre otros, de las redes"
–Parece que lo importante es quedar por encima del otro...
–Ahí se define quién está detrás. Se ve la soledad de la gente. «Voy a comprar el pan», escriben. ¡Y a quién le importa! Yo no tengo ese interés. A mí me gusta ir con mi pensamiento y preguntarle a la vecina, en vivo, cómo está. Estar en una pantalla es huir de la realidad. Convivir en comunidad es muy importante.
–¿Acaso se está perdiendo?
–Tiene que haber taberneros. Mirar al camarero, ver cómo pisa, la manera de la que pone la tapa... Esas son las cosas que tiene la vida real. Son situaciones que te pasan de verdad, no las que quieres que te pasen por estar todo el tiempo buscando algo. Si vamos a morirnos todos, ¿qué vas a buscar? Está bien utilizar las redes para compartir, pero no para inventarte una vida. Ahí se generan muchas enfermedades mentales. Yo me alegro del éxito de la gente, pero no comparo «likes»; eso solo te lleva a una dependencia que no es real.
De este modo encara María León su tercera incursión en los teatros; eso sí, la cuarta no se hará esperar y también será junto a Perotti: «Electra», en Mérida, sobre las ruinas de su Teatro Romano, en el festival de verano. «Pero ese ya será otro episodio», concluye.